La trinchera f¨®sil
Este meandro del barranco de la Valltorta, visto desde el farall¨®n de Les Est¨¤bigues, en T¨ªrig, fue un hervidero humano entre los milenios quinto y cuarto antes de Cristo. Entonces reg¨ªa el peri¨®dico Atl¨¢ntico, y sobre la lengua de grava que ahora invade el curso del barranco transcurr¨ªa un caudal constante de agua. La lluvia era frecuente y hab¨ªa propiciado una cubierta vegetal frondosa, con bosques de robles y encinas, entre los cuales correteaban profusamente ciervos, corzos, caballos, lobos, cabras, toros y jabal¨ªes.Las vibrantes escenas cineg¨¦ticas representadas en la Cova dels Cavalls, que suponen uno de los bocados m¨¢s suculentos del arte rupestre levantino, resumen la actividad principal desarrollada por parte de los pobladores de esta brecha geol¨®gica. Con unos recursos naturales de producci¨®n alimentaria relativamente abundantes, el asentamiento no tuvo necesidad de mirar m¨¢s all¨¢ de la caza y de los frutos que, sin el menor compromiso, les iba suministrando la vegetaci¨®n. Sin embargo, el mundo ya hab¨ªa cambiado.
Hac¨ªa 3.000 a?os que el hombre ya no iba recogiendo lo que le ofrec¨ªa la naturaleza, sino que hab¨ªa decidido dominarla. Los cultivos y la ganader¨ªa suscitaron el excedente, y ¨¦ste hab¨ªa facilitado el nacimiento de las relaciones comerciales. El neol¨ªtico hab¨ªa sido proclamado en el ?riente Pr¨®ximo y se hab¨ªa ido extendiendo hacia Europa desde el norte de ?frica. Los cazadores y recolectores n¨®madas se hab¨ªan convertido en arqueolog¨ªa.
Los habitantes de La Valltorta, en cambi¨®, siguieron instalados en ese modo de vida, incluso se endurecieron frente a los grupos asentados en zonas pr¨®ximas que cultivaban las tierras. Las escenas de caza representadas constitu¨ªan un signo de identidad que atrincheraba a los ¨²ltimos cazadores contra los est¨ªmulos de los nuevos factores de producci¨®n de los medios de subsistencia que impon¨ªa el nuevo per¨ªodo.
En este barranco la vida permaneci¨® aferrada al pasado hasta unos 3.000 a?os antes de Cristo, en que los fen¨®menos clim¨¢ticos del per¨ªodo Subboreal deforestaron la zona y obligaron al hombre a abandonar el entorno y a modificar su sistema de vida. La resistencia hab¨ªa terminado.
Durante siglos el ca?¨®n de La Valltorta qued¨® sumido en un silencio s¨®lo alterado por los petirrojos. Hasta que en 1917 un pastor de T¨ªrig se meti¨® con su ganado en una diaclasa buscando la vegetaci¨®n de su interior, pero se puso a llover y tuvo que bordear el precipicio para protegerse en un abrigo de la fachada del barranco. El pastor descubri¨® que la humedad resaltaba unas figuras sobre la roca que nadie hab¨ªa visto jam¨¢s y dio parte. Desde entonces no han cesado las peregrinaciones, y s¨®lo la declaraci¨®n de Patrimonio de la Humanidad ha salvado el entorno de los expolios.
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