El Madrid no sube el tono

Marc¨® Figo, Makelele debut¨®, se sac¨® un zapatazo enorme que se fue dentro, Munitis lleg¨® a divertirse en un par de ocasiones y Helguera se hizo presente. Ah¨ª empiezan y acaban las buenas vibraciones para el Madrid en el d¨ªa de ayer. Y eso que se enfrentaba a un rival menor. Se niega McMananam a irse al Middlesbrough y, por lo visto, su negativa resulta de lo m¨¢s comprensible. Cambiar el Madrid por el Boro, que as¨ª llaman al conjunto ingl¨¦s, s¨®lo se hace porque no se tenga m¨¢s remedio, que quiz¨¢ haya sido el caso de un Karembeu del que ayer se tuvieron las mismas noticias que se ten¨ªan en su ¨²ltima etapa en el Madrid, esto es, ninguna. Un equipo oscuro este Boro. Antiguo, da?ino incluso. Un equipo en el que la ¨²nica gota de buen gusto la puso Deane a la hora de marcar el tanto ingl¨¦s. Ni una gota m¨¢s hubo.Dec¨ªa Del Bosque en la v¨ªspera, a prop¨®sito de qui¨¦n debe ocupar la porter¨ªa, Casillas o C¨¦sar, que har¨ªa lo que menos da?o provocara, no se sabe si a uno o a otro. Eligi¨® a Casillas. Y ninguna importancia tendr¨ªa el error que cometi¨® el chaval en el tanto ingl¨¦s -en el que cedi¨® con el pie a M¨ªchel Salgado como si del enemigo se tratara, y all¨ª estaba Deane para aprovecharse del regalo- de no ser porque le echa cierto morbo al debate.

El t¨¦cnico, adem¨¢s, coloc¨® a Makelele a la vera de Celades y durante la primera parte el equipo se manej¨®, sin exagerar, con cierta soltura. Pronto, a los tres minutos lleg¨® el primer gol. Una falta al borde del ¨¢rea y a por la pelota que se va Figo, que llevaba varios d¨ªas ensayando ese tipo de jugadas. Tir¨® el portugu¨¦s con convicci¨®n, el bal¨®n rebot¨® en la cabeza de un jugador incrustado en la barrera, hizo una comba y se fue dentro. El estreno de Figo como goleador provoc¨® la algarab¨ªa general. Y hubo un rato en que se agigant¨® Munitis, sublime en aquella arrancada que finaliz¨® con un pase preciso a Ra¨²l, cuya par¨¢bola no alcanz¨® suficiente altura. Munitis fue la ¨²nica v¨ªa de escape del Madrid durante los primeros minutos, porque al equipo blanco, en la primera mitad le cost¨® salir de la cueva con la pelota jugada. Lo conseguir¨ªa despu¨¦s, en la segunda, cuando ya estaba gobernando all¨ª Helguera. Pero esa es otra historia. El partido mostr¨® de nuevo las dificultades que tiene Solari para cubrir la misma franja de terreno que cubre Roberto Carlos. Porque el argentino se muestra disciplinado en defensa y se ofrece siempre en ataque. Y apenas pierde el sitio. Pero le sobra banda. La mitad, m¨¢s o menos.

Cerca de la media hora, Makelele se asom¨® por vez primera al borde del ¨¢rea, caz¨® una dejada de Ra¨²l de cabeza y peg¨® al bal¨®n con veneno, de arriba a abajo. A la red, pegado al poste, se fue aqu¨¦l. Eran los mejores momentos del Madrid en el primer periodo, o mejor dicho, los peores del Middlesbrough, incapaz de conservar el bal¨®n en sus pies el suficiente tiempo como para acercarse, s¨®lo acercarse, al ¨¢rea rival.

Pero lleg¨® el fallo de Casillas y el conjunto ingl¨¦s se creci¨® amparado de manera exclusiva en su m¨²sculo, que no en su imaginaci¨®n, por lo visto inexistente. Goz¨® de un par de ocasiones, pero en cuanto el Madrid volvi¨® a mover la pelota con algo de sentido se acabaron el Middlesbrough y su m¨²sculo. Ra¨²l, que no est¨¢ fino, intent¨® lucirse con una vaselina fant¨¢stica, pero el portero sac¨® la pelota. Los cambios no hicieron sino embarullar el choque, que viaj¨® de un lado a otro sin demasiado sentido y que hubiera acabado con la pelota mareada de no ser porque Helguera reapareci¨® para plantarse en la defensa y ofrecer el habitual curso de colocaci¨®n, sangre fr¨ªa y sentido com¨²n, en lo que acab¨® siendo el mejor regalo para los presentes.