Con toros o sin toros, no pas¨® nada
Los cuatro primeros toros, por llamarles de alguna manera, fueron impresentablemente chicos y sin fuerzas; adem¨¢s el primero y el tercero estaban tocados de los cuartos traseros. Los dos ¨²ltimos, sin ser horrendas fieras, ten¨ªan su seriedad y hasta su trap¨ªo. Daba igual, pod¨ªa haber toro o no, no ocurri¨® nada.Al primer tap¨®n, zurrapa; Finito de C¨®rdoba se coloc¨® profesionalmente los manguitos, tal como hac¨ªan los antiguos funcionarios, y se inhibi¨®. Hubo en el trabajo de Finito una cierta longitud en el pase, una dosis de buen gusto, sentido del temple y cierta est¨¦tica torera. ?Quiere esto decir que tore¨® bien? No. El diestro se cuid¨® de que el toro no repitiese, administr¨® cicateramente la mano izquierda, solamente dos naturales de dos series, y, sobre todo, jam¨¢s se comprometi¨®, en la mejor tradici¨®n funcionarial. Tampoco se pueden hacer las cosas del rev¨¦s, porque el toreo es de arriba hacia abajo y de fuera hacia dentro. Y si el toro es una porquer¨ªa, hacerle desplantes chulescos no viene al caso.
Dos ganader¨ªas / Finito, Caballero, Conde
Tres toros de El Romeral, 1?, 3? y 6?, y tres de Gabriel Rojas, todos mal presentados y sin fuerza, salvo los dos ¨²ltimos.Finito de C¨®rdoba: estocada trasera desprendida (oreja); estocada honda ech¨¢ndose fuera (palmas con algunos pitos). Manuel Caballero: estocada (aplausos); dos pinchazos (silencio). Javier Conde: pinchazo y estocada atravesada (oreja con algunas protestas); dos pinchazos y dos descabellos (silencio). Plaza de La Malagueta, 15 de agosto. 7? de abono. M¨¢s de media entrada.
En la cuarta birria, Finito perdi¨® los papeles; una voz del p¨²blico le se?al¨® el tama?o del animal y el diestro respondi¨® con un manotazo al aire. A partir de ah¨ª, medios pases y otros de pit¨®n a pit¨®n. Se ech¨® fuera y termin¨® su horario de trabajo.
El primer torito de Caballero ten¨ªa media arrancada, embest¨ªa rebrincado y se quedaba. Si pudi¨¦ramos trasplantar la conducta del animal a la del humano, dir¨ªamos que Caballero no se arranc¨® nunca y que se reserv¨® lo que llevaba dentro. No es manera de salir al ruedo el desentenderse del toro que hay enfrente. Si ¨¦ste presenta problemas, ah¨ª est¨¢ el torero para solucionarlo, y si se las da de figura, no debe mostrar su incapacidad ni su indiferencia.El quinto toro ten¨ªa apariencia; fue bien picado y banderilleado, todo estaba dispuesto para llev¨¢rselo a los medios y sacarle lo que tuviera de forma avariciosa, con ansia de triunfo. Nada de eso. Caballero le ahog¨® la embestida y el toro se par¨®. Tras dos pinchazos, se ech¨®; creo que de aburrimiento. Les juro que s¨ª.
La corrida iba hacia abajo, porque no hab¨ªa consistencia en toros ni en toreros, cuando sali¨® el tercero y se peg¨® dos costaladas. Tras el puyacito y los pares de compromiso, tuvimos la alegr¨ªa de ver a un Javier Conde serio, preocupado por torear. Lo hizo a su manera, pero hay que resaltar que se cruz¨® en el primero de cada serie, que consigui¨® un buen par de naturales dentro de dos series aceptables y que gust¨® un pase de las flores y otro por bajo. Mat¨® con buenas maneras.
El sexto era el de m¨¢s presencia, fuerza y codicia. Conde tuvo detalles con el capote que provocaron buenos presagios. Sin embargo, nada de nada. Simplemente, el torero no aguant¨® ni, mucho menos, tuvo arrestos para someter la embestida del morlaco.
La faena se fue al limbo y una corrida en la que se han matado nada menos que seis toros, se puede resumir en que no pas¨® nada. Ya es dif¨ªcil.
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