S¨ª, pero no
A cada cerdo tambi¨¦n le llegan sus vacaciones, as¨ª que, con perd¨®n de esas altruistas bestezuelas que nos lo dan todo con la sonrisa en los morros, yo tambi¨¦n me dispongo a disfrutar de mi verano azul. Por ello, cuando lean estas l¨ªneas no estar¨¦, pero s¨ª estar¨¦. Pues bien, si cre¨ªan que el t¨ªtulo de esta postal estaba puesto para aludir a una cir-cunstancia tan birriosa no puedo decir que hayan acertado. Lamento comunicarles que lo que sigue se refiere m¨¢s bien al se?or Arzalluz. Bueno, y a la cabeza que tiene detr¨¢s en el partido, porque una vez m¨¢s han vuelto a su juego preferido: s¨ª, pero no. Claro que a lo mejor se debe al est¨ªo, ?o no es muy propio de la estaci¨®n nadar? ?Por qu¨¦ no hacerlo, pues, entrambas aguas o, como quien dice, guardando la ropa?Es lo que tiene marcharse de vacaciones; acaba uno viendo turistas por todas partes. O sea que uno abre los ojos y ve a Egibar y Arzalluz puestos detr¨¢s de un cartel¨®n de esos a trav¨¦s de los que se asoma la cabeza para fotografiarse, por ejemplo, de mulilleros de Lizarra, y cuando los cierra los ve hechos unos querubines en Estella. Y no sabe cu¨¢l de las visiones es m¨¢s fet¨¦n. Arzalluz declara invalidado el famoso pacto y, como le pregunten qu¨¦ significa, responde, "d¨ªgalo usted como quiera, muerto, enterrado, congelado...", para sumir en mayor ambig¨¹edad lo que ya de por s¨ª la ten¨ªa muy sobrada. Y aunque uno est¨¦ de vacaciones -conv¨¦nzanse, ya no estoy aqu¨ª- no puede dejar de preguntarse d¨®nde est¨¢ el bronceador, perd¨®n, quise decir Arzalluz.
Cabr¨ªa pensar que toda la ret¨®rica desagradable que us¨® -y torticera e injusta- al atacar a los tirios, suaviz¨¢ndola con los troyanos, estaba s¨®lo para hacer m¨¢s digestible el cambio de rumbo que adoptaban al invalidar Estella, pero mucho es de temer que estaba para lo que estaba y que la invalidaci¨®n podr¨ªa llevar, envuelta en la misma parafernalia justificativa, a la revalidaci¨®n a nada que esos pobres chicos que declararon una tregua que s¨®lo el Gobierno fue tan tonto como para no aprovechar -no as¨ª los revoltosillos que la aprovecharon de maravilla aunque no precisamente para dormir-, vuelvan a declarar otro alto el fuego o lo que sea desde su admirable invencibilidad (Arzalluz suele dibujar cara de oh, cuando la menciona).
Y la ambivalencia persiste cuando se pone por delante que hay un problema pol¨ªtico -y en democracia todos los problemas son y deber¨ªan ser exclusivamente pol¨ªticos-, un problema que unas veces el PNV asocia a ETA y otras no -ETA tendr¨ªa que desaparecer, dicen, pero no se entiende c¨®mo si es que forma parte del problema, ?dialogando?, ?sobre qu¨¦, sobre el futuro de Euskadi?, ?pero no se les estar¨ªa dando entonces algo a cambio y ese algo no acabar¨ªa terminando por favorecer a quienes pretenden un futuro similar?, ?entonces, c¨®mo podr¨ªan desear sinceramente su desaparici¨®n?-, con lo que relegan a un segundo plano sus relaciones con EH-HB, como si fuera lo de menos. Pero no lo es porque no se trata s¨®lo de que EH-HB no condena la violencia (?la condici¨®n para revalidar otra vez el pacto pasar¨ªa porque la condenara?, ?cu¨¢ntas veces va a decir Otegi y en qu¨¦ idioma m¨¢s querellable que no la condenar¨¢n?, ?por qu¨¦ no romper, pues, definitivamente?) sino de que en ese mundo manda ETA y que parece, hasta donde se pueda probar, que lo interpenetra y vertebra.
Resulta desalentador que el PNV centre sus cr¨ªticas en ETA y no quiera ver c¨®mo detr¨¢s de sus presuntos tinglados econ¨®mico e internacional -fue con Egin es con Xaki- aparecen presuntamente implicados ciertos cargos de EH-HB ni c¨®mo la llamada izquierda abertzale tras proclamar, eso s¨ª, bien alto que nada tiene que ver con las pistolas, se solidariza con quienes las manejan, alent¨¢ndolos o justific¨¢ndolos y hasta d¨¢ndoles esa proyecci¨®n propagand¨ªstica que Egibar considera admirable, ?no se limitan a honrar a sus muertos? EH-HB no es desde luego ETA por lo que el Estado de Derecho har¨¢ bien en atacarle s¨®lo por lo judicialmente demostrable. Ahora bien, la responsabilidad moral de todas las acciones del conglomerado concierne a cuantos lo sostienen desde dentro. Pero tambi¨¦n, ay, desde fuera.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.