El fabricante de sue?os
Jos¨¦ Tom¨¢s se fabric¨® el segundo toro a base de darle un solo picotazo en el primer tercio, abierto con solemnes ver¨®nicas a pies juntos y con un quite por chicuelinas de variada e irregular factura. Empez¨® la faena poquito a poco, aprovechando la media zancada, sacando alg¨²n pase aislado por uno u otro lado. De pronto sin que nadie sepa c¨®mo, sac¨® cuatro derechazos largos, rematados con el de pecho; el toro tampoco se hab¨ªa enterado y se qued¨® descolgado, como pregunt¨¢ndose qu¨¦ hab¨ªa pasado y por d¨®nde. En vista de eso, acudi¨® con rapidez al cite por manoletinas y se vio con una estocada de magn¨ªfica ejecuci¨®n antes de saber que hab¨ªa ayudado a un triunfo de m¨¦rito. La ver¨®nica bien templada en el quinto, la chicuelina enroll¨¢ndose al toro y el dominio para llevarlo al caballo; ver¨®nicas de la serie especial, de las que duran, en un quite que no lleg¨® a cristalizar y nulo castigo al toro.A partir de ah¨ª, fue cuesti¨®n de temple; la mano izquierda mandaba siempre, primero desde cerca, fabricando las embestidas, despu¨¦s desde m¨¢s lejos, para prolongarlas, cada vez m¨¢s largas, interesando al toro que ya estaba hipnotizado y a sus ¨®rdenes. En la ¨²ltima serie el toro, obligado en redondo, se com¨ªa la muleta. Entr¨® a matar en el centro del ruedo, pinch¨® y pinch¨® y nos despertamos del sue?o, porque no s¨®lo era el toro, sino que tambi¨¦n nosotros sentimos y so?amos al ritmo que marc¨® Jos¨¦ Tom¨¢s.
Osborne / Ortiz, Tom¨¢s, Morante
Toros de Jos¨¦ Luis Osborne, el 1?, sobrero; mal presentados, blandos y sin fuerza, tap¨¢ndose s¨®lo por la cara.Ricardo Ortiz: estocada (oreja); dos pinchazos y estocada desprendida (oreja protestada). Jos¨¦ Tom¨¢s: estocada liger¨ªsimamente trasera y desprendida (dos orejas); seis pinchazos -aviso- y estocada (ovaci¨®n y saludos). Morante de la Puebla: tres pinchazos (silencio); pinchazo y descabello (aplausos). Plaza de La Malagueta, 19 de agosto. 11? de abono. Lleno.
Ricardo Ortiz, que sustitu¨ªa a Espartaco, dio la raz¨®n a la contrata. Recibi¨® a porta gayola a los tres que tore¨® de capa, pero nique¨® a pies juntos y cargando la suerte, banderille¨® con oficio, al cuarto con brillantez, y en ¨¦ste logr¨® la mejor faena, con quietud, serenidad, cuajando las series que fueron a m¨¢s hasta que el toro se agot¨®. Indudablemente, Ricardo Ortiz vino a demostrar que no es precisamente peor que muchos de los que torean un n¨²mero considerable de veces en la temporada.
Morante de la Puebla mech¨® al primero en varas y lo malogr¨®. Al ¨²ltimo, lo tore¨® por sevillanas, hasta que, agotado tambi¨¦n por un fuerte castigo, se qued¨® sin toro. La media faena que hizo Morante tuvo su enjundia, pero, desde luego, la base no puede ser la de castigar en demas¨ªa a un oponente que no puede con el rabo. Para ser torero importante, hace falta desarmarse de tanta prevenci¨®n.
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