CALAMARO DESATA SU FURIA CREATIVA EN UN ?LBUM CON M?S DE CIEN CANCIONES
El m¨²sico argentino lanza un ¨®rdago a la industria y a sus seguidores con 'El salm¨®n', un prodigioso disco qu¨ªntuple que desea vender a precio reducido y en el que incluye temas de 'country', tango, 'blues', 'reggae', folclor y rock.
Este verano, Andr¨¦s Calamaro no sale de gira. Y nadie le puede reprochar vagancia: se ha embarcado en uno de los trabajos m¨¢s herc¨²leos de la historia del rock, una colecci¨®n que supera las cien canciones, en su mayor¨ªa originales, que seguramente ver¨¢n la luz en una caja con cinco CD.No se asusten: pudieron ser m¨¢s, muchas m¨¢s. Tras pasar los primeros meses del a?o 2000 en Buenos Aires, Calamaro aterriz¨® en Madrid con casi trescientas maquetas que conten¨ªan canciones pr¨¢cticamente acabadas y esbozos varios, el resultado de 100 d¨ªas febriles. Una maleta Samsonite rebosante de casetes que viaj¨® en la bodega de carga de un avi¨®n. El periodista no se puede reprimir:
-?Qu¨¦ locura!... Supongo que habr¨ªa hecho copias.
-S¨ª¨ª¨ª¨ª..., pero tambi¨¦n las factur¨¦ como equipaje.
Aqu¨ª le tienen: un contestatario del sistema, un disidente del mundo que conf¨ªa a Aerol¨ªneas Argentinas el fruto de su etapa m¨¢s creativa. Y turbulenta. Fueron semanas intensas en su sal¨®n de Buenos Aires, hasta que los vecinos consiguieron desalojarle.
Se traslad¨® a un aparthotel, donde tambi¨¦n logr¨® que le expulsaran. Volvi¨® a su piso y termin¨® el marat¨®n. Todo animado por publicitados esc¨¢ndalos, visitas al hospital a cuidar carnes magulladas, barbaridades varias que le han dejado un cuerpo esquel¨¦tico. Y un entusiasmo indestructible, que le lleva a escenificar la instrumentaci¨®n de cada canci¨®n que suena mientras explica sus claves.
-Cuando trabajas 72 horas seguidas, durante varias semanas, el pensamiento se despega del cuerpo y puedes crear arte o basura. Yo antes ten¨ªa envidia de Sabina o Fito P¨¢ez, que funcionan met¨®dicamente; consideraba que componer una canci¨®n cada d¨ªa era fant¨¢stico, pero de repente pas¨¦ a cinco, a diez por d¨ªa. Quiz¨¢ lo m¨ªo no sea muy diferente de lo que hacen los estudiantes de medicina en periodo de ex¨¢menes o los escritores que tienen una fecha l¨ªmite, lo que ocurre es que el m¨²sico de rock es perezoso, no hay otra palabra. S¨¦ que pod¨ªa haberme matado en el empe?o pero no pasa nada, hoy amanecer¨¢n guerrilleros y soldados dispuestos a morir, seguramente por motivos m¨¢s nobles que los m¨ªos.
De esos centenares de temas, grabados en una m¨¢quina port¨¢til de cuatro pistas, se volcaron al disco duro del ordenador del estudio madrile?o unas ciento treinta canciones que fueron mezcladas y embellecidas por instrumentistas como Lulo P¨¦rez o Ciro Fogliatta. Y reforzadas por otras piezas hechas "a partir de cero" con gente de su banda y amigos porte?os residentes en Madrid, Ariel Rot o Andy Chang¨®. "Algo totalmente heterodoxo, nos ha obligado a la restauraci¨®n sonora de las casetes argentinas y a la b¨²squeda de soluciones digitales. Eran grabaciones muy canallas a las que hab¨ªa que injertar tomas m¨¢s profesionales... Felizmente, no ha habido rechazo. Y debo sentir orgullo: en ese mismo periodo, trabajando de modo convencional, mis colegas han hecho un disco de diez, doce temas. Como dice mi amigo Sergio Makaroff, todo m¨¦todo es perfecto si sale a pedir de boca".
Cierto es que en esa masa hay un buen n¨²mero de versiones, que Andr¨¦s defiende sin complejos: "Las hago sin escuchar los discos originales, por lo que termino inventando melod¨ªas, d¨¢ndoles una forma diferente". Ese apartado abarca cl¨¢sicas argentinas (de Alfonsina y el mar a temas del hist¨®rico del rock Luis Alberto Spinetta) y piezas de los Rolling Stones o de los Beatles: "?Sabes lo que ocurre? He comprobado que la generaci¨®n joven, incluyendo a los m¨²sicos de veintipocos a?os, s¨®lo conoce Yesterday y algo de los Beatles tard¨ªos. En el rock, si no defiendes tu obra en directo, no renuevas tu p¨²blico y el repertorio se va olvidando, les ha pasado incluso a los Beatles".
Entre las adaptaciones, surgen delirios como No woman, no cry, una de las m¨¢s emotivas creaciones de Bob Marley, aqu¨ª transformada en himno bakalaero. No intentes discutirle la pertinencia de tal reciclaje:
-?Es que no sabes que su compositor era Vince Ford? No estoy siendo sacr¨ªlego con el legado de Bob. Adem¨¢s, en la original ya hab¨ªa bater¨ªa electr¨®nica, as¨ª que s¨®lo he desarrollado la idea. Y Bob actu¨® en Ibiza, as¨ª que debemos agradec¨¦rselo con una adaptaci¨®n que pueda sonar en las discotecas de all¨ª.
A lo primero, se podr¨ªa arg¨¹ir que No woman, no cry es b¨¢sicamente una canci¨®n de Marley, aunque ¨¦ste cedi¨® generosamente la autor¨ªa a Ford, un hermano rasta que sufr¨ªa de diabetes. Pero Andr¨¦s acepta dif¨ªcilmente que se le lleve la contraria. La l¨®gica de Calamaro se nutre de caprichos de rock star, datos hist¨®ricos, conexiones mentales exclusivas ("intenta imaginar c¨®mo sonar¨ªa un h¨ªbrido de Keith Richards y Chavela Vargas").
Uno no puede dejar de solidarizarse con los directivos de su compa?¨ªa en Espa?a, al imaginar las discusiones ante su proyecto de disco m¨²ltiple: la sabidur¨ªa de la industria es totalmente contraria a tales lanzamientos; incluso Joaqu¨ªn Sabina fue disuadido de editar su rotundo 19 d¨ªas y 500 noches como disco doble; le aseguraron que la situaci¨®n econ¨®mica en Latinoam¨¦rica dificultar¨ªa su comercializaci¨®n.
Y aqu¨ª llega un artista con menos ventas que Sabina -su mercado se reduce a Espa?a y Argentina- e insiste en sacar un disco qu¨ªntuple. Adem¨¢s, con ideas revolucionarias sobre la presentaci¨®n y el precio: muestra un prototipo de dise?o con cinco bolsas de cart¨®n, unidas a modo de acorde¨®n, que ir¨ªan protegidas por un estuche de pl¨¢stico; deber¨ªa llegar al consumidor a no m¨¢s de 5.000 pesetas, para competir con esas copias piratas que se venden en la calle a mil pesetas.
En su discogr¨¢fica ven impracticable ese precio redondo, aparte de que una envoltura tan at¨ªpica subir¨ªa los costos. En ese pulso siguen, aunque Andr¨¦s haya aceptado la posibilidad de extraer un CD sencillo, eligiendo las canciones m¨¢s accesibles y pulidas. "Tengo curiosidad por ver qu¨¦ hacen los pirateadores, tal vez saquen un CD que supere mi selecci¨®n".
-?No hay una arrogancia infinita en pretender que sus seguidores se traguen de golpe cinco CD de calamarismos?
-No, ellos pueden compartir conmigo esta etapa o prescindir de m¨ª. Adem¨¢s, ?no est¨¢s t¨² siempre quej¨¢ndote del imperio del marketing? Yo rompo la baraja de lo que es comercialmente correcto, puedo hundir mi carrera -he grabado un blues que se llama precisamente ?ste es el final de mi carrera-, pero lo m¨ªnimo que se debe exigir a un artista es riesgo, que no se reprima cuando est¨¢ en buena racha. Tal como yo lo entiendo, eso est¨¢ en el equivalente rock del juramento hipocr¨¢tico de los m¨¦dicos.
No s¨®lo las cifras de canciones son intimidantes. Se susurra que el presupuesto total del proyecto puede superar los 30 millones de pesetas. "No me f¨ªo de esa cantidad, no s¨¦ si incluye la factura de las drogas", bromea Andr¨¦s, "pero vamos a relativizarlo: no llega a la d¨¦cima parte de lo que cuesta una pel¨ªcula europea y aqu¨ª hay mucha m¨¢s historia, m¨¢s vida que en un largometraje normal".
En el estudio madrile?o, Calamaro aterriza a media tarde y puede aguantar hasta que amanece, con dos eficaces t¨¦cnicos que se turnan, mientras desfilan amigos, socios, proveedores, Ambite (antiguo miembro de Los Pistones, que ahora ejerce funciones de manager personal), un representante de su discogr¨¢fica que quiere cerrar su participaci¨®n en el disco de despedida a Enrique Urquijo... y algunas admiradoras con agenda propia. La presencia femenina obedece a que la ruptura de Andr¨¦s con su esposa espa?ola fue ampliamente publicitada en su anterior disco (doble), el embriagador Honestidad brutal. El divorcio ha sido amistoso, pero ella se ha quedado con el piso de Malasa?a y el cantante duerme en un hotel, una situaci¨®n transitoria que soporta mal: "No aguanto la soledad".
Vuelta a la mesa de mezclas. Paulatinamente, Andr¨¦s se desentiende por completo de los intrusos y se concentra en el trabajo, mientras dibuja incansablemente en unas libretitas de hule.
S¨®lo queda por saber el t¨ªtulo de semejante magnum opus. Hay varios en juego, explica distra¨ªdo, pero parece destacar El salm¨®n. "Por su h¨¢bito de nadar contracorriente para desovar, ?entiendes el paralelismo?". Entiendo.
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