Carta de un perro abandonado

Te sorprender¨¢ esta carta tan necesaria, pues nunca pensaste que te escribir¨ªa tu perro, ese que abandonaste sin una despedida, a pesar de su inamovible fidelidad. Te imagino tendido en la tumbona, a orillas del mar, con una cerveza bien fr¨ªa entre las manos y el peri¨®dico sobre las rodillas.Desde que me dejaste en la cuneta he sabido, aunque no comprenda ni comparta, de tu ego¨ªsmo, tu crueldad y esa camuflada insensibilidad. Yo te quer¨ªa, y lo expresaba con una mirada tierna y un incesante contoneo, atento a tus necesidades. Te lam¨ªa las manos para que notaras mi presencia; al fin y al cabo, llen¨¦ muchos huecos de tu insatisfecha vida.

No me arrepiento de haber entretenido a los ni?os durante el invierno, ni de sacar a pasear tu est¨²pida soledad, justific¨¢ndote en mis necesidades fisiol¨®gicas. Hoy, desde la cuneta, a pleno sol y sin agua, desorientado, herido y solo, despu¨¦s de correr sin descanso por la autopista tras el coche, ya no te busco. He desviado la mirada y he presenciado c¨®mo se abr¨ªa la puerta de otros coches, similares al tuyo, y bajaban otros perros como yo, enga?ados y a la fuerza.

Nunca pens¨¦ que pose¨ªas una peque?a estatura de conciencia, que eras d¨¦bil, desagradecido y despiadado.

Cuando regreses por la autopista, permanecer¨¦ aqu¨ª, sin esperarte ya, vencido y muerto. Acercar¨¦ mis ojos desde el arc¨¦n a tu mirada, tr¨¦mula y cobarde. ?M¨ªrame! ?Logras contemplar esta muerte sin remordimientos, mientras huyes de ti mismo por autopistas y carreteras secundarias?- Eva Troncoso Maclino.