Avispas

El naturalista franc¨¦s R¨¦aumur, autor de una monumental Historia natural de los insectos, fue el primero en estudiar en profundidad la biolog¨ªa de las avispas. El sabio R¨¦aumur ve¨ªa en cada especie de insecto una muestra de la inteligencia divina, y en la forma de plegar las alas un escarabajo, de desenrollar la espiritrompa una mariposa o en la actitud piadosa de la mantis, descubr¨ªa muestras fehacientes de la sabidur¨ªa del Alt¨ªsimo. Las damas de los salones parisienses gustaban de la conversaci¨®n de aquel puntilloso naturalista, como Madame du Tencin, que no dudaba en invitarlo a sus reuniones vespertinas, repletas de philosophes. A pesar de que aquel Ren¨¦ Antoine de Ferchault de R¨¦aumur no era en absoluto amigo de los miembros de la secta filos¨®fica, a los que acusaba, no sin algo de raz¨®n, de hablar siempre de o¨ªdas. En efecto, aquel hombrecillo, vestido primorosamente y sin abandonar nunca las formas ni la peluca, estudiaba personalmente el comportamiento de -como entonces se conoc¨ªa a los insectos- lo Infinitamente Peque?o. Claro que cuando la cosa se pon¨ªa fea contaba con un par de aguerridos lacayos que sufr¨ªan en su epidermis la curiosidad del sabio. De esta manera, R¨¦aumur pudo escribir su Historia de las Avispas, que obtuvo un ¨¦xito inmediato, sobre todo porque divulg¨® el canibalismo que se produce en las colonias de estos himen¨®pteros. R¨¦aumur descubri¨® que las larvas d¨¦biles y enfermas son devoradas y expulsadas sin reparo por las laboriosas obreras. ?No existen los d¨¦biles en la Rep¨²blica de las Avispas! concluy¨® el sabio naturalista. Por todo ello, sus contempor¨¢neos denominaron a R¨¦aumur el hombre m¨¢s curioso del siglo. Aunque se olvidaron de sus abnegados lacayos. ?Acaso tras la Revoluci¨®n aquella curiosidad hubiese sido posible?