De mal en peor
Una de las ventajas de la democracia como forma pol¨ªtica sobre todas las dem¨¢s conocidas en la historia es que acaba poniendo a cada cual en su sitio. Y que lo acaba poniendo en tiempo real, es decir, mientras el personaje pol¨ªtico est¨¢ en activo y no como resultado de la investigaci¨®n hist¨®rica. En democracia es imposible estar dando gato por liebre de manera indefinida. Al final, los ciudadanos siempre acaban formando su opini¨®n de manera no manipulable, por muchos que sean los medios de formaci¨®n de la opini¨®n de los que se dispongan. Se puede retrasar el proceso de formaci¨®n de la opini¨®n p¨²blica, pero acaba produci¨¦ndose. Las apariencias acaban desvaneci¨¦ndose.Algo de esto es lo que est¨¢ empezando a pasarle al Ministro de Interior del actual Gobierno, Jaime Mayor Oreja, calificado recientemente por Javier Arenas nada menos que como "el mejor ministro de Interior de la democracia".
Desconozco los criterios con base en los cuales el secretario general del PP ha llegado a tal conclusi¨®n, aunque hay que reconocer que ha sido el ministro de Interior, de todos los habidos hasta la fecha, que ha mantenido los ¨ªndices m¨¢s altos de aceptaci¨®n por parte de la opini¨®n p¨²blica durante toda una legislatura. Jaime Mayor Oreja ha sido a lo largo de la pasada legislatura la figura pol¨ªtica m¨¢s valorada de todo el pa¨ªs. En esta segunda legislatura de Gobierno del PP estamos empezando, sin embargo, a ver las consecuencias de la pol¨ªtica seguida por el ministro de Interior y creo que los ciudadanos van a empezar a situar a Jaime Mayor Oreja en su sitio.
En Andaluc¨ªa estamos empezando a experimentar en primera l¨ªnea algunas de las consecuencias de esta manera de proceder del ministro del Interior. Me refiero, concretamente, a la Ley de Extranjer¨ªa y a las condiciones en que nos va a poner, nos est¨¢ poniendo ya, la manera en que el Gobierno del PP, como consecuencia de la posici¨®n de Jaime Mayor Oreja, est¨¢ enfrent¨¢ndose con el problema de la inmigraci¨®n.
Ahora mismo el terrorismo es percibido, con mucha diferencia, como el problema m¨¢s importante del sistema pol¨ªtico espa?ol. Pero la inmigraci¨®n es, potencialmente, un problema mucho m¨¢s importante. El terrorismo es un problema territorialmente circunscrito y, tras la resoluci¨®n del contenciosos irland¨¦s, un problema espec¨ªficamente espa?ol, que acabar¨¢ teniendo una respuesta en el interior de nuestro sistema pol¨ªtico. Espa?a, como pa¨ªs europeo, acabar¨¢ no teniendo un problema terrorista. M¨¢s pronto o m¨¢s tarde, pero acabar¨¢ no teni¨¦ndolo La inmigraci¨®n, por el contrario, es un problema europeo general, del que no se va a ver libre ning¨²n pa¨ªs de la regi¨®n. Es un problema que, en Espa?a, a diferencia de otros pa¨ªses europeos, estamos empezando a tenerlo. Pero es un problema que va a ir a m¨¢s a medida que pase el tiempo.
Justamente por eso, es de suma importancia que la pol¨ªtica migratoria deje de ser un elemento de enfrentamiento electoral, para convertirse en pol¨ªtica de Estado, en la que tiene que existir un acuerdo entre los diferentes partidos pol¨ªticos.
?sta era la gran virtud que tuvo el debate parlamentario del que sali¨® la Ley de Extranjer¨ªa actualmente vigente. Fue resultado de una proposici¨®n de ley y no de un proyecto de ley, es decir, la iniciativa legislativa fue de origen parlamentario y no de origen gubernamental, y fue una proposici¨®n debatida a lo largo de dieciocho meses por todos los grupos parlamentarios, llegando a ser aprobada inicialmente, pr¨¢cticamente, por unanimidad. Independientemente de que la ley fuera o no mejorable, el consenso alcanzado era un valor tan importante, que nunca se deb¨ªa de haber actuado de tal manera que se lo pusiera en peligro.
Y sin embargo, esto es lo que, de manera irresponsable, hizo el ministro de Interior, con consecuencias nefastas, como ya estamos empezando a ver. No se ha aprobado el reglamento para la aplicaci¨®n ordenada de la Ley. Se ha intentado obviar el dictamen preceptivo, aunque no vinculante, del Consejo General del Poder Judicial, que ha tenido que reivindicar expresamente el ejercicio de la competencia que le corresponde. Y se est¨¢ en v¨ªas de aprobar la nueva ley con la mayor¨ªa del PP, pero sin contar con los dem¨¢s.
Y as¨ª no vamos a ning¨²n lado. No hay ning¨²n estudio solvente sobre la Ley de Extranjer¨ªa que haya detectado la existencia del llamado "efecto llamada" y, sin embargo, las autoridades del ministerio de Interior contin¨²an repitiendo como papagayos la tesis del "efecto llamada", como si pudieran llegar a generarlo por el simple hecho de hacer referencia al mismo una y otra vez.
Hacer "electoralismo" con la pol¨ªtica de inmigraci¨®n es la peor forma de enfrentarse con el problema. La integraci¨®n de un n¨²mero cada vez mayor de inmigrantes africanos va a ser un problema de suficiente entidad para la sociedad espa?ola como para que se haga, se empiece a hacer ya, una tarea pedag¨®gica muy intensa. Si no nos preparamos para hacer frente al problema, acabaremos cometiendo los mismos errores que se han cometido en otros pa¨ªses. Y esto exige un debate sereno, en el que nadie pretenda dar lecciones a los dem¨¢s y presentar su postura como la ¨²nica "responsable".
No cabe duda de que el PP ha obtenido el 12 de marzo una mayor¨ªa muy clara del electorado y que la reforma de la Ley de Extranjer¨ªa figuraba expresamente en el programa electoral de dicho partido. En este sentido, es claro que nadie puede llamarse a enga?o. El PP no ocult¨® su intenci¨®n de reformar la ley y est¨¢, por tanto, cumpliendo su programa electoral. Su legitimidad para actuar de esta manera es, pues, indiscutible.
Y sin embargo, seguir por esa v¨ªa va a conducir a un aut¨¦ntico disparate. Empecinarse en la reforma de la Ley de Extranjer¨ªa contra todos o casi todos los dem¨¢s partidos pol¨ªticos, no solamente no va acabar dando respuesta al problema de manera a corto plazo, sino que va a acabar dificultando su soluci¨®n a medio y largo plazo, que es lo que realmente importa.
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