Largos no son los d¨ªas de vino y rosas
"Largos no son los d¨ªas de vino y rosas/ de un nebuloso sue?o surge nuestro sendero/ y se pierde en otro sue?o". Lee Remick recita el poema en la pel¨ªcula de Blake Edwards D¨ªas de vino y rosas, repuesta en la televisi¨®n pocos d¨ªas antes de que terminen las vacaciones, y uno recuerda en algo el ambiente de aquel verano de 1992 en el que todos fuimos felices y en expansi¨®n, y volvimos deprimidos y un poco m¨¢s pobres.Y sin embargo, poco tienen que ver ambas fechas. Los organismos internacionales, el ¨²ltimo el FMI, pronostican un momento dulce para la econom¨ªa mundial y su mayor registro de crecimiento (4,7% en 2000) en los ¨²ltimos diez a?os. Estados Unidos sigue tirando, pero Europa va poco a poco cogiendo el testigo de la fortaleza. Entonces ?qu¨¦ sucede en Espa?a, donde hay se?ales de dificultades? Que el equipo econ¨®mico del Gobierno, por primera vez desde que lleg¨® en 1996, va a tener que hacer correcciones y rectificar algunos desequilibrios. Y en esto est¨¢ in¨¦dito; se conocen sus habilidades para no equivocarse cuando el viento est¨¢ a su favor, pero tiene dificultades de encaje para luchar contra las dificultades.
El equipo de Rato se va a encontrar con un oto?o inc¨®modo: con una inflaci¨®n creciente que no ha sabido dome?ar en el pasado en la parte que le correspond¨ªa (aumentando la competencia) y un d¨¦ficit por cuenta corriente que se ha m¨¢s que triplicado en los ¨²ltimos doce meses (y con un turismo a la baja en julio, pese a las declaraciones triunfalistas de algunos de sus responsables directos, lo que tendr¨¢ importancia para la balanza de pagos). Una inflaci¨®n (3,6%) que impedir¨ªa hoy cumplir con los criterios de Maastricht, y que genera molestias en sus perjudicados: en primer lugar, los ciudadanos con cr¨¦ditos hipotecarios que van a ver subir al menos dos puntos los tipos de inter¨¦s y, por lo tanto, soportar una reducci¨®n de la renta disponible. Tambi¨¦n los agricultores y transportistas, que piden reducciones de los impuestos que el Gobierno obtiene a trav¨¦s de las rentas del petr¨®leo, para poder sobrevivir.
Si en el pasado, cuando las cosas iban bien, el Ejecutivo no hubiese exagerado las dosis de propagandismo, ahora no tendr¨ªa incoveniente para atribuir una parte de lo malo a las fuerzas de la coyuntura internacional (debilidad del euro, crisis de la OPEP). Pero ya no tiene remedio y debe enfrentarse a dosis de impopularidad crecientes, algunas de las cuales le son ajenas.
Tambi¨¦n en las pr¨®ximas semanas deber¨¢ el Ejecutivo presentar su proyecto de Presupuestos Generales del Estado para 2001, con el compromiso del equilibrio entre ingresos y gastos. Ello reduce su margen de maniobra para bajar los impuestos (los directos a trav¨¦s de una reforma fiscal como la que se ha acometido ahora en Alemania o Francia; los indirectos, en los precios del crudo). La reforma fiscal en una coyuntura de super¨¢vit presupuestario es una promesa electoral del Partido Popular. Hubiera podido cumplirla con cierta holgura si no hubiera cometido el tremendo error de adjudicar, casi gratis, las licencias de la telefon¨ªa m¨®vil de tercera generaci¨®n (UMTS). Ah¨ª le espera una oposici¨®n parlamentaria que necesita estrenarse con alg¨²n triunfo sonoro.
Por ¨²ltimo, le quedan al menos otros dos toros bravos para el oto?o. La reforma laboral, que hasta ahora permanece en el terreno de la patronal y los sindicatos, pero que el Ejecutivo ha avalado en todas sus declaraciones. Disminuci¨®n de la contrataci¨®n temporal, rebaja del coste del despido, prestaciones por desempleo, etc¨¦tera, aguardan a entrar en temporada. Y no menos importante, la renovaci¨®n del Pacto de Toledo sobre las pensiones, que vence a principios de 2001. Ese es el panorama.
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