Jospin supedita la autonom¨ªa de C¨®rcega al fin de la violencia y a un refer¨¦ndum
C¨®rcega ha sido y es una bomba que, desde 1975, explota regularmente a los pies de los distintos Gobiernos. Lionel Jospin, primer ministro franc¨¦s, intent¨® ayer desactivarla precisando el alcance de los acuerdos negociados entre su Gobierno y la Asamblea regional corsa. "A partir de la experiencia de la puesta en marcha de la ley y con una paz civil recuperada, no podr¨¢ plantearse [antes del a?o 2004] la revisi¨®n constitucional que permita crear una colectividad territorial ¨²nica [hoy est¨¢ dividida en dos departamentos]", declar¨®. El proceso, dijo, ser¨¢ gradual.
Tambi¨¦n ser¨¢ entonces, en el a?o 2004, cuando se podr¨¢ establecer "un poder de adaptaci¨®n del legislativo local de acuerdo con las condiciones fijadas antes por el Parlamento nacional, que ejercer¨ªa el control del proceso". Jospin a?adi¨® que, seg¨²n ¨¦l, todos esos cambios "deber¨¢n ser aprobados por el pueblo". "No s¨®lo nunca se primar¨¢ la violencia, sino que nuestra actuaci¨®n misma se basa en la renuncia a la violencia. El proceso, para continuar, supone la condena de la violencia pol¨ªtica, y, luego, su desaparici¨®n", dijo Jospin.Se trataba de responder a Jean-Pierre Chev¨¨nement, ministro del Interior, que dimiti¨® la semana pasada por su rechazo al plan de autonom¨ªa para C¨®rcega, y a la oposici¨®n de derechas, al republicano que se presenta como garant¨ªa de la unidad nacional y a los gaullistas que lanzan una campa?a de recogida de firmas para mantener "C¨®rcega dentro de la Rep¨²blica".
Jospin aprovech¨® en La Rochelle la universidad de verano de su partido socialista para lanzar un discurso de pol¨ªtica general y replicar a las voces cr¨ªticas. A Chev¨¨nement le dijo que "la Rep¨²blica no est¨¢ en peligro" y que "siempre se le hab¨ªa antojado err¨®neo oponer Rep¨²blica y democracia". En ese sentido, Jospin pidi¨® que dejara de "confundirse unidad y uniformidad, de reivindicar la indivisibilidad de la Rep¨²blica desde el olvido, el desprecio o la negaci¨®n de la diversidad".
Una de las cuestiones que m¨¢s polvareda han levantado (la ense?anza del corso en la escuela p¨²blica y en horarios lectivos a los alumnos de primaria y secundaria) fue objeto de lo que parece una peque?a rectificaci¨®n jospiniana: "Se ofrecer¨¢ durante el horario escolar normal, pero sin obligaci¨®n, de manera que los padres tengan libertad de elecci¨®n". Hasta ayer se hab¨ªa hablado de que los progenitores que no quieran que sus hijos aprendan el corso podr¨¢n solicitar la dispensa de clase por escrito.
Jospin desempolv¨® algunos de los viejos lemas jacobinos al recordar: "No soy partidario de la Europa de las regiones, porque creo, siempre lo he cre¨ªdo, que Europa es una uni¨®n de naciones". Y en ese orden de cosas tampoco quiso "que se equipare la situaci¨®n de C¨®rcega con la de las dem¨¢s regiones francesas. No hay que convertir C¨®rcega en el laboratorio de la nueva descentralizaci¨®n de la Rep¨²blica", advertencia destinada a quienes ahora le reclaman que haga extensivo el llamado proceso de Matignon al resto del territorio franc¨¦s.
La derecha y el gaullismo merecieron menos atenci¨®n. A Jospin le bast¨® con recordar el origen contempor¨¢neo de la actual violencia corsa -"desde el drama de Al¨¦ria, en 1975, la violencia se ha instalado en C¨®rcega"- para dar a entender que no est¨¢ dispuesto a aceptar todo tipo de cr¨ªticas. Al¨¦ria remite a una brutal intervenci¨®n de las fuerzas de seguridad para poner fin a la ocupaci¨®n de una granja. El primer ministro que orden¨® entonces el ataque de los gendarmes se llamaba Jacques Chirac.
Jospin hizo tambi¨¦n una r¨¢pida enumeraci¨®n de "esas pr¨¢cticas anteriores" consistentes en dar "instrucciones de indulgencia a la justicia" -Charles Pasqua orden¨® en 1994 la liberaci¨®n de nacionalistas capturados con las manos en la bomba-, en la "pr¨¢ctica de concili¨¢bulos ocultos y de negociaciones secretas s¨®lo con los nacionalistas" o de "la compra de treguas" -aqu¨ª es imposible no pensar en Alain Jupp¨¦, Jean-Louis Debr¨¦ y en el propio Chirac-. "No voy a insistir. Todos nos acordamos de esos episodios deplorables", concluy¨® Jospin, al tiempo que dec¨ªa "no haber o¨ªdo ni le¨ªdo, entre todas las cr¨ªticas, ninguna propuesta que pueda estimarse como otra v¨ªa para resolver las graves dificultades de la isla". El primer ministro record¨® el m¨¦todo para negociar con los diputados corsos ("transparencia, di¨¢logo, trabajo", que desembocan en "un texto aprobado casi por unanimidad"), e insisti¨® en que "el Estado no renuncia a ninguna de sus prerrogativas, sobre todo la de perseguir los actos criminales".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.