El adi¨®s de una veterana luchadora
Mo Mowlam, la ministra brit¨¢nica m¨¢s popular, deja la pol¨ªtica tras quedar aparcada por Blair
Mo Mowlam tiene una inmensa fortuna y tambi¨¦n un gran problema: es m¨¢s popular que el primer ministro brit¨¢nico, Tony Blair. La ministra brit¨¢nica de Gabinete, un cargo sin cartera en el que qued¨® aparcada tras la estela de ¨¦xitos y cari?o que cosech¨® en Irlanda del Norte, se va. Digna, llana, directa, la ministra Mowlam anunci¨® ayer en Londres su marcha de un Gobierno con el que toc¨® el cielo y tambi¨¦n el infierno de las conspiraciones. Y de eso, precisamente, se escapa.Es dif¨ªcil ser m¨¢s popular que el primer ministro. "A veces sienta mal", declar¨® a EL PA?S en julio, a media voz, en referencia a un Tony Blair que iba cayendo en las encuestas por primera vez en tres a?os, mientras ella segu¨ªa en lo m¨¢s alto.
Y es que la suerte de Mo Mowlam, ex ministra brit¨¢nica para Irlanda del Norte (1997- 1999), estaba echada desde 1998. La espont¨¢nea ovaci¨®n que le dedicaron ese a?o los asistentes a la conferencia de un Partido Laborista reci¨¦n estrenado en el poder sorprendi¨® al propio primer ministro, Tony Blair. ?l le hizo un cumplido alabando su trabajo en el Ulster y la sala se vino abajo con el estruendo de los v¨ªtores. La ovaci¨®n a Mowlam dur¨® mucho m¨¢s que la suya. La popularidad de la ¨²nica mujer que ha desempe?ado hasta hoy en el Reino Unido una cartera tan conflictiva como la de Irlanda del Norte era indudable, y sus enemigos, inevitables. Cuando ayer dijo que aspiraba a hacer "algo distinto con el resto de su vida", la explicaci¨®n son¨® algo as¨¦ptica para una pol¨ªtica que ha sostenido la mirada a todos sus interlocutores norirlandeses, terroristas incluidos.
A los 50 a?os, Mo Mowlam pasar¨¢ a la historia parlamentaria del pa¨ªs por haber allanado casi con sus propias manos el camino que hizo posible el acuerdo de paz de Viernes Santo (1998). Nadie hab¨ªa conseguido reunir bajo un mismo techo al principal l¨ªder unionista, David Trimble, y al presidente del Sinn Fein, Gerry Adams. Nadie hab¨ªa franqueado tampoco la prisi¨®n de Maze, repleta de paramilitares convictos, en calidad de enviada de Londres. Y ¨¦se era precisamente su estilo: menos tazas de t¨¦ en el castillo de Hillsborough (su residencia ministerial en Belfast) y m¨¢s cervezas en los pubs. Como recordaban ayer algunos medios, nadie imaginar¨ªa a Blair entrando en una taberna para tomar una pinta, o al menos no de forma natural. Ella s¨ª, era lo que la gente llamaba "uno de los nuestros".
En medio de aquel proceso de paz, ella empez¨® secretamente otra inmensa batalla: la lucha contra el c¨¢ncer. Tuvo que lucir muchas pelucas, que se empe?aban en descolocarse, y vestir varias tallas m¨¢s. Tantas, que alguna prensa empez¨® a re¨ªrse de ella. Hasta que un d¨ªa, en una conferencia de prensa, sali¨® al paso de las risas: "Tengo un tumor cerebral, y esto es la radioterapia". Aquello fue una bomba para las plumas m¨¢s descaradas del Reino Unido, pero convirti¨® el cari?o de la gente en un idilio gigantesco que hoy contin¨²a a¨²n. Y todo ello en una mujer deslenguada, alegre y ordinaria, que anda descalza por su ministerio o se quita la peluca cuando hace calor. La ministra que en julio volvi¨® a pedir a la familia real que cediera Buckingham al pueblo, para espanto del hipermon¨¢rquico Blair.
Ese aprecio hacia Mowlam ni siquiera cedi¨® cuando el proceso de paz se estanc¨® y fue apeada de su ministerio a favor de Peter Mandelson, ese pr¨ªncipe de las tinieblas (dice Ken Follet) al que la prensa atribuye la conspiraci¨®n. En aquel momento, ella hubiera querido hacerse con la cartera de Sanidad, otro departamento con problemas graves. No pudo ser. Tony Blair la nombr¨® ministra de Gabinete, un t¨ªtulo que le cortaba las alas al apartarla de la gesti¨®n de los problemas gubernamentales.
Sin m¨¢s batallas pol¨ªticas que librar y cercada por sus cr¨ªticos dentro y fuera del laborismo, Mowlam pens¨® en escribir sus memorias. La posibilidad de que se lucrara desvelando aspectos desconocidos del proceso de paz en Irlanda del Norte molest¨® tanto a sus correligionarios que ¨¦stos no tuvieron inconveniente en alentar los rumores sobre su futuro en el Gobierno. Leal a su l¨ªder y devota militante del partido, la todav¨ªa ministra decidi¨® ayer hacer frente a los rumores y anunciar su partida. En el futuro querr¨ªa dedicarse a la lucha contra la droga, la asesor¨ªa sobre la resoluci¨®n de conflictos o bien la pol¨ªtica internacional. Tres tortuosas avenidas donde espera recuperar el ¨¢nimo perdido.
Ella seguir¨¢ su destino. ?Y Blair? La marcha de su ministra m¨¢s querida, sin duda, no le ayudar¨¢.
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