La televisi¨®n estatal rusa proh¨ªbe un popular espacio cr¨ªtico con Putin
La guerra por el control de la televisi¨®n vivi¨® el pasado fin de semana en Rusia una batalla decisiva, saldada aparentemente a favor del Kremlin y en contra del pluralismo informativo. La v¨ªctima (si puede calificarse as¨ª a un especialista en juego sucio) ha sido Sergu¨¦i Dorenko, conductor del programa pol¨ªtico estrella de la primera cadena de la televisi¨®n estatal (ORT). El director del canal, Konstantin Ernst, impidi¨® el s¨¢bado la emisi¨®n de Vremia porque el periodista desobedeci¨® la orden de no tratar del conflicto entre el poder y el oligarca Bor¨ªs Berezovski.
Al servicio de la campa?a
El magnate Berezovski ha cedido a personalidades del periodismo y la cultura (entre ellos el propio Dorenko) la gesti¨®n de sus acciones en la ORT, el 49%, tras denunciar un intento de chantaje del Kremlin. Sergu¨¦i Dorenko, considerado un hombre de Berezovski, tiene claro de d¨®nde lleg¨® la orden de hacerle callar: directamente del presidente ruso, Vlad¨ªmir Putin. Cuando se vio forzado a elegir bando, entre el magnate y el presidente, el periodista se inclin¨® por el primero, que durante a?os ha influido en decisiones econ¨®micas y pol¨ªticas claves gracias a sus intrigas en la corte de los milagros de un Bor¨ªs Yeltsin en plena decadencia.
"El presidente me invit¨® a unirme a su equipo", asegur¨® Dorenko el s¨¢bado, poco despu¨¦s de conocerse la prohibici¨®n de su programa. "Yo le repliqu¨¦ que mi equipo eran 40 millones de telespectadores", dijo el veterano periodista. Seg¨²n Dorenko, la decisi¨®n de suspender la emisi¨®n de Vremia fue tomada directamente por Vlad¨ªmir Putin. Sin embargo, el director Ernst insiste en asumir la responsabilidad: "Sean las que sean las disputas que surjan en torno a la ORT, la cadena no debe exacerbar a¨²n m¨¢s la situaci¨®n", replic¨®.
Lo que son las cosas. En su d¨ªa, Dorenko dio un impulso decisivo a Putin para llegar al Kremlin. Durante la campa?a electoral para las legislativas del pasado mes de diciembre, con el agente del KGB ya ejerciendo de primer ministro, el periodista, en l¨ªnea con los intereses del oligarca Berezovski, se dedic¨® a echar basura a paletadas sobre quien constitu¨ªa la ¨²nica amenaza seria al "partido del poder" que se preparaba a catapultar a Putin: el alcalde de Mosc¨², Yuri Luzhkov, al que Dorenko presentaba cada s¨¢bado en hora de m¨¢xima audiencia como un ser m¨¢s cercano a un criminal que a un pol¨ªtico.
El ex primer ministro Yevgueni Primakov, aliado de Luzhkov, se pod¨ªa dar con un canto en los dientes porque s¨®lo se le mostraba en el espacio televisivo como un anciano d¨¦bil y enfermo, aunque capaz de vender a su pa¨ªs por un plato de lentejas.
Esa campa?a elimin¨® todas sus posibilidades de conquistar el 26 de marzo el poder m¨¢ximo frente a Putin, que para entonces ya era presidente interino y con todo el peso del poder a su lado. Fue otra campa?a en la que Berezovski, la ORT (controlada, en la pr¨¢ctica, por el magnate) y Dorenko echaron el resto hasta convertir la elecci¨®n de Putin en un paseo triunfal. Por cierto que, ahora, poniendo buena cara al mal tiempo, Luzhkov, reelegido como alcalde, se cuida mucho de plantar cara al presidente Putin, mientras que Primakov colabora abiertamente con ¨¦l.Berezovski y Putin dejaron de ser aliados y se encuentran en lados opuestos de la barricada. El oligarca por antonomasia ha osado desafiar al presidente, y ¨¦ste, no s¨®lo no se aviene a pagar la factura por los favores del pasado, sino que quiere cortar de ra¨ªz la influencia pol¨ªtica de los oligarcas y controlar los medios de comunicaci¨®n, especialmente la televisi¨®n, tanto la p¨²blica como la privada.
Entre otras cosas, Putin quiere evitar que le pongan en evidencia, como ocurri¨® con ocasi¨®n del accidente del submarino nuclear Kursk, donde la televisi¨®n puso de manifiesto una actitud m¨¢s cercana a la de un funcionario que a la de un estadista frente a una tragedia nacional.
La ORT, pese a que el Estado tiene el 51% de acciones, se permiti¨® una t¨ªmida independencia que la hizo sumarse, aunque con reparos, al coro de cr¨ªticas generalizadas por la nefasta gesti¨®n oficial de la crisis y la falta de protagonismo del presidente.
En la p¨¢gina en Internet de Dorenko se volc¨® ayer el contenido del programa prohibido. Uno de los temas clave, aunque tratado con distanciamiento, era la disputa entre el Kremlin y Berezovski por el control de la ORT. Durante a?os, el magnate ha hecho y deshecho a su antojo en la cadena utilizando el talonario de cheques para, entre otras cosas, pagar los salarios. Ese poco l¨®gico control resulta intolerable para un Putin obsesionado con acumular poder y con un odio patol¨®gico hacia toda cr¨ªtica.
El presidente ejerce ya un f¨¦rreo control sobre la segunda cadena estatal (RTR), tiene contra las cuerdas a la privada m¨¢s importante (NTV) y quiere que la ORT sea en la pr¨¢ctica lo que es en teor¨ªa, es decir, estatal, lo que para ¨¦l parece implicar que est¨¦ a su servicio.
La guerra a¨²n no ha terminado, pero ya parece claro qui¨¦n va a perderla: el pluralismo informativo.
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