POL?TICA DEL AGUA Solidaridad h¨ªdrica
El autor se?ala que el trasvase no puede ser protagonista, y aboga por un plan hidrol¨®gico que sea racional, econ¨®mico, ambiental y social.
El agua es un bien escaso que cuidamos mal. La cultura agraria andalus¨ª, tan arraigada en Valencia, Murcia o Andaluc¨ªa oriental, no parece hoy capaz de hacer frente a las necesidades h¨ªdricas que quiere generar la nueva agricultura. Las pr¨¢cticas de riego modernas est¨¢n adquiriendo en consecuencia un protagonismo creciente. Si preguntamos a un agricultor cu¨¢nta agua necesita responder¨¢ probablemente que la que quepa en una alberca grande, enorme, que querr¨ªa tener llena y le asegurara, por ejemplo, que cada hect¨¢rea de sus tierras contara con 20.000 metros c¨²bicos al a?o. Esta cantidad, bien mirada, constituye un disparate para cualquier regi¨®n espa?ola, pero llega a gastarse en muchos sitios. En Espa?a todav¨ªa se hace buena parte del riego a manta y en algunos lugares donde se emplea la aspersi¨®n se gasta tanta agua como con esa t¨¦cnica. La pregunta que habr¨ªa que hacer es otra: ?qu¨¦ pretende cultivar y con qu¨¦ t¨¦cnica de riego va a hacerlo? Esta vez contestar¨¢ posiblemente que el producto que alcanzase el mejor precio en el mercado, o recibiera la mayor subvenci¨®n, y con la t¨¦cnica que le exigiera la menor inversi¨®n.
La naturaleza -los sistemas naturales y parte de los creados por el mundo rural desde hace milenios- tambi¨¦n tiene sus necesidades h¨ªdricas. Hay que contar con ellas cuando se usa el agua. De hecho, b¨¢sicamente depende de ello la econom¨ªa agraria. De manera que la naturaleza tambi¨¦n podr¨ªa ser preguntada a cerca de esas necesidades. Es buena comunicadora; en su nombre los cient¨ªficos contestar¨ªan que depende del lugar de que se trate. En el desierto de Tabernas, en Almer¨ªa, la naturaleza funciona perfectamente con cien litros por metro cuadrado al a?o. En el pirenaico valle de Ans¨® lo hace igual de bien, pero de distinta forma, con m¨¢s de mil litros. El r¨ªo Arag¨®n, al que vierte este valle, tiene un caudal considerable que va a parar al Ebro y ¨¦ste, a su vez, vierte al Mediterr¨¢neo con un caudal inmenso. Al valle de Ans¨® le sobra agua que termina 'perdi¨¦ndose' al mar. En esta idea se basa un trasvase.
Tambi¨¦n las ramblas almerienses escurren -con caudales intermitentes, casi insignificantes- y 'pierden' ese agua, de manera que a aquel desierto le sobra agua. Mucha menos que a Ans¨®, pero tambi¨¦n le sobra. Incluso ahora, a primeros de Septiembre. Da m¨¢s l¨¢stima que 'pierda' agua este desierto, tan seco y tan improductivo, que lo haga el r¨ªo Arag¨®n, que drena cuencas con suelos mucho m¨¢s h¨²medos.
Se define como 'solidaridad ecol¨®gica' al conjunto de trasvases mediante los cuales la naturaleza consigue que los caudales de los r¨ªos de todos los valles de la Tierra alcancen el mismo valor. Esa solidaridad no existe. Acabo de inventarla. Pero los soci¨®logos, los intelectuales y, sobre todo, los pol¨ªticos hablan constantemente de solidaridad humana. En Espa?a se oye aplicada tambi¨¦n al uso del agua. El Presidente del Gobierno alude a ella, como hac¨ªa su antecesor, para promover el trasvase artificial de agua desde unas regiones a otras: "El Gobierno debe satisfacer todas las necesidades h¨ªdricas de las regiones deficitarias, lo que no es incompatible con las de las excedentarias".
Esto podr¨ªa estar bien. Admitamos -que no es poco- que podemos medir las necesidades que dice el Presidente ?Por qu¨¦, entonces, la gran pol¨¦mica del agua? ?por qu¨¦ un plan hidrol¨®gico nacional no se resuelve con la misma fluidez que, digamos, la construcci¨®n de un hospital? ?qu¨¦ critican los ecologistas? La raz¨®n ¨²ltima parece estar en el costo descomunal -econ¨®mico, ambiental- que lleva consigo lo que el Gobierno entiende por un plan as¨ª y la certeza de que los beneficios no lo compensan.
En estos d¨ªas el problema parece reducirse a unas pocas cuestiones. Desde el punto de vista social ?a qu¨¦ solidaridad se refieren los Presidentes? ?quienes sufragan y quienes se benefician con un plan hidrol¨®gico nacional basado en los trasvases que preconiza la frase citada? Se oye hablar menos del problema desde una perspectiva ambiental, pero a?adamos: ?cu¨¢les son las necesidades h¨ªdricas de la naturaleza?
La solidaridad podr¨ªa consistir en perseguir el mismo beneficio neto por hect¨¢rea para todo agricultor a t¨ªtulo principal en cualquier lugar de Espa?a. Pero la solidaridad no debe ser eso, porque se refieren a ella un Presidente socialista y otro conservador. Ocurre que un litro de agua no da los mismos beneficios agr¨ªcolas una vez puesto en Murcia que en Huesca, as¨ª que la sociedad debiera conocer de qu¨¦ solidaridad se trata, porque, aparte de ecologistas, determinados agricultores, algunos t¨¦cnicos y cient¨ªficos, la sociedad est¨¢, como casi siempre, mal informada; in albis. Si se aclarase este punto estar¨ªamos en condiciones de contestar la segunda cuesti¨®n : cu¨¢nto pagaremos todos, quienes montan su negocio con esa paga, cu¨¢nto gana cada uno de ellos, qu¨¦ ganamos todos. Siempre dentro de un marco de solidaridad. A?adamos: ?qu¨¦ se quiere cultivar en las regiones m¨¢s ¨¢ridas, qu¨¦ cantidad y con qu¨¦ t¨¦cnicas? ? resulta m¨¢s rentable, conducir el agua por tubos o por canales? ?qu¨¦ negocio hace el cedente, el transportista y el receptor? ?qui¨¦n comprar¨¢ el producto (agr¨ªcola)? ?a qu¨¦ precio? ?se exportar¨¢? ?cu¨¢l ser¨¢ el beneficio neto del pa¨ªs?
En cuanto a las necesidades de la naturaleza, el agua no s¨®lo escurre en las laderas y viaja por los cauces. Es esencial que tambi¨¦n impregne el terreno, circule por ¨¦l con tanta mayor lentitud cuanto m¨¢s l¨²cida sea la gesti¨®n del suelo, la vegetaci¨®n, la fauna, los ecosistemas. Debe infiltrarse, percolar y alimentar acu¨ªferos de distintos tipos, aflorar en humedales y r¨ªos. Conectar el sistema complejo -el ecosistema- que da cohesi¨®n a todo el territorio ?C¨®mo se contempla esto en un plan hidrol¨®gico nacional? Los bosques, la vegetaci¨®n natural, los usos adecuados del terreno proporcionan excelentes embalses que la Administraci¨®n h¨ªdrica olvida en la historia reciente, declaraciones pol¨ªticas en jerga ambiental aparte. No estar¨ªa bien que siguiera ocurriendo esto ahora que compete a un Ministerio de Medio Ambiente.
?De verdad se necesitan los setenta nuevos embalses que parece prever el plan? ?se trata de represar los setenta rincones naturales que todav¨ªa quedan? ?Ser¨¢ preciso excavar tal vez un nuevo valle y luego represarlo? Espa?a no es un pa¨ªs sin suficientes canales y embalses. Es un pa¨ªs sin suficientes planificadores del territorio. La gesti¨®n del agua debiera ser la gesti¨®n de las tramas de relaciones territoriales en las que ¨¦sta interviene. No el gasto anual de cemento, aunque tambien haga falta.
Se re¨²ne en estos d¨ªas el Consejo Nacional del Agua. Se gastan r¨ªos de tinta e importantes presupuestos y el panorama sigue obscuro para la gran mayor¨ªa de la gente. Seamos pr¨¢cticos, y transparentes como el agua. P¨®ngase en marcha un plan hidrol¨®gico racional: econ¨®mico, ambiental, social. D¨¦se a conocer ese plan mucho antes de ponerlo en pr¨¢ctica. Puede tener deficiencias graves. El no nato plan anterior las ten¨ªa. El trasvase pudiera ser un actor con un papel determinado, pero no el protagonista que unos temen y otros desean. P¨®ngase en marcha ese plan y a otra cosa.
Francisco D¨ªaz Pineda es catedr¨¢tico de la Universidad Complutense y presidente de WWF Espa?a/ADENA.
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