Los malos modos
Para ver unos detalles de torer¨ªa a cargo del maestro Curro V¨¢zquez y diversas voluntariedades de sus compa?eros de cartel, hubo que soportar ciertos malos modos. Como si se tratara del impuesto revolucionario. ?ltimamente est¨¢n muy levantiscos determinados miembros de la grey coletuda. Parece que todo les fuera debido y se ponen bastante impertinentes. O dicho en plata: lo que se ponen es bastante groseros.El d¨ªa anterior fue El Juli quien dio la nota. Seg¨²n testigos que le oyeron, insult¨® al presidente desde el redondel, y luego en una desafiante acci¨®n sin precedentes, le brind¨® el toro lanz¨¢ndole la montera al palco.
Esto ocurre hace a?os y se entera El Juli. Hace a?os un torero que comet¨ªa semejante intemperancia no se iba de rositas. Y si era con el p¨²blico, menos a¨²n. En la corrida de ayer Curro V¨¢zquez le llam¨® varias veces golfo a un espectador de barrera, porque le hab¨ªa recriminado que se guareciera en el burladero cuando el toro se arranc¨® a un pe¨®n.
Atanasio / V¨¢zquez, Ponce, Luguillano
Toros en plan saldo: tres de Los Bayones, dos primeros devueltos por inv¨¢lidos; tres ¨²ltimos de Hermanos Bad¨ªa, el 5? sobrero; 1? sobrero de El Ventorrillo; terciados, armados, inv¨¢lidos, manejables. Los anunciados de Atanasio Fern¨¢ndez no se lidiaron.Curro V¨¢zquez: estocada corta baja (pitos); dos pinchazos y estocada perdiendo la muleta (ovaci¨®n y salida al tercio). Enrique Ponce: pinchazo, media trasera y rueda de peones (silencio); pinchazo -aviso-, estocada ca¨ªda y rueda de peones (ovaci¨®n y salida al tercio). David Luguillano: dos pinchazos bajos, estocada corta tendida trasera -aviso- y descabello (silencio); estocada delantera (oreja). Plaza de Guadalajara, 16 de septiembre. 4? corrida de feria. Tres cuartos de entrada.
Poco despu¨¦s, dos miembros de su cuadrilla se pusieron a discutir en ese mismo burladero y no paraban de alegar. M¨¢s tarde un pe¨®n de Enrique Ponce se puso a pegarle patadas al toro mientras lo apuntillaba y a¨²n le arre¨® otra en la cara despu¨¦s de acertar el cachetazo. Se ignora el motivo de la agresi¨®n pues el pobre animal hab¨ªa sido un inv¨¢lido y su ¨²nica fechor¨ªa consisti¨® en desbaratar un burladero, con amontonamiento de tablas y astillas que lesionaron una mano al tambi¨¦n pe¨®n Antonio Tejero.
S¨ª, s¨®lo unos a?os atr¨¢s estas groser¨ªas las cortaba de ra¨ªz la autoridad, y por supuesto el p¨²blico, que no las consent¨ªa de ninguna manera. Ahora, en cambio, depende. Tantos presidentes como hay al servicio de los taurinos (la mayor¨ªa) y tantos p¨²blicos que han renunciado gratuitamente a sus derechos y se dejan tomar el pelo, dan pie a que el atropello tome carta de naturaleza y se cometa impunemente.
El fraude ha tomado carta de naturaleza. Dig¨¢moslo claro: el 90 por 100 de las orejas -hasta podr¨ªa ser el cien por cien- se las cortan las figuras a toros mochos y absolutamente inv¨¢lidos.As¨ª est¨¢ la fiesta. Esas son las gestas que -dicen- protagonizan las figuras y les permiten salir a hombros cada d¨ªa por la puerta grande de todas las plazas del mundo conocido.
El mismo cuento de la buena pipa lo vendieron en Guadalajara, con la diferencia de que el p¨²blico no era tan escandalosamente triunfalista como en otros pagos y de que ese coso tiene un presidente, Eduardo Ranz se llama, que sabe ejercer con dignidad y criterio de aficionado sus funciones reglamentarias. Y no hubo mil orejas: s¨®lo hubo una oreja. Peluda, igual que todas, pero una.
Una oreja que se llev¨® Luguillano por una largu¨ªsima faena al sexto toro, en la que destac¨® un par de tandas de naturales, no m¨¢s. El otro padec¨ªa invalidez y le desarm¨® muchas veces. Curro V¨¢zquez se alivi¨® con el primer sobrero y al cuarto toro le pas¨® por ver¨®nicas preciosas y le cuaj¨® dos tandas de redondos y de naturales de inmarcesible torer¨ªa. Ponce no pudo lucir con el inv¨¢lido segundo y al quinto le corri¨® bien la mano en los derechazos. Sin embargo la superficialidad de la faena impidi¨® que el toro quedara dominado y no se le cuadraba ni a la de tres, oy¨® un aviso.... En fin, lo de siempre.
Y van de maestros.
Babelia
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