Una evoluci¨®n imposible
Antes de convertirse en cazador, el hombre necesit¨® evolucionar durante 100.000 a?os. Est¨¢ programado para ahorrar energ¨ªa, no para derrocharla. Hasta hace menos de un siglo se alimentaba de lo que cultivaba o de lo que cazaba o pescaba y conservaba en salaz¨®n. Si quer¨ªa comer, deb¨ªa recolectar sus alimentos en el huerto, desalarlos o desplazarse al mercado.Sin embargo, ahora s¨®lo tiene que abrir la nevera y untar algo en un pedazo de pan. En su trabajo permanece sentado durante horas, y cuando llega a su casa, sentado en un coche, se derrumba ante el televisor.
Adela Rovira explica que "no estamos gen¨¦ticamente preparados para asumir un cambio semejante en un periodo de tiempo tan breve".
Los indios pima son un ejemplo de lo que afirma la endocrin¨®loga de la Fundaci¨®n Jim¨¦nez D¨ªaz. Estos ind¨ªgenas originarios de Arizona, al suroeste de Estados Unidos, donde el clima es riguroso y la comida escasea durante la mayor parte del a?o, han sido trasplantados desde sus campamentos a reservas del Gobierno. All¨ª gozan de las comodidades de la ¨¦poca: frigor¨ªficos, televisores, tel¨¦fonos y coches. Pues bien, el 54% de los hombres y el 37% de las mujeres sufren diabetes.
Los cient¨ªficos creen que la explicaci¨®n de esta alta tasa radica en que su pasado les ha hecho heredar lo que llaman el gen econ¨®mico, que baja el metabolismo en tiempos de hambre. De hecho, la tasa de diabetes entre sus parientes pima de M¨¦xico, al otro lado de la frontera, no supera el 6% entre los hombres y el 11% entre las mujeres. Los mexicanos siguen desarrollando sus actividades tradicionales.
Algo parecido sucede con las familias de la comunidad religiosa amish de Pensilvania. Por motivos ideol¨®gicos, carecen de coches, tel¨¦fonos y televisores. A pesar de que su dieta es similar a la del resto de los estadounidenses y los gordos abundan entre ellos, sus tasas de diabetes son mucho m¨¢s bajas que las del resto del pa¨ªs.
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