Hacia otra Euskadi
A pesar de las dosis de borroka que por desgracia las acompa?an con excesiva frecuencia, las fiestas de verano en los pueblos vascos no suelen suscitar el comentario pol¨ªtico. Incluso cuando surgen incidentes como los que han rodeado este a?o al alarde de Hondarribia, lo habitual es su tratamiento dentro de la cr¨®nica social, al margen de unos acontecimientos pol¨ªticos con los que en apariencia nada tienen que ver. Es ¨¦sta, sin duda, una considereci¨®n err¨®nea.Conviene mirar hacia atr¨¢s, a los primeros tiempos de la transici¨®n, hace 24 a?os, cuando el titibiliti, la musiquilla de las fiestas de Hondarribia, se vio sofocado por los disparos de las fuerzas del orden franquistas que acabaron con la vida de un joven junto a la preciosa casa que entonces albergaba un negocio de brocante nombrado en el honor del petirrojo, txantxangorri. Lo que sigui¨® fue una impresionante demostraci¨®n de duelo y de uni¨®n entre los ciudadanos. Hasta la playa qued¨® vac¨ªa, presidida por tres banderas rojas. Un curioso tipo, comunista, cat¨®lico y remero de la trainera local, improvis¨® una especie de altarcillo en el lugar de la muerte, con una vela colocada sobre una ikurri?a. La gente se congreg¨® all¨ª en silencio. Del dolor nac¨ªa la cohesi¨®n democr¨¢tica, con los colores vascos. Eran los d¨ªas de interminables conversaciones en casa de Jos¨¦ Ram¨®n y de Mar¨ªa Teresa sobre el papel de la izquierda y el futuro democr¨¢tico vasco.
Han sido otras causas las que han sofocado el titibiliti gozoso este a?o, siguiendo la estela de alardes anteriores. Bajo las ¨®rdenes del inefable se?or Balza, la polic¨ªa, ahora vasca, fue incapaz de asegurar el derecho de las mujeres de la ciudad a desfilar sin tener que disfrazarse de cantineras. El Alarde dej¨® de ser temporalmente el s¨ªmbolo festivo de la defensa de las libertades ciudadanas, para convertirse en met¨¢fora de una sociedad vasca en cuyo interior, en todo un sector de la poblaci¨®n, anidan bajo la normalidad en la vida cotidiana, cultivadas y reproducidas desde ideolog¨ªas pol¨ªticas, del antiguo carlismo al nacionalismo vasco, formas de control social, de violencia y de xenofobia previas a la modernidad. Sin las citadas ideolog¨ªas arcaizantes no hubiera tenido lugar la transmisi¨®n de los rituales y las formas de violencia que sit¨²a por encima del tiempo, marginando la historia, Joseba Zulaika en su conocido libro. Una vez consolidadas, y en ocasiones sacralizadas, aquellas pautas de comportamiento premodernas, se encuentran listas para saltar por encima de todo respeto al individuo y a los derechos humanos. Lo que los psic¨®logos sociales denominan el "efecto mayor¨ªa" har¨¢ el resto. Sin esa continuidad que calificar¨ªamos de perversa, fen¨®menos como el arraigo social de HB y el car¨¢cter que asume, incluido el respaldo al terrorismo legitimado por su condici¨®n patri¨®tica, resultar¨ªan ininteligibles.
En Hondarribia, los betikos, aquellos que quer¨ªan mantener a palos la fiesta "de siempre", posiblemente en su mayor¨ªa gente del todo normal en la vida cotidiana, han dado toda una lecci¨®n de c¨®mo ejercer una discriminaci¨®n. En una tarde de ensayos de la compa?¨ªa mixta antes del desfile, cercaron a las ocho el local donde hab¨ªa incluso ni?os y mantuvieron el acoso hasta casi las tres de la madrugada, sin intervenci¨®n alguna de la Ertzaintza. Secuestro temporal que sirve para transmitirles la idea de que ellos, la comunidad autodefinida como tradicional, detentan el poder en el pueblo y se encuentran dispuestos a ejercer la violencia sobre quienes han violado el orden y por ello deben ser expulsados.
Nada cuenta el valor de la libertad, ni la igualdad de derechos entre los sexos; los infractores son los otros, y por eso reciben el calificativo que marca la exclusi¨®n: "?Espa?oles!". "Exig¨ªs que nos vayamos del pueblo para no contaminar vuestra pureza", protesta una mujer de la compa?¨ªa mixta, haci¨¦ndonos entrar en el infierno sabiniano de la limpieza de sangre. Pero no nos hagamos ilusiones: entre los defensores de los "mixtos" de la llamada izquierda abertzale las cosas no cambian. A la acusaci¨®n de ser ellos los espa?oles, responden proclamando que los betikos son los verdaderos espa?oles. ?Prueba concluyente? "Es de betikos la tienda de la Mar¨ªa, en la que le gusta comprar vainas a una madrile?a que veranea en mi vecindad". ?Y en detrimento del pueblo le vende las mejores jud¨ªas verdes a la madrile?a! ?Qu¨¦ mejor prueba de traici¨®n a la patria? Estamos, pues, ante una situaci¨®n de vigilancia generalizada, control y descalificaci¨®n del otro, en suma irracionalismo que acaba justificando la violencia.
Es la misma mentalidad desde la que Arnaldo Otegi lanza su acusaci¨®n mort¨ªfera contra los periodistas al servicio del Estado. Una maniobra de la poblaci¨®n se autodesigna como comunidad originaria y sacraliza sus objetivos pol¨ªticos de modo que aqu¨¦l que no los comparta debe ser arrojado a las tinieblas exteriores y, en el extremo, eliminado. Los valores y los planteamientos pol¨ªticos propios de la democracia resultan ignorados, pues la v¨ªa democr¨¢tica no sirve de cauce a aquellos fines. Pura y simplemente, en elecciones limpias, sin los mecanismos de presi¨®n y sustituci¨®n puestos en marcha desde Lizarra (ejemplo, la Udalbiltza), el sue?o de la Gran Euskal Herria es inalcanzable. Sobrevienen entonces la intimidaci¨®n y el terror, legitimados desde una religi¨®n pol¨ªtica de la violencia. Incluso en esta espiral de la sinraz¨®n, que nada tiene que ver con la de V¨¢zquez Montalb¨¢n, los dem¨®cratas m¨¢s sinceros y probados acaban siendo los enemigos a abatir. Sobre el tel¨®n de fondo de la eliminaci¨®n de los representantes PP. La lista de cr¨ªmenes, de Buesa al fallido atentado contra Recalde, confirma esa deriva siniestra. Son actos de barbarie, pero no carentes de sentido desde la perspectiva de ETA y de HB. El enemigo a destruir es la democracia. ?ste y no otro es el aut¨¦ntico "problema vasco".
No es, pues, cuesti¨®n de un "contencioso vasco" montado sobre los decorados posrom¨¢nticos de Sabino Arana, por mucha gente que se crea el invento, ni de respetar la voluntad de los habitantes de Euskal Herria que puede ser evaluada, elecci¨®n a elecci¨®n, encuesta a encuesta, con una posici¨®n nacionalista quiz¨¢ ligeramente mayoritaria en la CAV, minoritaria en Navarra e irrisoria en Iparralde, y m¨¢s claramente a¨²n al abordar la opci¨®n de una independencia que incluso en los dominios de Ibarretxe no supera el 30%. El "deja que me vaya" que el pa¨ªs vasconavarro expresaba recientemente en un dibujo de M¨¢ximo es, pues, un sinsentido. Y, en fin, si est¨¢ en peligro la construcci¨®n nacional vasca, incluso la articulaci¨®n cada vez m¨¢s estrecha de los siete "territorios hist¨®ricos", es precisamente por el peso de la violencia y de un imaginario absurdo que bloquea esa deseable aproximaci¨®n entre todos los vascos y les sit¨²a en las dos orillas enfrentadas que ya definiera Sabino.
A pesar de ETA y de las mal
formaciones heredadas del sabinianismo por los partidos nacionalistas democr¨¢ticos, los 20 a?os de Estatuto han registrado el mayor avance de esa misma construcci¨®n nacional en toda la historia vasca. Ser¨ªa catastr¨®fico ver, al modo de Jon Juaristi, en la actual defensa de la democracia un pretexto para combatir el nacionalismo vasco. Tenemos el mayor grado de autogobierno de que disfrute una minor¨ªa nacional en Europa, pr¨¢ctica soberan¨ªa financiera m¨¢s amenazada desde Bruselas que desde Madrid, competencias culturales que permiten el pleno desarrollo de la versi¨®n nacionalista, y de los contenidos nacionales, aspectos no siempre coincidentes, de la cultura vasca (frente al mito de la txalaparta est¨¢ la verdad de Chillida), la recuperaci¨®n del euskera, una simbolog¨ªa propia al servicio de las se?as de identidad nacionales. Todo ello en un marco de recuperaci¨®n econ¨®mica que debiera animar a todos los vascos a sostener el esfuerzo dentro de una normativa democr¨¢tica, encarnada por el Estatuto, sin excluir que a largo plazo, como fruto de ese desarrollo, se d¨¦ una mayor¨ªa por la independencia sin presiones ni intimidaci¨®n tipo Lizarra. A la defensa de tales planteamientos suele llamarse, desde los campos abertzale y equidistante, "rigidez", considerando curiosamente flexibles e inclinados al di¨¢logo a quienes se sit¨²an en la constelaci¨®n de la violencia. Ciertamente, hay que evocar la rigidez, pero en el sentido de resistencia democr¨¢tica ante la amenaza bien real de un nacionalsocialismo terrorista cuya brutalidad en las ideas y en los hechos apenas encuentra otros parientes en Europa que los practicantes serbios y croatas de la limpieza ¨¦tnica. Rigidez tambi¨¦n en mantener que el aut¨¦ntico vasquismo, no el de los "de siempre" inventado hace unas d¨¦cadas, es indisociable de la democracia. De ah¨ª que la manifestaci¨®n convocada para hoy no tenga un car¨¢cter defensivo, sino de afirmaci¨®n. Decir no a ETA es hoy decir s¨ª a Euskadi.
Antonio Elorza es catedr¨¢tico de Pensamiento Pol¨ªtico de la Universidad Complutense.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Hondarribia
- Opini¨®n
- Manifestaciones contra ETA
- Nacionalismo
- Ayuntamientos
- Comunidades aut¨®nomas
- Discriminaci¨®n sexual
- Manifestaciones contra terrorismo
- Gipuzkoa
- Administraci¨®n local
- Mujeres
- Discriminaci¨®n
- Administraci¨®n auton¨®mica
- Prejuicios
- Lucha antiterrorista
- ETA
- Pa¨ªs Vasco
- Fiestas
- Ideolog¨ªas
- Problemas sociales
- Grupos terroristas
- Espa?a
- Terrorismo
- Pol¨ªtica
- Administraci¨®n p¨²blica
- Sociedad