El Raval bail¨® con Rachid Taha
Si en su primera noche de fiesta mayor la plaza de Catalunya hab¨ªa lucido la mejor de sus sonrisas (se trataba de acoger la disparatada y l¨²dica propuesta de la Mondrag¨®n), para la segunda velada de esta Merc¨¨ 2000 transmut¨® su semblante adquiriendo tonos bastante m¨¢s serios y profundos. El eje de la propuesta giraba en torno a la Fundaci¨®n Yehudi Menuhin que presentaba una versi¨®n bastante reducida de su festival Veus per la pau. S¨®lo dos voces del programa original llegaron hasta Barcelona: la argelina Houiria Aichi (que ya estuvo en una propuesta muy parecida en la inauguraci¨®n de Auditori) y la israel¨ª Noa (que hace poco present¨® su ¨²ltimo disco en ese mismo local y que el pr¨®ximo 3 de octubre actuar¨¢ en Luz de Gas). Para completar el programa se les uni¨® la barcelonesa Mayte Mart¨ªn. Tres voces de mujer que pod¨ªan haber confeccionado un cartel bastante atractivo si no se hubieran presentado bajo el ep¨ªgrafe de Veus per la pau creando una inevitable comparaci¨®n con el original ante el que la versi¨®n de esta Merc¨¨ 2000 no pasaba de una pobre tercera categor¨ªa. Al final resultaron un par de buenas teloneras (la suya no era m¨²sica para la plaza de Catalunya en plena fiesta mayor) y un nuevo ¨¦xito de Noa, que ha encontrado ya un magn¨ªfico equilibrio entre comercialidad y calidad.
Mientras en el centro de Barcelona se suced¨ªan estas propuestas musicales con ra¨ªces, en el coraz¨®n del barrio del Raval otros ritmos con tantas o m¨¢s ra¨ªces pon¨ªan a bailar a uno de los p¨²blicos m¨¢s heterog¨¦neos que pueda imaginarse. En la flamante Rambla del Raval, Rachid Taha se convirti¨® en el rey de la noche con una actuaci¨®n apabullante y expansiva.
Ya de entrada llevar el rai (m¨¢s o menos puro) al Raval es como dar de comer al hambriento, habida cuenta de la numerosa colonia magreb¨ª que vive en la zona. Una colonia que se sum¨® a la celebraci¨®n saliendo a la calle en familia, es decir desde ni?os peque?os en sus cochecitos hasta ancianos ataviados de fiesta, y que bail¨® hasta el cansancio. Ganas de bailar que se contagiaron inmediatamente al resto de grupos ¨¦tnicos que llenaban la Rambla del Raval convertida esa noche en una aut¨¦ntica aldea global que comparti¨® sus ganas de diversi¨®n sin que se produjera el m¨ªnimo incidente.
Rachid Taha, el enfant terrible del rai, comenz¨® la noche con aires predominantemente norteafricanos, en los que la¨²d y la darbuka (percusi¨®n magreb¨ª) marcaban su ley, pero, a medida que el concierto iba desarroll¨¢ndose, fue decant¨¢ndose cada vez m¨¢s hacia un rock bastante contundente en el que los toques magreb¨ªes eran s¨®lo un condimento m¨¢s. Incluso, ya hacia el final de su actuaci¨®n, se atrevi¨® a versionar a los Rolling Stones.
Taha estuvo casi dos horas y media sobre el escenario sin llegar a cansar al personal. A las tres de la madrugada en la Rambla del Raval, con todas sus terrazas abiertas, parec¨ªa que fuera mediod¨ªa.
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