Ignasi Pla, ser o no ser
Despu¨¦s de conocer la din¨¢mica y el resultado final del congreso de los socialistas valencianos, la salida del t¨²nel y la consolidaci¨®n del nuevo secretario depende una vez m¨¢s de la agilidad personal o de la tutela de Madrid. Todo depende de la rapidez de reflejos de Pla o, en su defecto, del efecto Zapatero en Valencia.Seamos sinceros, casi todos los candidatos pod¨ªan haber salido elegidos. El resultado fue la consecuencia de un juego de fuerzas bastante azaroso, que pod¨ªa haber salido de cualquier otra manera. Y, adem¨¢s, el discurso de los candidatos era muy parecido, ni siquiera se distinguieron por los temas mencionados estos ¨²ltimos d¨ªas. El estilo personal de cada uno no destacaba en exceso, quiz¨¢ porque tuvieron pocas ocasiones para manifestarlo. Dadas estas condiciones, la diversidad de alternativas provocaba inevitablemente una distribuci¨®n del resultado, que se resolvi¨® en un juego de fuerzas.
En sus intervenciones, en las declaraciones de prensa y en algunas entrevistas realizadas a los inicialmente seis candidatos, no presentaron grandes diferencias ret¨®ricas y discursivas. Si analizamos sus palabras, al menos en sus declaraciones menos preparadas y m¨¢s espont¨¢neas, no se distinguieron mucho.
Todos hablaron y mencionaron las mismas cosas. Hablaron del partido, de la necesidad de cambio, de adaptarse a la sociedad, del proyecto socialista. Alguno se acord¨® de los simpatizantes y militantes, otros de Eduardo Zaplana y de la derecha, y alguien refresc¨® la memoria del resto, diciendo que el adversario es la derecha, no el compa?ero socialista que aspira a ser secretario. Pero todos hablaron en clave interna del partido, frente al espejo, unos relacion¨¢ndolo con el enfrentamiento cainita del socialismo valenciano, un error b¨¢sico de Bres¨®; o con el fracaso colectivo, error de ?balos, porque el ciudadano y el simpatizante no se sienten responsables del fracaso de los l¨ªderes socialistas en los ¨²ltimos a?os.
Las afinidades entre candidatos a partir de las entrevistas en EL PA?S a los enton-ces seis candidatos, revelaban que entre todos ellos exist¨ªa una semejanza tan fuerte, que casi todos estaban representados en un solo candidato. Los seis se resum¨ªan en uno. Dentro de esa semejanza aparec¨ªan algunas correspondencias curiosas. Por ejemplo, la formada por Bres¨® y Baixauli, por un lado, y la de Ignasi Pla y Perell¨®, por otro, en cuanto a sus formas de expresi¨®n. ?balos y Garc¨ªa presentaban las afinidades m¨¢s d¨¦biles. Es decir, tres estilos formales distintos para seis candidatos en busca de una secretar¨ªa.
?balos y Pla fueron los m¨¢s creativos en la utilizaci¨®n del diccionario y tambi¨¦n fueron los m¨¢s directos, los que mejor pudieron llegar al militante. Dicho en t¨¦rminos coloquiales, se les pod¨ªa entender m¨¢s f¨¢cilmente en sus planteamientos. Utilizaron frases cortas y sencillas. ?balos parec¨ªa saber, adem¨¢s, que las palabras excesivamente largas pueden producir una imagen con exceso de ambig¨¹edad y ambivalencia, algo que debe aprender Pla.
En contraposici¨®n, Pla gan¨® a ?balos, desde el punto de vista discursivo, porque tuvo el cuidado de no pecar en exceso de complejidad cognitiva, de no intentar inte-grar demasiadas cosas en una sola frase. Los matices y complicaciones conceptuales pueden indicar, a largo plazo y en t¨¦rminos pol¨ªticos, mayor tolerancia, mayor distanciamiento personal y emocional, pero proporcionan poco ¨¦xito en momentos electorales. Ya se sabe que no facilita la comunicaci¨®n con el ciudadano y el militante en los momentos de elecci¨®n, y m¨¢s cuando existen candidatos m¨²ltiples. La sencillez y claridad de ideas la explotaron fundamentalmente Bres¨® y Pla. Pero Bres¨® tuvo un error de base al recordar a la bestia, el cainismo interno.
Quiz¨¢ la clave discursiva del ¨¦xito de Pla, al margen del juego de fuerzas del propio congreso, es que en sus ¨²ltimas intervenciones tuvo algunos aciertos importantes. Habl¨® de que la forma de tratar el tema del PSPV y la elecci¨®n del secretario deb¨ªa realizarse desde la perspectiva del ciudadano, de la sociedad valenciana y para presentar una alternativa al PP en las instituciones. Dej¨® as¨ª la historia lamentable de los cinco ¨²ltimos a?os para otros contextos.
Adem¨¢s, frente a la ret¨®rica exculpativa de Baixuali, la autopunitiva de Bres¨® y de ?balos, o la negativa de Perell¨® y Garc¨ªa, Pla tuvo el acierto de reconocer los errores del partido, pero no por las luchas internas, sino por no haber sabido adaptarse a los nuevos tiempos y por no saber hacerlo cuando se dieron cuenta del cambio social. No habl¨® de culpas, sino de falta de agilidad; no habl¨® de luchas internas, sino de aprender de los errores. Y hacerlo de forma compartida. Por eso, los cambios que cree necesario realizar en el PSPV se relacionan con la creaci¨®n de nuevas formas y v¨ªas de participaci¨®n, estableciendo amplias conexiones inform¨¢ticas entre partido y sociedad, pero defendiendo al mismo tiempo lo local y lo peque?o. Y tuvo aciertos, por ejemplo cuando habl¨® de abrir el partido frente a las cuotas internas de poder, y cuando critic¨® el familismo socialista, defendiendo la importancia de cada ciudadano y su aportaci¨®n personal. Apost¨® por el cambio compartido, sin personalismos ni etiquetas.
Una vez m¨¢s, existe ya un secretario general en el socialismo valenciano. Pero ahora tiene que consolidarse. Y habr¨¢ que ver si su candidatura a la presidencia de la Generalitat no se queda, con el paso del tiempo, en el camino. Ignasi Pla fue muy tajante y claro, evit¨® la incertidumbre al decir que se presentar¨¢ a la elecci¨®n de candidato a la presidencia. Pero eso tambi¨¦n plantea un futuro incierto. El PSPV est¨¢ obsesionado con la democratizaci¨®n interna y esa obsesi¨®n narcisista puede conducirles de nuevo al caos. Esas primarias abren de nuevo la incertidumbre, no s¨®lo en su partido sino, m¨¢s importante, entre los ciudadanos.
El resultado del congreso ha sido producto de un juego de fuerzas interno y, en el fondo, superficial. La consolidaci¨®n de Ignasi Pla depender¨¢ de dos cosas. Primero que sepa resaltar, intensificar, poner el zoom a su estilo personal. Y segundo, que tenga la agilidad suficiente para poner en marcha ideas renovadoras en cuesti¨®n de horas. Que no dude, que cumpla con las exigencias formales de los nombramientos inmediatos, pero debe ser consciente de que su liderazgo depende sobre todo de su rapidez para influir fuera del partido y desarrollar, desde ma?ana mismo, las novedades que tiene su discurso. Si no lo hace, si duda, le pasar¨¢ como a Romero, que ten¨ªa ideas nuevas y atractivas pero no tuvo reflejos ni tiempo para ponerlas en pr¨¢ctica. La m¨¢s m¨ªnima duda de Ignasi Pla acabar¨¢ en tragedia, como en Hamlet. Y entonces, de nuevo, habr¨¢ que recurrir a Madrid.
Adela Garz¨®n es directora de la revista Psicolog¨ªa Pol¨ªtica.
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