Un fin de semana
Comenz¨® el jueves con el decimotercer asesinato de ETA desde el fin de la tregua, lo que equipara ya los nueve meses de este a?o a todo el 97 (o a los a?os 93, 94 y 95, con 14, 12 y 15 asesinatos, respectivamente). El viernes, y al tiempo que una manifestaci¨®n de protesta discurr¨ªa por Barcelona, el lehendakari se presentaba ante el Parlamento para recomponer un Gobierno en lo que la oposici¨®n denomina "la mayor crisis institucional del Pa¨ªs Vasco", encontr¨¢ndose con una doble moci¨®n de censura. El s¨¢bado, una inmensa manifestaci¨®n de vascos y espa?oles clam¨® contra la violencia de ETA y su entorno, pero tambi¨¦n contra la complicidad, ya evidente, del propio Gobierno vasco y de los l¨ªderes del PNV. Hoy, domingo, d¨ªa del Alberdi Eguna, D¨ªa del PNV, y mientras escribo estas l¨ªneas, Arzalluz tratar¨¢ de dar respuesta a esta oleada de protestas (escribo, sin embargo, sin haber podido escuchar las palabras que nos escupir¨¢ de medio lado el J¨²piter vasco). ?Podremos alg¨²n d¨ªa abandonar este tema para dedicarnos a otros asuntos urgentes, o nos veremos obligados a cambiar de conversaci¨®n, ya que no podemos cambiar el mundo?La realidad es que asistimos a un deterioro acelerado de la convivencia en el Pa¨ªs Vasco, y frente a este dato lo dem¨¢s se antoja trivial. Una ciudadan¨ªa que no tiene garantizado el derecho a la vida o la libertad de expresi¨®n, si siquiera la de voto. Una sociedad civil crecientemente polarizada y dividida, azuzada por el propio PNV. Un Gobierno vasco que pone en entredicho la legalidad que ampara las instituciones que dirige. Una crisis de gobernabilidad derivada del bloqueo institucional en el Parlamento. Y todo ello saltando m¨¢s all¨¢ de los Parlamentos espa?oles (Vitoria o Madrid) a los europeos y la opini¨®n p¨²blica mundial. Tras veinte a?os de gobierno continuado del PNV, este escenario muestra que ha fracasado rotundamente, y no s¨®lo con el Pacto de Estella o la deriva soberanista, que al fin y al cabo son s¨®lo una argucia m¨¢s. El proyecto nacionalista del PNV ha fracasado en la m¨¢s importante tarea de asentar la convivencia en Euskadi, traicionado por ETA -a la que ha dado cobijo hasta ayer mismo-, mientras ¨¦l traionaba la democracia. Y por ello s¨®lo la alternancia es ya alternativa. Pero no es s¨®lo el nacionalismo democr¨¢tico lo que hace aguas en Euskadi.
Hace dos semanas apuntaba que el Estado parec¨ªa estar de vacaciones en el Pa¨ªs Vasco, incapaz de garantizar el orden y la convivencia pac¨ªficas. El lamentable espect¨¢culo de una polic¨ªa que ampara a los b¨¢rbaros que gritan "ETA, m¨¢talos" frente a los familiares de los asesinados fue, poco despu¨¦s, la confirmaci¨®n de esos temores. Pero la manifestaci¨®n de San Sebasti¨¢n es, desgraciadamente, otro tipo de confirmaci¨®n. Ciertamente ten¨ªamos que mostrar solidaridad con tantas v¨ªctimas de tantos abusos ejercitando nuestro derecho a defender la Constituci¨®n y el Estatuto, la ¨²nica f¨®rmula de convivencia democr¨¢tica viable en Euskadi. Pero mientras desfilaba por las calles de San Sebasti¨¢n me asaltaba una mala pregunta: ?contra qui¨¦n me estoy manifestando? Por supuesto, no para "pedirle" a ETA que no nos mate m¨¢s, pues de ETA s¨®lo espero que sean atrapados todos y purguen en la c¨¢rcel sus delitos. ?Contra el Gobierno del PNV quiz¨¢s, que se encuentra en Vitoria? Javier P¨¦rez Royo afirmaba hace pocos d¨ªas que cuando falta el destinatario de la manifestaci¨®n "es que nos encontramos ante una grave quiebra de nuestro sistema pol¨ªtico", y alud¨ªa a un d¨¦ficit de legitimidad. Comparto ese temor, aunque el d¨¦ficit es m¨¢s de legalidad que de legitimidad. Lo que percib¨ª en Donostia es una poderosa legitimidad que clama a voces por encontrar caminos institucionales. Pues, cuando la calle o los intelectuales tienen que responder a desaf¨ªos pol¨ªticos, es porque los Gobiernos, los Parlamentos, las instituciones, no han hecho bien su tarea. ETA necesita la legitimidad de la calle, pues no tiene otra, pero el Gobierno no deber¨ªa necesitar apoyarse en la calle, es ¨¦sta la que necesita su apoyo. Ayer, s¨¢bado, los vascos no nacionalistas han sentido el apoyo firme de muchos otros espa?oles; hoy, domingo, descansan, pero ma?ana, lunes, cuando usted lea esta columna, ?no estar¨¢n de nuevo como el viernes pasado?
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