Broncas a Juan Mora y Joselito
Cuando en Logro?o terminan las corridas la gente suele salir de la plaza con inusual rapidez: la calle se presenta repleta de atractivos que hacen olvidar pronto los malos tragos que se pasan en los toros. Y en esta tierra, aunque sea a sorbos, resulta una fechor¨ªa trasegar caldos intragables. Pero ayer, casi nadie se movi¨®. La plaza entera esper¨® como un solo hombre para abroncar en toda regla a Juan Mora y Joselito; alguno, incluso, ensay¨® el tiro al blanco con la anatom¨ªa de sendos espadas cuando se acercaban, cabizbajos y circunspectos, a la puerta del patio de caballos como si con ellos no fuera la cosa.Todo el festejo transcurri¨® r¨¢pido y desalentador. El toro, que hasta anteayer se hab¨ªa ense?oreado de la plaza riojana, hab¨ªa dejado de ser tan evidente y donde se supone que deb¨ªa haber casta, tan s¨®lo asomaban las pocas fuerzas y la borreguez, los pitones chicos y la comodidad.
Criado / Mora, Joselito, Uceda
Toros de Juan Manuel Criado (uno devuelto), bastos, alguno anovillado, mansos, descastados, inv¨¢lidos. 6?, sobrero, de Guti¨¦rrez Lorenzo, hondo y con movilidad.Juan Mora: dos pinchazos, se tumba el toro, dos pinchazos m¨¢s, se vuelve a echar, lo levanta el puntillero y se echa (bronca); pinchazo y media estocada ca¨ªda (pitos). Joselito: pinchazo y estocada contraria (silencio); pinchazo y golletazo (gran bronca). Uceda Leal: dos pinchazos y estocada trasera (palmas); media trasera tendida y estocada (palmas). Plaza de La Manzanera, 25 de septiembre. 5? corrida de feria. Menos de tres cuartos de entrada.
Quiz¨¢s, las denominadas figuras prefieran v¨¦rselas con este tipo de ejemplares, cortados todos con similar sumiso patr¨®n, con embestidas indiferentes y con absoluta impotencia para seguir los trebejos, aunque fueran presentados, por decirlo de alguna manera, con semejantes precauciones.
Joselito se sinti¨® increpado, a su decir, por alg¨²n sector de la plaza. El madrile?o, entonces, salt¨® a la arena y a un primero abotargado, le recet¨® una faena tan larga como insustancial. Dej¨® alg¨²n natural suelto, pero aquello no interes¨® absolutamente a nadie. Lo peor lleg¨® en el quinto. El toro le hizo as¨ª y el torero se fue con las mismas tras la espada para endilgar un golletazo monumental. Eso s¨ª, todo el tiempo que se pas¨® frente al borrego contrast¨® con los veinticinco segundos de reloj que le cost¨® adivinar las presuntas aviesas intenciones del animalito, ir a por el estoque, machetearlo con descaro y quit¨¢rselo de en medio por si las moscas. Y claro, el p¨²blico se puso de u?as con el maestro mientras se escond¨ªa en las profundidades del callej¨®n. No le vali¨®.
Juan Mora tuvo un inv¨¢lido medio moribundo que desarroll¨® por ambos pitones. Lo prob¨® y el astado se fue muriendo poco a poco mientras ensayaba con ¨¦l la suerte del descabello. En el cuarto, casi la misma historia, pero con m¨¢s grados de decepci¨®n. La muleta de Mora fue constantemente tropezada, al igual que su ¨¢nimo, irreconocible.
Uceda Leal se encontr¨® con un tercer toro que estrell¨® su corpach¨®n con un burladero al que dej¨® literalmente destruido. El toro tuvo emoci¨®n y la faena cobr¨® altura en dos tandas de derechazos hondos y ligados. Al tomar la mano izquierda todo se descompuso. En el sexto, un sobrero grand¨®n de Guti¨¦rrez Lorenzo, result¨® desbordado y atropellado. No existi¨® ni la profundidad ni el mando que exig¨ªa la embestida y los naturales, aunque hilvanados, carecieron de la ligaz¨®n y el dominio suficiente para ahormar y poder con el ¨²nico toro encastado de la tarde.
Babelia
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