Agua, ?ninguna soluci¨®n? FELIP PUIG I GODES
Cada problema exige la mejor de las soluciones posibles en el momento de tomar la decisi¨®n, y existen episodios en los que posponer una tal decisi¨®n es una actitud m¨¢s bien irresponsable. Los individuos solemos actuar a partir de estas dos premisas en muchos de los hechos que acontecen en nuestra vida cotidiana; y as¨ª debe actuar tambi¨¦n el gobierno de un pa¨ªs cuando se trata de defender el inter¨¦s general de sus ciudadanos: los del presente y los del futuro.Quienes critican airadamente a la Generalitat por apoyar la pronta aprobaci¨®n de un plan hidrol¨®gico o no son conscientes de la dimensi¨®n y la gravedad del problema al que nos enfrentamos, o no han entendido cu¨¢l es exactamente la postura y la acci¨®n global del Gobierno de Catalu?a en esta delicada cuesti¨®n, o bien han optado por hacer de la demagogia y la confusi¨®n un f¨¢cil recurso para generar desapegos y conflicto pol¨ªtico. No digo que las decisiones adoptadas por pol¨ªticos y gobernantes no deban ser puestas en duda o no puedan ser objeto de cr¨ªtica. Es l¨®gico y absolutamente necesario que sea as¨ª. Lo que quiero decir es que en determinadas cuestiones nadar y guardar la ropa, como hacen algunos opinantes de luxe, puede llegar ser una actitud ¨¦ticamente condenable o, cuando menos, est¨¦ticamente poco recomendable. Cargar sin tener en cuenta todos y cada uno de los vectores de un problema con un barniz de car¨¢cter t¨¦cnico muy considerable, sin ofrecer alternativa alguna o apelando a soluciones poco o nada acomodables a las condiciones de la realidad presente, no pasa de ser un ejercicio de petulancia. El problema del agua, desgraciadamente, se presta con demasiada frecuencia a ese juego. Por todo ello, resulta conveniente hacer algunas precisiones.
En primer lugar, en ning¨²n momento el Gobierno de Catalu?a ha dado un s¨ª gratuito y sin condiciones al proyecto de Plan Hidrol¨®gico presentado por el Ministerio de Medio Ambiente. El Gobierno de la Generalitat se felicita, eso s¨ª, de que por primera vez en m¨¢s de quince a?os se hayan puesto sobre la mesa la globalidad de los problemas que existen en torno a un recurso escaso y estrat¨¦gicamente esencial tanto para el crecimiento de un pa¨ªs como para su desarrollo sostenible. En segundo lugar, puesto que la distribuci¨®n y disponibilidad de agua precisa hoy soluciones inmediatas, la posibilidad de un trasvase debe ser vista como una respuesta nada despreciable para hacer frente a las necesidades presentes, pero en ning¨²n caso como la ¨²nica. Aparte de los 200 hect¨®metros c¨²bicos de agua que obtendr¨ªamos v¨ªa trasvase seg¨²n las previsiones del Plan Hidrol¨®gico, el d¨¦ficit h¨ªdrico de las cuencas internas de Catalu?a -estimado en unos 300 o 350 hect¨®metros c¨²bicos anuales- ser¨¢ compensado tambi¨¦n con las tres plantas desalinizadoras proyectadas por el Departamento de Medio Ambiente (60 hect¨®metros c¨²bicos), mediante un mayor aprovechamiento de las aguas depuradas (50) y a trav¨¦s de una m¨¢s eficaz interconexi¨®n de las redes (30). Olvidar estas acciones, que van a suponer un esfuerzo presupuestario importante, y centrar el debate s¨®lo en la pol¨¦mica del trasvase no puede tener otro calificativo que el de malintencionado.
En tercer lugar, se trata de un debate en el que es preciso hablar tanto de cantidades como de calidad del agua. La nueva directiva europea del agua marca un hito importante al fijarse el objetivo de un equilibrio eficiente entre ambos. Hablar de calidad o de caudales ecol¨®gicos implica hablar igualmente de hect¨®metros c¨²bicos. La recuperaci¨®n de los acu¨ªferos m¨¢s sobreexplotados del pa¨ªs o el retorno, por ejemplo, de una parte importante del caudal cedido por la cuenca del r¨ªo Ter no ser¨ªa posible, hoy por hoy, sin hablar de cantidades.
Es bien sabido que para la Generalitat de Catalu?a una soluci¨®n a largo plazo -y muy probablemente definitiva- se centra en un trasvase del R¨®dano. Las necesidades presentes y futuras de nuestro pa¨ªs podr¨ªan cubrirse con el agua procedente de un r¨ªo sin problemas de estiaje y cuyo caudal no se ver¨ªa afectado en absoluto. Romper el mito de la actual frontera administrativa en un tema como el del agua deber¨ªa ser un paso m¨¢s en el camino de integraci¨®n europea y aplicaci¨®n de criterios de sostenibilidad. Es as¨ª de simple. No se trata de una oscura coalici¨®n de intereses entre agricultores sedientos, ingenieros astutos ypol¨ªticos megal¨®manos, como parecen ver aquellos que siempre acuden al f¨¢cil recurso de la descalificaci¨®n a priori.
El trasvase de 200 hect¨®metros c¨²bicos del Ebro para Catalu?a es una soluci¨®n parcial y que precisa de matices y condiciones importantes, pero nada desde?able porque en ning¨²n caso va a suponer perjuicios de ning¨²n tipo. No est¨¢ claro, en cambio, si el Ebro va a soportar con tanta tranquilidad la extracci¨®n de 800 hect¨®metros c¨²bicos destinados a abastecer los territorios de Valencia, Murcia y Andaluc¨ªa. Como tampoco est¨¢ claro que este volumen vaya a significar ni siquiera un bal¨®n de ox¨ªgeno para los cultivos de esas comunidades. En este punto, la posici¨®n de la Generalitat es bien clara: no aceptar un proyecto que suponga aportar escasos beneficios a unos territorios en detrimento mayor de otros. Nuestro punto de partida es bien distinto: nadie debe salir perdiendo y, si es posible, todos han de salir ganado. Si el Plan Hidrol¨®gico resultante del debate actual garantiza esta filosof¨ªa, el Gobierno de Catalu?a va a darle su apoyo, pues supone un avance sustancial.
No debe salir perdiendo, sino que debe salir ganando el mismo r¨ªo, y l¨®gicamente el delta. En este sentido, el Plan Hidrol¨®gico deber¨¢ establecer un caudal ecol¨®gico suficiente para mantener la calidad de los ecosistemas fluviales e impedir la regresi¨®n o la intrusi¨®n salina. Deben ganar las gentes de las tierras del Ebro. El trasvase no ha de poner en peligro las necesidades de agua para el desarrollo presente y futuro de la regi¨®n. Deben preverse las inversiones y compensaciones que permitan la creaci¨®n de infraestructuras que impulsen la riqueza en la zona.
El problema del agua no es nuevo. Es m¨¢s bien un viejo problema que precisa soluciones inmediatas. Por ello, no debemos instalarnos en la pol¨¦mica f¨¢cil. Es tiempo de debatir sobre necesidades b¨¢sicas de la sociedad, no de discutir sobre trivialidades disfrazadas de verbo elegante.
Felip Puig i Godes es consejero de Medio Ambiente. consellerpuig@correu.gencat.es
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