Charlotte Rampling y Morgan Freeman defienden la fuerza de las arrugas
La actriz inglesa y el actor estadounidense coincidieron ayer en el certamen donostiarra
Morgan Freeman asegura que muchos cineastas norteamericanos tienen complejo de inferioridad frente a Europa, "porque pensamos que s¨®lo se nos ve como autores de felices productos Disney". Freeman, de 62 a?os, defiende el cine como espect¨¢culo, "no me comprometo con nada m¨¢s", dice. Desde el otro lado, la actriz inglesa Charlotte Rampling habla de las pel¨ªculas como una forma de filosof¨ªa y pol¨ªtica, "como un compromiso personal". Ambos, sin embargo, defendieron ayer en San Sebasti¨¢n algo que les une: la fuerza de las canas. La actriz, de 54 a?os, matiz¨®: "A nadie le gusta arrugarse, tener dolores y envejecer. El cine es terrible, s¨®lo podemos ser los que somos y yo soy una mujer que est¨¢ envejeciendo".
Depresi¨®n
Charlotte Rampling present¨® ayer en la secci¨®n oficial del festival su pel¨ªcula Bajo la arena, dirigida por Fran?ois Ozon, que a sus 33 a?os es uno de los m¨¢s prometedores cineastas franceses. "Los j¨®venes mueven el mundo", dice la actriz. "Ellos no quieren hablar de los adultos. Pero siempre habr¨¢ peque?os grupos a los que les interese lo que le ocurre a la gente como nosotros. A m¨ª, que nunca me han interesado las masas, me gusta ser objeto de esas minor¨ªas" .La historia de una mujer que de la noche a la ma?ana se queda sola tras la desaparici¨®n de su marido en una playa de Las Landas es para la actriz la exploraci¨®n de lo que le ocurre a una mujer mayor cuando su mundo se derrumba. La morbosa relaci¨®n con la sombra de su marido se cruza con la de un nuevo amante. "Es la historia de una mujer que niega la realidad porque no se quiere explicar lo inexplicable. Puede parecer una pel¨ªcula triste, pero para m¨ª esto no tiene nada que ver con la tristeza".
?xito
"Nada ha sido normal en mi vida", dice Rampling, que se retir¨® del cine hace unos a?os, tras padecer una fuerte depresi¨®n, y que en los ¨²ltimos dos a?os ha rodado cuatro pel¨ªculas, todas ellas francesas. "Siempre he vivido al d¨ªa y eso me ha funcionado. Las normas y la rutina no van conmigo. He vivido siempre mi vida, y mi vida a veces la he vivido a trav¨¦s del cine".Si hablar del despliegue de elegancia y belleza de Rampling y del mito de sus ojos verdes ser¨ªa subrayar lo evidente, la actitud m¨¢s terrenal -por llamarla de alguna manera- de Morgan Freeman merece unas palabras. El actor, de 62 a?os, present¨® en Zabaltegi dos pel¨ªculas, Nurse Betty y Bajo sospecha. ?Cu¨¢l prefiere? "La que yo he pagado", contest¨® sin temblar, en referencia a Bajo sospecha, una pel¨ªcula que pas¨® sin pena ni gloria por el Festival de Cannes y que ¨¦l dice que ha producido para volver a trabajar con su amigo Gene Hackman. Un remake de una pel¨ªcula de Claude Miller que el actor ha producido pese a que piensa que "los remakes de las buenas pel¨ªculas son in¨²tiles, generalmente no funcionan". "Yo", a?ade Freeman, "esto lo hice por Gene". El actor no dedic¨® ni una palabra a su otra pel¨ªcula en el festival, Nurse Betty, a pesar de que en general gust¨® mucho m¨¢s que la producida por ¨¦l a los periodistas acreditados en el festival.
Freeman recibi¨® a un grupo de periodistas en el hotel Mar¨ªa Cristina. Al ver que eran cinco mujeres exclam¨®: "?Vaya, todas para m¨ª. Es la historia de mi vida!". Con los brazos abiertos sobre el respaldo del sof¨¢ y con una mirada tan directa que logr¨® intimidar al bloque entero de reporteras, Freeman desayun¨® mientras contestaba a las preguntas. Despu¨¦s de tomarse el tercer bollo se chup¨® uno a uno los dedos de la mano, para rematar la faena con un eructo. "Lo siento, se?oritas", se disculp¨®.
Con una voz grave y un ritmo muy pausado (probablemente debido a los efectos del jet-lag), el actor -el ¨²nico negro que ha interpretado a un presidente de Estados Unidos- no quiso entrar ni en pol¨ªtica ("no me interesa la pol¨ªtica, lo m¨ªo es el entretenimiento") ni en asuntos sociales ("a los afroamericanos nos va muy bien, gracias"). Con una carrera en el cine mete¨®rica -rod¨® su primer filme hace 15 a?os, despu¨¦s de 30 dedicado exclusivamente al teatro-, Freeman cree que en el "camino de un actor no existe una parada llamada ¨¦xito". "El ¨¦xito", a?ade, "es hacer una pel¨ªcula, el resto es un problema del azar"."Hay un extra?o complejo de inferioridad del cine norteamericano hacia Europa", continu¨® el actor de Paseando a Miss Daisy, "sabemos que nuestras sensibilidades son diferentes y que aqu¨ª nos miran como si vini¨¦ramos con pel¨ªculas felices tipo Disney. La sensibilidad europea es m¨¢s realista, probablemente m¨¢s dura".
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