El Wisla castiga la dejadez del Zaragoza
Los aragoneses pierden en los penaltis despu¨¦s de adelantarse y dominar en el primer tiempo
T¨ªmidos, los polacos del Wisla se metieron un gol en propia meta nada m¨¢s comenzar el partido. Como pidi¨¦ndole perd¨®n al Real Zaragoza, que en la ida hab¨ªa ganado 4-1 y lo ten¨ªa todo servido. El pase a la siguiente ronda debi¨® parecer tan real a los jugadores del Zaragoza que se dejaron llevar por la enso?aci¨®n. El viento soplaba a su favor en Cracovia. El equipo dirigido por Lillo jugaba en campo contrario. Ten¨ªa la pelota y la calma. La tarde declinaba con un suave sol centroeuropeo y los jugadores del Wisla parec¨ªan torpes. Torpes y derrotados en el descanso, con cinco goles encima para remontar la eliminatoria. ?Por qu¨¦ preocuparse por ellos? En el descanso, los hombres de Lillo debieron despistarse. Una hora m¨¢s tarde, se ca¨ªan de la UEFA barridos por un equipo que parec¨ªa acabado.El Wisla daba s¨ªntomas de derrumbe hasta que apareci¨® un zurdo flaco y p¨¢lido pegado a la banda izquierda. Su nombre era Kosowski. Su condici¨®n: la insistencia, el desborde de Pablo, totalmente superado, los centros a discreci¨®n, y la falta de respeto por el rival. Kosowski fue el inspirador al que pronto se unieron Kelechi y Frankowski. Su entusiasmo, unido a la depresi¨®n del Zaragoza, obr¨® el prodigio.
WISLA DE CRACOVIA 4 ZARAGOZA 1
Wisla de CraCovia: Sarnat; Moskal, Glowacki, Basczynski; Kosowski, Kulawik (Nicinski, m.46), Zajac, Czerwiec (Kelechi, m.46), Zurawski; Moskalewicz (Sosin, m.46) y Frankowski.Zaragoza: Juanmi; Pablo, Aguado, Paco, Lanna; Acu?a, Arag¨®n, Garitano (Jos¨¦ Ignacio, m. 94), Marcos Vales (Vellisca, m.66); Juanele y Peternac (Yordi, m.74). Goles: 0-1, m.5, Basczynski en propia meta. 1-1, m.51 Kelechi. 2-1, m.53, Frankowski. 3-1, m. 60, Moskal. 4-1, m.88, Frankowski tras cuatro rechaces. ?rbitro: Norman (Suecia). Amonest¨® a Zurawski, Vales, Garitano, Pablo y Jos¨¦ Ignacio. 10.000 espectadores en el estadio Raymonka.
La defensa del Zaragoza hizo todo exactamente al rev¨¦s. Sin demasiado apoyo desde el centro del campo, Aguado y Paco bascularon hipnotizados por el bal¨®n, abriendo enormes huecos a sus espaldas. Nadie ten¨ªa una marca asignada, o eso parec¨ªa, porque la confusi¨®n era descomunal. Cada contraataque del Wisla generaba p¨¢nico. Cada bal¨®n al segundo palo encontraba un polaco libre y listo para disparar. Cada rechace tambi¨¦n. Todos los rechaces parec¨ªan de propiedad polaca. Y los trallazos sobre Juanmi ca¨ªan como lluvia gruesa. As¨ª cayeron los goles. Con la llegada de los penaltis, la suerte del Zaragoza estaba echada. La moral por los suelos y el sentimiento de impotencia se extend¨ªa entre un equipo incapaz de hacer un solo gol de diez ocasiones claras. El Zaragoza atac¨® desbocado. Fue imprudente. Se sobr¨®. Y lo pag¨® caro.
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