Desmontar el mesianismo PILAR RAHOLA
Citar a Vidal-Quadras, en mi caso, se parece bastante a un dolor de barriga, y sin embargo es evidente que en este punto -s¨®lo en ¨¦ste- estamos de acuerdo: en Catalu?a todos los l¨ªderes pol¨ªticos que se precien pujolean. Un buen Pujol de izquierdas dijeron, tiempos ha, de Rib¨®. Pero ?qu¨¦ es Carod- Rovira sino un aspirante a Pujolet en versi¨®n cambrilense? El PP que busca reinventarse ha removido todas las entra?as para buscar un cl¨®nico de Pujol, y despu¨¦s del intento fallido de Trias de Bes, ah¨ª est¨¢ nuestro ex comunista reciclado asemej¨¢ndose tanto a Pujol que parece la versi¨®n pol¨ªtica de la oveja Dolly. De Duran o de Mas no hace falta ni subrayarlo, de manera que podemos decir con bastante convicci¨®n que s¨®lo dos pol¨ªticos -perm¨ªtanme mi autoexclusi¨®n del an¨¢lisis- han sido abiertamente distintos de la cultura de liderazgo que el pujolismo ha creado: ?ngel Colom y Vidal-Quadras. ?Me dejo a Pasqual Maragall? Al contrario, lo guardaba como paradigma y repetir¨¦ lo que le dije en una ocasi¨®n: "Pujoleas tanto que tienes una opci¨®n real de ganar".Pujolear, he ah¨ª el verbo que ha demostrado ser una garant¨ªa pol¨ªtica, tanto que todos los aspirantes se ponen a practicarlo con esforzado af¨¢n, y ello a pesar de saber que el inventor de la cosa es el que tiene m¨¢s pr¨¢ctica... ?Qu¨¦ significa, sin embargo, el verbo en cuesti¨®n? ?Podemos hablar de una cultura que ha reinventado la pol¨ªtica misma? ?Es el pujolismo una manera de entenderla? Sin ninguna duda, hasta el punto de que ha secuestrado de tal manera el concepto que nadie lo concibe fuera del universo pujolista. O dig¨¢moslo m¨¢s claro: nadie cabe fuera de ese universo. Ah¨ª est¨¢n, si no, las carreras truncadas de Colom y Vidal-Quadras...
Conjuguemos, pues, el verbo con la ¨²nica intenci¨®n de ayudar a un debate que supere esta etapa hist¨®rica y las trampas que ha creado. Pujolismo es, ante todo, mesianismo, y ha sido el mesianismo el que ha connotado nuestra democracia recuperada. Nadie puede saber c¨®mo habr¨ªa sido el Revent¨®s presidente, pero ya podemos asegurar que el Pujol presidente ha creado una figura pol¨ªtica a medio camino entre el pol¨ªtico y el patriarca -?b¨ªblico?-, una especie de mes¨ªas con pueblo elegido incorporado que ha asumido la pesada carga de la traves¨ªa del desierto. Lejos de plantear la recuperaci¨®n democr¨¢tica como una cuesti¨®n dial¨¦ctica, ha sido planteada como una cuesti¨®n esencial, y por tanto Catalu?a no ha sido un proyecto, sino una misi¨®n. Algo parecido, sin violencia, al Arzalluz vasco. El culto a la persona ha llegado hasta tal punto que ha tenido una doble consecuencia: ha creado s¨ªndrome de abstinencia avant la lettre -?qu¨¦ ser¨¢ de Catalu?a sin Pujol?- y un claro s¨ªndrome de Estocolmo en la oposici¨®n, que vive sin vivir en ella de tan secuestrada como est¨¢ por una figura que percibe m¨¢s m¨ªtica que pol¨ªtica.
?Qui¨¦n teme a Jordi Pujol?, habr¨ªa que preguntarse en esos debates de pol¨ªtica general m¨¢s parecidos a un baile de sal¨®n que a una guerra dial¨¦ctica. La pol¨ªtica, si me permiten la exageraci¨®n, no existe en Catalu?a, existe una especie de juego de ni?os, con un Parlament de fireta, a medida, donde todos se pelean un poco, se conocen un mucho y se sienten tan encantados de estar juntos y revueltos que s¨®lo les falta el pa amb tom¨¤quet del fin de semana. Les faltaba, pues en esas lleg¨® Jordi Casas con sus fiestas estivales y puso prontamente remedio...
La pol¨ªtica no existe porque esa m¨ªstica pujoliana no s¨®lo ha impregnado a la ciudadan¨ªa, sino tambi¨¦n a todo el espectro opositor, que no trata a Pujol como a un l¨ªder pol¨ªtico al que combatir, sino como a un l¨ªder m¨ªstico al que imitar. Casi todos pujolean porque casi todos quieren ser ese mes¨ªas indestructible que, lejos de gobernar presupuestos, ha sido capaz de liderar sentimientos. Traves¨ªas del desierto, muros de Jeric¨®, nuestros pol¨ªticos son peque?os Mois¨¦s dispuestos a suceder al actual y ya b¨ªblico Mois¨¦s. ?Qu¨¦ era, si no,Maragall cuando, l¨¢nguido y pensativo, nos dec¨ªa que ser¨ªa candidato si el pueblo le llamaba para tal misi¨®n? Si as¨ª se lo ped¨ªa Catalu?a... No llegar¨¦ a decir que tenemos aprendices de salvadores de la patria, pero casi. Pujolear es eso, es no haber superado el servilismo que el franquismo nos martille¨® en el cerebro y reinstalamos en democracia con la ayuda de un Pujol que s¨®lo concibe la pol¨ªtica desde el personalismo. Nadie, en la primera l¨ªnea actual, se escapa de esa tendencia paterno-esencial que ha convertido lo que tendr¨ªa que ser alta pol¨ªtica en un asunto de sobremesa familiar. Ergo, no tenemos pol¨ªticos, sino patriarcas. Por eso la sucesi¨®n no se plantea en t¨¦rminos de cambio hist¨®rico, sino de traspaso de herencia. Y cuidado, que la sucesi¨®n la pelean todos, vivan o no bajo el techo convergente. Romper con la herencia ser¨ªa hacer pol¨ªtica, y eso es lo que no tenemos planteado.
Pero pujolear es un verbo vers¨¢til que tiene m¨¢s ramificaciones. Significa tambi¨¦n militar en la ambig¨¹edad, habitar en el para¨ªso electoral del cero ideol¨®gico. Si Roland Barthes invent¨® el grado cero de la escritura, el pujolismo ha hecho lo mismo con la pol¨ªtica, sustituy¨¦ndola por un ente acr¨ªtico y casi ahist¨®rico que ha llamado Catalu?a. As¨ª, es Catalu?a, ella misma, la ideolog¨ªa, con lo cual la confusi¨®n es definitiva. ?Se escapan los que pugnan por la herencia de ese acomplejamiento ideol¨®gico, de esta tendencia al cero virginal? Vean ustedes: Maragall es de izquierdas, pero menos. Piqu¨¦ es derechas, pero poco. Carod es radical, pero ya no. Rib¨® ya no sabe si ser o no ser, y los Mas y Duran son casi nada, es decir, el centro perfecto. Y todos juntos en la misma casa. Otra vez me sirve el ejemplo de Colom y Vidal-Quadras: eran todo ideolog¨ªa y cero ambig¨¹edad, y ah¨ª est¨¢n. Es decir, ah¨ª no est¨¢n.
Reclamo, en una redefinici¨®n de esa Catalu?a que aspiro liberada de equipaje esencial y de carga hist¨®rica, una repolitizaci¨®n de la pol¨ªtica, una recarga ideol¨®gica. Y, por supuesto, reclamo pol¨ªticos ah¨ª donde tenemos aspirantes a mes¨ªas. A Catalu?a le sobran familia y compadreo, y le falta dial¨¦ctica. Le sobran esencias y le faltan proyectos. Le sobran emociones y le faltan ideas. Y sobre todo le sobra esa tendencia a conjugar un verbo premoderno que la sit¨²a fuera de la pol¨ªtica: le sobra pujolear.
Pilar Rahola es escritora y periodista pilarrahola@teleline.es
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