La pesca
La crisis de los precios de los combustibles puede producir un desabastecimiento del mercado, con especial incidencia en las pescader¨ªas. Los pescadores de muchos puertos espa?oles no salen a la mar para manifestar su protesta. Hemos visto en otras capitales, mediante im¨¢genes que ofrec¨ªan los informativos de las televisiones, piquetes impidiendo el transporte y venta de pescado, y algunas acciones especialmente significativas como aqu¨¦llas en las que los pescadores met¨ªan la mano en el expositor de la pescader¨ªa y daban un violento barrido tirando al suelo gran cantidad y variedad de productos de la mar.Para los devotos del pescado (entre los que un servidor se cuenta) era horrible; casi sacr¨ªlego.
Est¨¢ por ver, sin embargo, que toda la cantidad y variedad de especies tiradas al suelo se hubiesen pescado en las costas espa?olas. Los piquetes -sospecha un servidor-se estaban pasando. La mayor parte de lo que se vende en las pescader¨ªas no viene de los puertos espa?oles, sino de caladeros lejanos. Ha sido capturado, seg¨²n temporadas y especies, en Islandia, en los Grand Banks de Canad¨¢, en los Georges Banks de EE UU, en las aguas de Per¨² o de Argentina, en Alaska, en los mares que ba?an Sur¨¢frica, Angola, Senegal o Madagascar, en el mar del Norte, en las Malvinas...
Esas pescas las traen al mercado central y a las pescader¨ªas las cadenas de importaci¨®n y han sido efectuadas por flotas bien distintas a las que hacen huelga en Espa?a. Y no justo ahora con el fin de aprovecharse del desabastecimiento para hacer una competencia desleal, sino de siempre.
Ocurre algo parecido con la carne. La venta de los productos frescos bordea el fraude precisamente porque al vendedor se le ofrecen todas las facilidades para falsear su origen. Un pedazo de carne en el escaparate lo pueden rotular con la mayor desfachatez del mundo "silla de ternera de ?vila", o "solomillo de Galicia", aunque lo hayan tra¨ªdo de Polonia.
Ya puede imaginarse que si lo trajeron de Polonia hubo de ser congelado y si se vende como carne fresca, el carnicero lo hubo de someter a descongelaci¨®n. Con el pescado pasa lo mismo. Esa "merluza de pincho" que venden en la pescader¨ªa a precio desorbitado a lo mejor la trajeron de Argentina congelada sabe Dios cu¨¢ndo.
Barbaridad ser¨ªa que el comprador, una vez en su casa, decidiera no cocinar de momento la tal merluza de pincho y congelarla, pues se producir¨ªa un descalabro en la cadena del fr¨ªo muy peligroso para la salud del consumidor. Lo cual -dicta la l¨®gica- est¨¢ sucediendo cada d¨ªa sin que tomen cartas en el asunto o a lo mejor ni se enteren las autoridades pol¨ªticas y sanitarias responsables de la salud de la ciudadan¨ªa.
Y as¨ª vamos tirando. No se dice que todos los pescaderos y carniceros procedan igual, pero s¨ª que existen; y que en este mercadeo no hay garant¨ªas de autenticidad (y precio) para los consumidores.
Va uno a ciertas pescader¨ªas, pregunta (o lee las etiquetas) y el langostino siempre es de Sanl¨²car, el chipir¨®n de anzuelo, el boquer¨®n del Cant¨¢brico, la ostra de Arcade (?ja, ja, ja!). Y, claro, uno no se lo cree aunque el pescadero se lo jure de rodillas. Ahora bien, si mira el precio no cabe duda de que ¨¦sa es exactamente su procedencia, y de que todos los productos los pescaron durante la misma ma?ana y llegaron frescos un cuarto de hora antes, transportados en un reactor de las Fuerzas Armadas. Claro que si el consumidor compra sin rechistar y paga religiosamente ser¨¢ porque se ha cre¨ªdo que el langostino es de Sanl¨²car, el chipir¨®n de anzuelo, el boquer¨®n del Cant¨¢brico, la ostra (?ja, ja, ja!) de Arcade. La humanidad (siempre lo dijo un servidor) es buena, ingenua y enternecedora.
Un fraude de peor cala?a acaba de ser desvelado: el de la leche. Resulta que lo que algunas marcas venden como leche no es leche. El l¨ªquido, s¨ª, es blanco, pero se trata de un suced¨¢neo que nada tiene que ver con la leche. Estamos hablando de la alimentaci¨®n b¨¢sica por excelencia, lo que precisan tomar ni?os y ancianos para su fortalecimiento y salud.
Granujas y delincuentes se han infiltrado en el negocio de la alimentaci¨®n o no se explica. Tampoco se explica que no los hayan metido en la c¨¢rcel. Luego hace falta que alguien lo explique. El responsable.
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