Derechos humanos
El oleaje humano que llega a las costas de Andaluc¨ªa no es simplemente un problema andaluz, afecta a un ¨¢mbito mayor de decisiones pol¨ªticas, jur¨ªdicas y culturales. Las pateras que cruzan el mar, la muerte, la esclavitud y el miedo no buscan el litoral andaluz, sino las playas de una sociedad venturosa, es decir, una sociedad con suerte y con viento. En esta b¨²squeda hay un arrecife ¨ªntimo de abandono y aceptaci¨®n. El emigrante, como saben tantos espa?oles, renuncia a su luz familiar, a la calma cotidiana de su calor y de su fr¨ªo, para aceptar el viento de la supervivencia y de la extranjer¨ªa. Cualquier ley de extranjer¨ªa esconde una humillaci¨®n, un contrasentido humano, una denuncia de las fronteras y las leyes sociales. Pero cuando la miseria infecta la luz, el calor o el fr¨ªo, cuando el aire se corrompe en los s¨®tanos de la necesidad, uno debe aceptar la humillaci¨®n de la extranjer¨ªa y luchar por la vida de una forma casi animal. Los suburbios, la indocumentaci¨®n, los trabajos no regulados, las llamadas telef¨®nicas y los env¨ªos de dinero al pa¨ªs de origen son una selva cargada de fieras y serpientes venenosas. Paradoja de las paradojas, algunas leyes animalizan la realidad. Despu¨¦s de cruzar el mar, las pateras aceptan el abandono y la selva en busca de la sociedad del bienestar. No vienen a Andaluc¨ªa, sino a Europa, a este tipo de vida feliz que comparten en sus casas a trav¨¦s de la televisi¨®n.Pero el caso es que las pateras llegan a Europa a trav¨¦s de Andaluc¨ªa, y en este sentido la inmigraci¨®n es un problema profundamente andaluz. ?Qu¨¦ estamos haciendo? ?Qu¨¦ lugar hemos decidido ocupar en esta realidad? No se trata s¨®lo de un asunto jur¨ªdico, ni de un problema de competencias, porque esta situaci¨®n exige tambi¨¦n una respuesta pol¨ªtica, en el mejor sentido que pueda conservar a¨²n esa palabra, m¨¢s all¨¢ del pensamiento ¨²nico y de la autoridad totalitaria de los intereses financieros. Andaluc¨ªa debe tomar la palabra institucionalmente y convertirse en protagonista para cuestionar las inercias del neoliberalismo, para demostrar que debajo de la libertad absoluta de los mercados se esconde una sociedad absolutista con diversas formas de naufragio y con muchos ahogados. El poder tiene hoy un rostro y una espada casi fantasmales, pero existe con m¨¢s orgullo y m¨¢s fuerza que nunca.
Andaluc¨ªa debe considerar la tragedia de la inmigraci¨®n como un problema pol¨ªtico suyo. Antes que nada hay que mejorar las infraestructuras de acogida, invertir el dinero necesario para que los inmigrantes localizados por la polic¨ªa sean atendidos de manera digna en su breve paso por las orillas del bienestar. Pero despu¨¦s habr¨¢ que comprometerse ideol¨®gicamente, y de un modo llamativo, en la defensa de los derechos humanos, que hoy son violados no s¨®lo por los dictadores, sino tambi¨¦n por las fronteras internas y externas del bienestar. Andaluc¨ªa es el territorio simb¨®lico de una nueva necesidad dialogante. Debemos crear una biblioteca, con libros en todas las lenguas del mundo, que sea met¨¢fora de la preocupaci¨®n intelectual y pol¨ªtica sobre los derechos humanos. Se lo debemos a nuestra historia. Se lo debemos a la gente detenida o ahogada en la espuma de nuestras orillas.
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