Acuerdo de m¨ªnimos

El desacuerdo entre palestinos e israel¨ªes sobre c¨®mo poner fin al ya prolongado estallido de protesta y represi¨®n en los territorios ocupados es tan grave que el presidente Clinton se ha visto obligado a poner en pr¨¢ctica una vez m¨¢s la ¨²nica idea que se le ocurre ¨²ltimamente sobre Oriente Pr¨®ximo: convocar al primer ministro israel¨ª, Ehud Barak, y al l¨ªder palestino, Yasir Arafat, en Washington, mientras contin¨²an los enfrentamientos y crece sin cesar la necrol¨®gica de ¨¢rabes abatidos por las fuerzas israel¨ªes.Las negociaciones se hallan en punto muerto en sentido literal. El jueves pasado, el representante palestino se neg¨® a firmar un acuerdo de m¨ªnimos para separar a los contendientes, lo que llev¨® a Barak a interrumpir los contactos. En la localidad egipcia de Sharm el Sheik le esperaban ayer in¨²tilmente la secretaria de Estado norteamericana, Madeleine Albright, el l¨ªder palestino y el presidente egipcio, Mubarak.

Arafat, que anoche lleg¨® a Espa?a para asistir al Foro Formentor, donde se entrevist¨® con el presidente Aznar, no acept¨® firmar lo que los israel¨ªes llamaban alto el fuego porque Barak rechazaba la formaci¨®n de una comisi¨®n internacional, bajo el paraguas de la ONU, que investigara sobre el terreno lo que sucede a diario en Cisjordania y Gaza: el uso de munici¨®n real por parte de las fuerzas israel¨ªes contra manifestantes ocasionalmente apoyados por las armas personales de la polic¨ªa o de milicias palestinas. Es una exigencia m¨ªnima frente a la matanza continuada de civiles desarmados y la negativa israel¨ª a retirar a sus tropas de las zonas m¨¢s conflictivas.

El grav¨ªsimo brote de violencia, que muchos califican ya como una segunda Intifada, difiere de la de 1987 en que Arafat trata hoy de controlar el estallido con una milicia allegada, sobre todo para impedir que, como en la primera Intifada, sean los islamistas de Ham¨¢s quienes capitalicen la violencia, aunque ayer no logr¨® evitar que grupos radicales palestinos apedrearan otra vez el m¨¢s que simb¨®lico Muro de las Lamentaciones, detonante de la dura represi¨®n israel¨ª.

?Qu¨¦ puede pedir ante todo ello la comunidad internacional? Que ambas partes dejen de buscar el enfrentamiento a cualquier precio; que la polic¨ªa palestina controle a los grupos radicales; que Israel deje de confundir balas de caucho con munici¨®n real; que el Gobierno sionista muestre alguna flexibilidad sobre Jerusal¨¦n, cuando est¨¢ claro que ning¨²n l¨ªder palestino podr¨¢ renunciar a la parte ¨¢rabe de la ciudad, aunque ello no excluya alguna soberan¨ªa conjunta sobre tanto lugar santo all¨ª reunido. Si Jerusal¨¦n llega a ser de todos alg¨²n d¨ªa, quiz¨¢ la paz vuelva a Oriente Pr¨®ximo. Propiedad exclusiva y paz en la tierra no parecen t¨¦rminos f¨¢ciles de conciliar.