Vuelven los masones
"Tengo aqu¨ª a los masones. ?Qu¨¦ hago?, ?los detengo?". Esta pregunta se la hizo Rodolfo Mart¨ªn Villa, siendo ministro del Interior, al entonces presidente del Gobierno, Adolfo Su¨¢rez, en 1976. La respuesta, desde el otro lado del hilo telef¨®nico, no se hizo esperar: "Legal¨ªzalos".Del episodio que sin duda contribuy¨® a cerrar el par¨¦ntesis impuesto por el franquismo a la masoner¨ªa en Espa?a da cuenta el periodista Xavier Casinos en el libro titulado La masoner¨ªa en Barcelona, que la editorial La Busca Edicions, SL, acaba de publicar. Los masones que cometieron la osad¨ªa de presentarse en el despacho del ministro del Interior tres a?os antes de la legalizaci¨®n de estas organizaciones eran Jaime Fern¨¢ndez Gil de Terradillos, Antonio Villar Mass¨® y Antonio Garc¨ªa Borrajo, que desempe?aban los m¨¢ximos cargos del Gran Oriente Espa?ol. El nombre de Villar Mass¨® fue uno de los que mas sonaron en los ambientes mas¨®nicos durante la transici¨®n, porque no en vano fue el primero en darse a conocer p¨²blicamente despu¨¦s de que se legalizara la orden, en diciembre de 1979. Casinos se esfuerza en explicar con un lenguaje claro y sin abusar de la terminolog¨ªa mas¨®nica el pasado y el presente de estas obediencias que, 21 a?os despu¨¦s de su legalizaci¨®n en Espa?a, no han logrado sacudirse del todo la leyenda negra que pesa sobre sus miembros.
Una prueba de que no se han disipado del todo los prejuicios de un sector de la sociedad sobre las logias y el trabajo que los "hermanos masones" desarrollan en ellas es el secretismo con que se mantienen los nombres de sus integrantes. El d¨ªa en que algunos personajes del mundo de la cultura, la pol¨ªtica o la milicia reconozcan abiertamente su pertenencia a una determinada obediencia mas¨®nica se podr¨¢ hablar de una normalizaci¨®n que a¨²n est¨¢ lejos de conseguirse del todo. No es de extra?ar que el autor no se arriesgue a citar los nombres de algunas celebridades que suenan como masones y que, aunque fuera cierto, es muy probable que lo desmintieran. M¨¢s soltura muestra al referirse a nombres propios de otro tiempo, como el del arquitecto Antoni Gaud¨ª y el ingeniero que proyect¨® el Eixample barcelon¨¦s, Ildefons Cerd¨¤, respecto a los cuales prevalece la opini¨®n de los estudiosos que niegan su pertenencia a la masoner¨ªa. Sobre el presidente de la Generalitat Llu¨ªs Companys aporta pruebas documentales en el cap¨ªtulo titulado Los favores mas¨®nicos de Companys. Casinos reproduce cartas de masones que le dan el tratamiento de "hermano" para pedirle que interceda en la colocaci¨®n de otro miembro que aspira a la plaza de juez en un juzgado municipal. En otro escrito el venerable maestro de la logia de Madrid Conde de Aranda le felicita por una actuaci¨®n del Gobierno que presid¨ªa en Catalu?a por considerarla "altamente mas¨®nica".
Una novedad que aporta el trabajo de Casinos es que la barcelonesa Academia Fontanella, situada en la calle del mismo nombre, y su propietario, Miquel Cabra, tuvieron un papel destacado al convertirse en el punto de encuentro de los masones que a principios de los a?os setenta iban volviendo del exilio, ya que les brindaba una tapadera que buena falta les hac¨ªa en aquel tiempo.Uno de los integrantes de aquel grupo, Joan Mass¨®, explica en el libro que cada "hermano" que acud¨ªa a la academia le entregaba una tarjeta de visita que ¨¦l guardaba celosamente y que luego constituy¨® "el primer registro todav¨ªa clandestino de masones". En marzo de 1976 aquel grupo fund¨® la logia Catalunya, que luego se llam¨® Perseveran?a. Entre sus miembros figuran los hist¨®ricos Llu¨ªs Salat, Rafael Vilaplana y Josep Munt¨¦. Los dos primeros fueron mas tarde los grandes maestros de la Gran Logia de Espa?a y de la Gran Logia Simb¨®lica, heredera de la tradici¨®n mas¨®nica anglosajona la primera y de corte m¨¢s liberal la segunda.Cuando llegaba la noche, una de las aulas de la academia se metamorfoseaba en templo donde se celebraban unos rituales de gran austeridad ornamental por si hab¨ªa que salir corriendo en caso de que la polic¨ªa llamase a la puerta. El d¨ªa en que los masones se reun¨ªan, Cabra le dec¨ªa al portero de la finca: "Esta noche habr¨¢ reuni¨®n de profesores".
El libro La masoner¨ªa en Barcelona da cuenta de que la historia de estas organizaciones est¨¢ plagada de persecuciones por parte del poder establecido y de la Iglesia. Sorprende constatar la facilidad con la que los gobernantes del momento colgaban a estas organizaciones todos los sambenitos habidos y por haber. Lo cierto es que la masoner¨ªa siempre se llev¨® mal con las dictaduras, ya que las ideas liberales que preconiza y la fama de conspiradores que se granjearon en alg¨²n momento sus miembros los convert¨ªan en blanco de todas las cr¨ªticas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.