Milosevic o la patolog¨ªa del poder
Su rostro, visto el viernes en primer plano en la televisi¨®n serbia durante su encuentro con el ministro de Exteriores ruso, ?gor Ivanov, parec¨ªa la imagen misma de la ruina. Era una cara cansada, enferma, quiz¨¢s sedada, pero sin el menor atisbo de emoci¨®n. En situaci¨®n similar, en la postraci¨®n de la derrota tras la terrible ca¨ªda desde las alturas de la omnipotencia, su antecesor como m¨¢ximo s¨¢trapa balc¨¢nico europeo, Nicolae Ceausescu, al menos hab¨ªa mostrado ira, desprecio hacia quienes le hab¨ªan traicionado y afecto hacia su mujer y c¨®mplice en aquel ¨²ltimo c¨¦lebre gesto de consuelo a Elena cuando ambos iban a morir. Algo de humanidad al cabo. Slobodan Milosevic, ya depuesto como caudillo de Serbia y Yugoslavia, sin esperanzas reales de ser ya sino un reo, un fugitivo o un exiliado, no mostraba emoci¨®n alguna.Alguien estudiar¨¢ alg¨²n d¨ªa el cuadro psicopatol¨®gico de este hombre sin amigos, que s¨®lo escuchaba consejos de su mujer, algunos dicen que ¨®rdenes, y al que nadie conoce otro inter¨¦s que el poder en s¨ª mismo. Y muchos intentar¨¢n explicar c¨®mo el que fuera un gris funcionario de la banca lleg¨® a hipnotizar a partir de 1987 a la naci¨®n serbia y la convenci¨® para que le apoyara en cuatro guerras de agresi¨®n en una d¨¦cada hasta dejar al pa¨ªs en la miseria. Quienes vieron el jueves las manifestaciones multitudinarias en Belgrado cantando "Slobo, suic¨ªdate", pueden quiz¨¢s olvidar la concentraci¨®n a¨²n mayor habida en Kosovo en 1989 en la que Milosevic anunciaba la guerra para reconquistar "lo que los serbios siempre pierden en la paz" y los v¨ªtores de las masas al gran liberador. "Todos morir¨ªamos por ¨¦l", se o¨ªa decir a hombres y mujeres, y no s¨®lo en los primeros a?os. Tambi¨¦n cuando despu¨¦s de tres guerras los secuaces de Milosevic hab¨ªan sembrado de fosas comunes gran parte de los Balcanes.
Slobodan Milosevic naci¨® en Pozarevac, una ciudad peque?a cercana a Belgrado, el 20 de agosto de 1941, durante la ocupaci¨®n nazi de Yugoslavia. Su padre era profesor de teolog¨ªa, su madre una maestra furiosamente comunista. El padre abandon¨® a la familia y se suicid¨® poco despu¨¦s. Doce a?os m¨¢s tarde ser¨ªa la madre la que se quitar¨ªa la vida. Se cas¨® muy joven con su novia de la adolescencia, Mirjana Markovic, hija de una familia de comunistas influyentes, pese a que la madre fuera fusilada por los partisanos de Tito como sospechosa de haber colaborado con los nazis. Dos vidas, por tanto, con ascendentes traum¨¢ticos se un¨ªan as¨ª en un matrimonio que ha funcionado como un perfecto t¨¢ndem en la carrera hacia el poder y el mantenimiento del mismo. Hasta esta semana.
Milosevic fue subiendo pelda?os como appar¨¢tchik protegido por el presidente de la Liga de los Comunistas Serbios, Ivan Stambolic, hasta que lleg¨® el d¨ªa en que se sinti¨® con fuerzas de derribar a su mentor. Trece a?os despu¨¦s, en septiembre pasado, Stambolic desapareci¨® sin dejar rastro. El entorno del viejo Stambolic no alberga dudas de que la orden de secuestrarle y probablemente matarle parti¨® de quien hab¨ªa sido su protegido. Pero los cad¨¢veres dejados por el camino por Milosevic se cuentan por centenares de miles.
En 1989, cuando los reg¨ªmenes comunistas de Europa central y oriental ca¨ªan uno tras otro, el l¨ªder serbio fue capaz como ning¨²n otro en la regi¨®n de ofrecer al aparato comunista una alternativa ideol¨®gica, el nacionalismo, para mantener una legitimidad entre las masas que con la marxista-leninista ya era insostenible. Los elementos exist¨ªan. Eran los resentimientos inter¨¦tnicos de la regi¨®n, reprimidos pero no superados bajo Tito, y los agravios generados en la federaci¨®n yugoslava a Serbia, que, siendo la mayor rep¨²blica, no ten¨ªa mayor peso que las dem¨¢s. Milosevic ten¨ªa el mensaje y llegado al poder se encarg¨® de que fuera el ¨²nico, con la depuraci¨®n sistem¨¢tica de todos aquellos en los medios de comunicaci¨®n y la Administraci¨®n que no se adhirieran a su campa?a para la hegemon¨ªa pol¨ªtica, econ¨®mica y ¨¦tnica de los serbios, primero en Kosovo, despu¨¦s en toda Yugoslavia. Sab¨ªa que el Estado federativo no sobrevivir¨ªa a esta pol¨ªtica. Pero jam¨¢s le import¨®. En perfecta sinton¨ªa con su mujer, se erigi¨® en caudillo del despertar nacional serbio mientras ella, profesora de marxismo-leninismo, consegu¨ªa la adhesi¨®n inicial de los viejos comunistas yugoslavistas en el Ej¨¦rcito al proyecto nacionalista de venganza hist¨®rica contra los pueblos vecinos y a la conquista territorial para la creaci¨®n de un nuevo Estado, ¨¦tnicamente puro, que se extender¨ªa por todos los territorios ex yugoslavos con presencia serbia. El mensaje decimon¨®nico y sentimental de la naci¨®n unida en origen y destino, en lucha contra el enemigo exterior, cuaj¨® en la sociedad serbia. Y sus efectos sobrevivir¨¢n a Milosevic.
Pero Milosevic, al contrario que el caudillo croata Franjo Tudjman, que se cre¨ªa sus soflamas sobre el pueblo elegido, ha sido siempre tan poco nacionalista como comunista, budista o monje trapense. Su ¨²nica ideolog¨ªa ha sido siempre el poder. Por eso jam¨¢s le cost¨®, tras sucesivas derrotas en Eslovenia, Croacia, Bosnia y Kosovo, hacer cargar con las consecuencias de sus errores a su propio pueblo. Porque la vida de un serbio, de los muchos que han ca¨ªdo por su culpa, le importan tan poco como las vidas de los croatas, bosnios o albaneses que mand¨® matar.
Dice el embajador estadounidense Max Zimmermann, que le trat¨® mucho, que no cree posible que exista nadie que mienta con semejante frialdad y procacidad. Tambi¨¦n hay que reconocer que durante a?os muchos se dejaron enga?ar por ¨¦l, y no s¨®lo la gran mayor¨ªa de los serbios, sino tambi¨¦n los diplom¨¢ticos y dirigentes occidentales. El viernes apareci¨® en televisi¨®n para felicitar al nuevo presidente, Vojislav Kostunica, al que hace unos d¨ªas llamaba lacayo de Occidente y traidor a la patria. Dice que quiere dedicarse m¨¢s a su familia y que seguir¨¢ en pol¨ªtica. Lo segundo es un deseo que es de esperar los serbios sepan evitar. Y a su familia se ha dedicado siempre. Su hijo Mirko ha amasado una fortuna como uno de los capos de la mafia creada por el s¨¢trapa para pagar lealtades.
Ahora Milosevic parece sugerir que deja el poder y que no pasa nada. Vuelve a mentir. Su presencia en libertad en Serbia es incompatible con una transici¨®n democr¨¢tica y un insulto a sus v¨ªctimas. El ¨²nico destino justo para ¨¦l es el banquillo de los acusados ante un tribunal. Eso en caso de que pueda soportar la p¨¦rdida del poder, lo ¨²nico que ha querido siempre, y no decida que, sin ¨¦ste, su vida no vale la pena.
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