Pudo ser as¨ª
Jos¨¦ Luis G¨®mez tuvo un encuentro afortunado con Aza?a cuando dirigi¨® Velada en Benicarl¨® (1980): ocho a?os despu¨¦s mont¨® un mon¨®logo con textos del gran pensador y pol¨ªtico espa?ol. Ahora los vuelve a representar y, aparte de su gran labor de actor, deja un retrato posible, incluso muy afortunado, del desdichado presidente de la Rep¨²blica espa?ola. Aza?a ha sido la persona m¨¢s calumniada de Espa?a: los franquistas le insultaron con la misma ferocidad con que guerreaban, y con un estilo que no han abandonado nunca sus supervivientes.Era un gran hombre. Salido de los libros, como dec¨ªa ¨¦l, quiso llevar a la pol¨ªtica lo que hoy parece un ideal imposible. El regeneracionismo, el regreso a una gran cultura laica, que le parec¨ªa espont¨¢nea. ?sta es la dimensi¨®n del mon¨®logo con que G¨®mez le representa. Quiz¨¢ Jos¨¦ Mar¨ªa Marcos hubiese podido elegir otros textos; y G¨®mez acentuar de otra manera los rasgos, la dicci¨®n, el adem¨¢n, y Aza?a ser¨ªa otro. Tambi¨¦n es posible que cada espectador tenga su Aza?a dentro.
Aza?a, una pasi¨®n espa?ola
Selecci¨®n de textos de Manuel Aza?a y adaptaci¨®n: Jos¨¦ Mar¨ªa Marcos. Interpretaci¨®n, dramaturgia y direcci¨®n: Jos¨¦ Luis G¨®mez. Teatro de la Abad¨ªa.
Es curioso que haya dos apartes distanciadores: en uno, de segundos, G¨®mez toma la luz y le dice al p¨²blico que no le identifique con el personaje; en otro, rebate una de las ideas que expresaba don Manuel: que arte y pol¨ªtica son la misma cosa. La curiosidad de estos hechos no frecuentes es la de que el verdadero autor no es el que parece, sino quien le selecciona y quien le representa. Si es s¨®lo un juego brechtiano, puede tener relativa gracia. Pero parece algo m¨¢s: una precauci¨®n que me parece innecesaria.
Como logro teatral, repite el conseguido en 1988. Una gran interpretaci¨®n de G¨®mez, que casi sin toques de caracterizaci¨®n consigue evocar la gran figura perdida. Las luces y las sombras visten el escenario y el p¨²blico recoge una emoci¨®n abundante. Aplauden a G¨®mez, y supongo que a Aza?a, y a la sombra de la Rep¨²blica de la que no todo se perdi¨®.
Babelia
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