Esplendor y ca¨ªda del ADO

Cambios para Atlanta 96

Hay deportes y deportes. Hay deportistas y deportistas. Hay futbolistas y tenistas y ciclistas y baloncestistas y balonmanistas que viven millonariamente de practicar su deporte. Deportistas a los que de siempre se les ha llamado profesionales de deportes para los que la cita ol¨ªmpica de cada cuatro a?os no es la causa vital de su existencia. Su ¨¦xito o su fracaso en unos Juegos Ol¨ªmpicos apenas son s¨ªntoma de la calidad deportiva de un pa¨ªs. Su nivel se mide en otros raseros, en el Tour de Francia, o en Wimbledon, Roland Garros, la Euroliga o la Copa de Europa.Y hay deportistas y deportes ol¨ªmpicos. Hay muchos atletas, gimnastas, remeros, pirag¨¹istas, yudocas, tiradores, practicantes de esgrima, nadadores, levantadores de peso... Deportistas de deportes que no existir¨ªan o no practicar¨ªan si no fuera porque cada cuatro a?os se celebran unos Juegos Ol¨ªmpicos. Deportistas que necesitan una subvenci¨®n para vivir de su deporte.

En el depauperado y desatendido mundo del deporte ol¨ªmpico espa?ol de 1988, el Plan ADO fue una idea genial, una realidad de riqueza.

Fue la prueba virtual del compromiso entre la sociedad civil espa?ola, pujante, en busca de su autoestima, y el deporte. Fue, sobre todo, dinero, dinero, dinero. 22 empresas, cada una asociada a un deporte ol¨ªmpico de cuya imagen se beneficiaron en sus campa?as de publicidad, financiando a deportistas, generando millones de pesetas (casi 11.500 el primer cuatrienio).

Fue una revoluci¨®n. Por primera vez, los practicantes de deportes que no generaban ingesos apenas (atletismo, gimnasia, ciclismo en pista, nataci¨®n, pirag¨¹ismo o remo, por ejemplo) pod¨ªan permitirse el lujo de recibir un sueldo mensual simplemente por dedicarse al cien por cien a practicar su deporte, a entrenarse, a preparar su cita ol¨ªmpica sin m¨¢s preocupaci¨®n que su dedicaci¨®n cotidiana. Nac¨ªa una nueva clase social dentro del deporte espa?ol. Nac¨ªa el becado. M¨¢s de 300 deportistas viviendo de su deporte durante cuatro a?os. Y sin costarles un duro al Estado. A su lado, el Plan ADO financiaba tambi¨¦n la contrataci¨®n de t¨¦cnicos de prestigio, la participaci¨®n en competiciones internacionales, la apertura hacia el futuro del deporte espa?ol.

Coincidi¨® con el primer Plan ADO, el plan socialista de construcci¨®n de instalaciones deportivas, la popularizaci¨®n de los polideportivos cubiertos, la construcci¨®n de los Centros de Alto Rendimiento. La primavera del deporte espa?ol floreci¨® en los Juegos de Barcelona 92. El mayor ¨¦xito deportivo de la historia. La primera vez que la sociedad espa?ola se sent¨ªa orgullosa de sus deportistas.

Tan bien funcion¨® la cuesti¨®n que para Atlanta 96 se quiso repetir. Se jugaba fuera de casa, con lo que el entusiasmo empresarial descendi¨®. Se borraron 16 compa?¨ªas, otras ocho se integraron nuevas, pero el montante de subvenci¨®n descendi¨® a menos de la mitad, a 5.200 millones de pesetas. Y como hab¨ªa deportes hu¨¦rfanos, especialidades minoritarias a las que ninguna empresa quer¨ªa cobijar, se dispuso que todas ser¨ªan patrocinadoras de todos los deportes. Un fondo com¨²n y el mismo dinero para todos. Que no el ciclismo por tener al mejor reclamo publicitario, Indur¨¢in, por ejemplo, iba a sacar m¨¢s beneficios que otros deportes sin caras conocidas. De ese fondo com¨²n de 5.200 millones vivieron entre 1993 y 1996 una media de 350 deportistas por a?o. Tambi¨¦n pudieron pagar a sus t¨¦cnicos personales. Tambi¨¦n hubo medallas en Atlanta. Cinco menos que en Barcelona, pero 17 no est¨¢ mal.La nueva clase de deportistas ol¨ªmpicos se consolid¨® definitivamente. Becados. Alojados en residencias de deportistas situadas cerca de sus centros de entrenamiento. Centros de Alto Rendimiento a su disposici¨®n y la de sus t¨¦cnicos. En Barcelona, Madrid, Sierra Nevada, Murcia, Santander, Sevilla y Getxo. No hay Comunidad que se precie que no invierta en las mejores instalaciones posibles, en el mejor material, en los mejores t¨¦cnicos. Deportistas que se ganan la beca, y luchan por ella, en campeonatos mundiales y europeos. Es la nueva realidad del deporte espa?ol. La realidad que sufri¨® el duro choque con Sydney 2000.

El Plan ADO para Sydney recaud¨® m¨¢s dinero que el de Atlanta, casi 2.000 millones de pesetas m¨¢s. Atendi¨® a menos deportistas (unos 250), pero tampoco fue un cupo escaso. Sueldos anuales que var¨ªan entre 5.250.000 pesetas, los m¨¢s altos, y 2.500.000. El CSD subvencion¨® a las federaciones con m¨¢s dinero que nunca. Todos esperaban m¨¢s medallas que nunca. Lleg¨® la competici¨®n y se comprob¨®, 12 a?os despu¨¦s de su invenci¨®n, que el Plan ADO a secas ya no garantiza el ¨¦xito. Se constat¨®, adem¨¢s, se est¨¢ viendo llegado el momento de mirar las barreduras escondidas debajo de la alfombra, que una vez garantizado un m¨ªnimo de subsistencia, buscar el m¨¢ximo queda a expensas s¨®lo de la voluntad de deportistas y t¨¦cnicos. El voluntarismo, el amor, la pasi¨®n por su especialidad son el ¨²nico motor que mueve al deporte espa?ol de ¨¦lite.

Y a partir de este punto se abre el debate sobre la gesti¨®n del deporte espa?ol en el siglo XXI.