El Ej¨¦rcito israel¨ª bombardea Ramala y Gaza por el linchamiento de tres soldados
La Intifada se convirti¨® ayer en una guerra. Helic¨®pteros y carros de combate israel¨ªes bombardearon numerosos cuarteles y dependencias de la Administraci¨®n de Yasir Arafat en Ramala y Gaza (capitales del Gobierno aut¨®nomo) en represalia por el asesinato de tres soldados de reemplazo israel¨ªes, linchados por un grupo de j¨®venes palestinos que asalt¨® la comisar¨ªa donde se encontraban detenidos. El incidente ha hecho saltar por los aires las ¨²ltimas esperanzas de la diplomacia internacional que trataba sobre el terreno de poner fin a la violencia y encarrilar el proceso de paz.
"Nos van a atacar"
Un error fue el principio de la tragedia. Cuatro soldados israel¨ªes, que se equivocaron de carretera cuando trataban de incorporarse a su destacamento en una base de Cisjordania, fueron detenidos por la polic¨ªa palestina en el centro de Ramala, en un control rutinario. El incidente acaecido a primera hora de la ma?ana y en una de las calles m¨¢s concurridas de la ciudad, convoc¨® a un numeroso grupo de j¨®venes palestinos. Los exaltados, tras un enfrentamiento con las fuerzas de seguridad, irrumpieron en la comisar¨ªa, se hicieron con los detenidos y acuchillaron y golpearon hasta la muerte a dos de los soldados; un tercero muri¨® despu¨¦s, seg¨²n la radio La Voz de Israel. En el exterior, una masa enardecida quemaba su coche y ped¨ªa los cuerpos. Uno de los soldados, ya muerto, fue arrojado desde la ventana de la primera planta de la comisar¨ªa. Otro, malherido, fue sacado al exterior y llevado a rastras, con el torso desnudo y lleno de sangre, hasta la plaza cercana de Menara. All¨ª, en el centro de la ciudad, alguien le remat¨® de un disparo.
"Ha sido horrible", aseguraba un comerciante de Ramala, mientras trataba de recomponer avergonzado este rompecabezas indecente. El linchamiento finaliz¨® minutos m¨¢s tarde; la polic¨ªa palestina logr¨® hacerse con el control de la situaci¨®n, rescatar a los otros dos soldados de la turba y recoger del suelo los cuerpos de los asesinados. La misma polic¨ªa, por indicaci¨®n expresa del presidente Yasir Arafat, los devolvi¨® a una unidad del Ej¨¦rcito israel¨ª. Un tercer militar, malherido, muri¨® en el camino de regreso a su pa¨ªs.
La imaginaci¨®n y la mala conciencia popular se apresur¨® a convertir a los soldados de remplazo en miembros de un cuerpo especial israel¨ª, los mustabarim (los arabistas), los m¨¢s odiados por los jovenes palestinos, ya que su conocimiento perfecto de la lengua y las costumbres ¨¢rabes les permite infiltrarse con facilidad y efectuar maniobras de provocaci¨®n y detener a los m¨¢s destacados dirigentes de la revuelta.
Pero ninguna de estas excusas logr¨® calmar la ira del Gobierno de Ehud Bark, que asegur¨® de manera lac¨®nica y solemne que se trataba de "un incidente muy serio", para a?adir a continuaci¨®n que sabr¨ªan c¨®mo responder. Las insinuaciones se convirtieron en amenazas claras y abiertas cuando, horas despu¨¦s, un portavoz del Ejecutivo israel¨ª se puso en contacto con las autoridades palestinas y les aconsej¨® abandonar todas las dependencias y edificios de su Administraci¨®n. "Nos van a atacar", gritaban los ¨²ltimos exaltados en las calles pr¨¢cticamente vacias de Ramala, mientras las tiendas y las oficinas cerraban sus puertas. Estuvieron toda la ma?ana tratando de adivinar por qu¨¦ camino llegar¨ªan los blindados. Pero el ataque vino desde el cielo. Los helic¨®pteros fueron saludados con gritos de p¨¢nico.
Un helic¨®ptero Cobra lanz¨® un primer cohete sobre la comisar¨ªa donde se produjo el incidente. Fue un acto simb¨®lico de venganza. Un segundo proyectil alcanz¨® los veh¨ªculos que estaban aparcados frente a las dependencias.
Se acaban de tirar por la borda las ¨²ltimas esperanzas de la diplomacia internacional, que desde hace tres d¨ªas trataban sobre el terreno de calmar la revuelta palestina y acallar las armas israel¨ªes.
Israel hizo seis incursiones m¨¢s sobre el cielo de Ramala. Los balances aseguran que han provocado una veintena de heridos y destruido un buen n¨²mero de dependencias oficiales, alcanzado el recinto m¨¢s importante de la Administraci¨®n de Arafat, su cuartel general, hiriendo as¨ª la dignidad del l¨ªder, que tiene en Ramala una de las dos capitales administrativas y provisionales de su futuro Estado. Los cohetes destrozaron tambi¨¦n las antenas de la radio y televisi¨®n locales, intentando hacer callar La Voz de Palestina. Los ataques provocaron asimismo cortes de luz y sumieron a Ramala en el caos.
Al caer la tarde, a pesar de que el mando militar israel¨ª hab¨ªa anunciado oficialmente el fin de las operaciones de castigo, los helic¨®pteros de combate Cobra volvieron sobrevolaron las ciudades de Nabl¨²s, Hebr¨®n, Slafit y Jeric¨®, en Cisjordania, siempre con una misi¨®n precisa destruir instalaciones de los cuerpos de seguridad palestina.
En Nabl¨²s, los ataques de los helic¨®pteros demolieron un de los principales cuarteles de la polic¨ªa, situados a la entrada de la ciudad, muy cerca del campo de refugiados de Balata, el m¨¢s poblado e importante de la zona. La agresi¨®n de Jeric¨® estuvo dirigida contra la academia de la polic¨ªa construida en su d¨ªa gracias a la cooperaci¨®n de los pa¨ªses europeos, entre ellos Espa?a. En Hebr¨®n y en Setif destruyeron otras instalaciones de la Seguridad Preventiva, la principal fuerza policial, y tambi¨¦n de los Tanzim, el brazo militar de Al Fatah, el motor de la Intifada.
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