Paradoja
La Audiencia Provincial de M¨¢laga ha condenado a Jes¨²s Gil y Gil a la pena de 28 a?os de inhabilitaci¨®n para el ejercicio de cargo p¨²blico. Es la condena que los jueces entienden corresponde a Gil y Gil. Razones: que este personaje, en su doble condici¨®n de alcalde de Marbella y presidente del Atl¨¦tico de Madrid autoriz¨® y tuvo conocimiento de las irregularidades cometidas durante el proceso de aprobaci¨®n en el pago de 450 millones de pesetas por parte de su Ayuntamiento a su club de toda la vida.Pues bien, la comisi¨®n de cuatro delitos, que reflejan que su actividad p¨²blica no ha estado sometida al principio de legalidad, le permite jactarse y arremeter contra jueces y fiscales, hasta el punto de manifestar que constituyeron una especie de mafia en Barcelona junto a Pascual Estevill, que han recibido consignas para encarcelarle y que la condena no sirve para nada. La gente le quiere mucho y va a seguir de alcalde.
Ning¨²n partido democr¨¢tico permite que sus militantes que ocupan cargos p¨²blicos puedan continuar desempe?¨¢ndolos despu¨¦s de haber sido condenados por delitos cometidos en el ejercicio de sus cargos. Es indiferente que recurran la sentencia. Este mantenerse en la funci¨®n p¨²blica del se?or Gil muestra que, adem¨¢s de ostentar la doble condici¨®n de alcalde y presidente, tambi¨¦n es militante y due?o de un partido. Se permite, como si de un caudillo se tratara, responder de sus actos frente a s¨ª mismo y ante su historia.
Es una historia que empieza a tocar fin, lo que no le est¨¢ impidiendo utilizar en su beneficio cuantos recursos le concede su imagen social para atacar sin misericordia a quienes est¨¢n obligados a perseguir la comisi¨®n de delitos. Es un intento tan grosero como son los delitos de prevaricaci¨®n con la Constituci¨®n. Adem¨¢s, no confunden a nadie. No ha sido el Gobierno, ni los grupos pol¨ªticos, ni los jueces y fiscales quienes han hecho la operaci¨®n de las camisetas, sino el se?or Gil y Gil quien, en su doble condici¨®n de alcalde y presidente, autoriz¨® un contrato que s¨®lo contaba con sus bendiciones y no con las de los ¨®rganos municipales competentes. Resulta parad¨®jico que intente echar a los dem¨¢s lo que ¨¦l solito se ha echado encima.
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