El Willy Brandt de la pen¨ªnsula coreana
Kim Dae-jung pasar¨¢ probablemente a la historia como el Willy Brandt de la pen¨ªnsula coreana. Aunque es bastante probable que nunca llegue a ver todos los frutos de su pol¨ªtica de la sonrisa -ha cumplido los 75 a?os-, ¨¦l es el hombre que ha seguido en la pen¨ªnsula coreana los pasos que el canciller alem¨¢n empez¨® a dar hace 30 a?os en el Viejo Continente, al fomentar la distensi¨®n con la comunista Corea del Norte, un pa¨ªs con el que el Sur est¨¢ todav¨ªa t¨¦cnicamente en guerra desde hace medio siglo.El Premio Nobel con el que ha sido galardonado el presidente surcoreano recompensa, ante todo, sus esfuerzos en pro de la reconciliaci¨®n entre las dos Coreas, que comenz¨® a plasmarse en la cumbre de junio en Pyongyang entre los dos jefes de Estado. Aunque la mano tendida a Kim Jong-il, el l¨ªder norcoreano, no hubiese sido aceptada, el presidente surcoreano habr¨ªa mereciendo un galard¨®n de ese calibre por su larga lucha a favor de la democratizaci¨®n de su pa¨ªs.
Kim Dae-jung naci¨® en 1925 en la peque?a isla de Hauido, en una familia humilde y en un pa¨ªs que entonces era muy pobre. Prosper¨® pronto, hasta el punto de llegar a dirigir con 26 a?os una compa?¨ªa de transporte mar¨ªtimo. A principios de los a?os cincuenta renunci¨®, sin embargo, a su exitosa carrera de hombre de negocios para dedicarse por entero a la pol¨ªtica.
Esta vocaci¨®n algo tard¨ªa le cost¨® su primer matrimonio, su fortuna y numerosos disgustos que le proporcionaron las sucesivas dictaduras militares que gobernaron Corea del Sur hasta los a?os ochenta. Fue condenado dos veces a muerte, torturado en m¨²ltiples ocasiones, sufri¨® dos intentos de asesinato -uno de ellos le provoc¨® una cojera- y pas¨® m¨¢s de 15 a?os encarcelado, exiliado en Estados Unidos o detenido en su domicilio coreano.
Adem¨¢s de la pol¨ªtica, Kim descubri¨® el catolicismo, al que se convirti¨® pese a que su segunda mujer, Lee Hee-ho, es protestante y que la mayor¨ªa de los coreanos son budistas.
Est¨¢ convencido de que Dios le ayud¨® a salir ileso de numerosas adversidades; la peor, su secuestro en Tokio, en 1973, por los servicios secretos de la dictadura de Park Ghung-hee, que pretend¨ªan tirarle al mar desde lo alto de una roca.
Kim cuenta que poco antes tuvo una visi¨®n de Jesucristo salv¨¢ndole cuando sus secuestradores iban a arrojarle al agua maniatado y con los ojos vendados. A esa ayuda divina se sumaron las presiones de Washington sobre Park, que le forzaron a abortar la operaci¨®n. En vez de asesinarle, los agentes le repatriaron a la fuerza a Se¨²l, donde estuvo detenido hasta 1979. Ley¨® miles de libros y escribi¨® unos cuantos textos sobre econom¨ªa.
Cuando, tras cuatro intentos fallidos, logr¨®, por fin, en 1998 ser elegido presidente, sus primeras palabras fueron para dar las gracias: "Estoy convencido de que Dios me ha guardado en reserva durante estos a?os dif¨ªciles para ayudarme a dirigir este pa¨ªs en el nuevo siglo". "Me he estado preparando para ello durante 40 a?os".
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