Una intervenci¨®n inquietante
La intervenci¨®n del Consejo Superior de Deportes en la decisi¨®n de la ACB de admitir jugadores de baloncesto procedentes de Estados con Convenios con la UE, plantea sombras e inquietudes en el devenir del deporte profesional espa?ol. Por varias razones.La primera, porque no hay precedentes de una intervenci¨®n p¨²blica, y menos de tal contundencia, en una actividad deportiva, que tanto desde el punto de vista jur¨ªdico como econ¨®mico, solo cabe considerar privada.
La segunda porque pretende llegar tan lejos como dejar sin efecto sentencias judiciales ejecutivas, como es la reca¨ªda en el caso Mills, donde se reconoce el derecho fundamental de estos jugadores a no ser discriminados respecto a los comunitarios.
La tercera causa merece cap¨ªtulo aparte: el CSD pretende ampararse en el convenio ACB-FEB que acord¨® reducir el n¨²mero de jugadores no comunitarios. Seg¨²n este acuerdo la ACB deb¨ªa renunciar al tercer extranjero y la FEB eliminar de sus competiciones, donde por cierto deber¨ªan de formarse los jugadores espa?oles, otros 88 jugadores extranjeros. Pues bien, esta misma temporada la ACB cumpli¨® su compromiso como es conocido, mientras la FEB no s¨®lo no reduc¨ªa sino que ampliaba a otros 28 jugadores mas en categor¨ªas de formaci¨®n. Por su parte el CSD no s¨®lo no se escandaliz¨® ni actu¨® contra el incumplimiento del acuerdo que ahora se invoca, sino que aprob¨® todos los reglamentos federativos. Conclusi¨®n: parece que para el CSD 116 jugadores extranjeros no justificaban la intervenci¨®n en aras a proteger un inter¨¦s general que ahora s¨ª parece estar perjudicado por s¨®lo seis jugadores que se limitan a invocar un derecho fundamental.
Lo anterior ya es de por s¨ª sorprendente y preocupante. Pero se agrava cuando se descalifica la posici¨®n jur¨ªdica de la ACB, que es la ¨²nica parte de este conflicto que puede justificarla y fundamentarla con pronunciamientos judiciales, espa?oles y extranjeros, notificaciones de la Comisi¨®n Europea y decisiones de otros pa¨ªses; por el contrario no hay en Europa un solo documento con eficacia jur¨ªdica que avale la posici¨®n del CSD y de la FEB. Pero tampoco ello es suficiente para actuar con mayor prudencia.
Cabe s¨®lo concluir que parece que se act¨²a sin ninguna perspectiva de futuro y con el objeto de retrasar lo que legalmente ser¨¢ inatacable, utilizando, con abuso, la lentitud de los procedimientos judiciales, y con absoluta despreocupaci¨®n del perjuicio que pueden soportar jugadores y clubes, que son los que realmente sostienen el sistema deportivo, aqu¨ª y en toda Europa. El futuro camina hacia una gran Europa en cuya construcci¨®n todos los gobiernos est¨¢n empe?ados. El deporte puede ser tratado de forma espec¨ªfica, pero no los derechos fundamentales de los ciudadanos europeos que por fortuna se basan en los principios de igualdad y no discriminaci¨®n.
Jordi Bertomeu, ex secretario general de la ACB.
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