Israel¨ªes y palestinos luchan contra la mutua desconfianza que impide una salida pac¨ªfica

Al menos hay algo en lo que todos est¨¢n de acuerdo en Sharm el Sheij: no hay otra salida que la paz. Lo ha repetido el primer ministro israel¨ª, Ehud Barak, convencido de que el momento llegar¨¢ a pesar de que cuestiona a Yasir Arafat, presidente de la Autoridad Palestina, como interlocutor, y lo han admitido los propios dirigentes palestinos, que saben de la desesperaci¨®n de su pueblo ante la falta de avances en el proceso de paz. ?Qu¨¦ imped¨ªa entonces el acuerdo? Los muertos, los heridos, los secuestrados, las im¨¢genes de la televisi¨®n y, sobre todo, la desconfianza mutua.

"Estas dos semanas han acabado con siete a?os de trabajo", se duele una fuente diplom¨¢tica europea, "y lo peor es que no sabemos cu¨¢ndo seremos capaces de recuperar los niveles de interacci¨®n que hab¨ªamos alcanzado".O, como lo expresaba ayer una observadora de primera l¨ªnea: la cumbre puede llegar a tapar el agujero, pero nadie sabe si volver¨¢ a crecer la hierba.

Durante los a?os que siguieron a los Acuerdos de Oslo (1993), la labor de muchos diplom¨¢ticos y partidarios de la paz fue atraer a ese campo al mayor n¨²mero posible de israel¨ªes y palestinos, con el fin de formar un n¨²cleo que apoyara a sus dirigentes en ese proyecto. Ahora los sectores m¨¢s favorables al di¨¢logo, en uno y otro bando, se han quedado sin argumentos frente a los halcones.

La imagen del ministro israel¨ª de Asuntos Exteriores en funciones, Shlomo Ben Ami, en una televisi¨®n internacional, lo dec¨ªa todo. Ben Ami, laborista y temprano defensor de un Estado palestino, aparec¨ªa desencajado, incr¨¦dulo. "Es un sinsentido; tiene que pararse la violencia", acertaba a decir en un ingl¨¦s muy por debajo de su conocida facilidad para los idiomas. S¨®lo unas semanas antes, reci¨¦n nombrado jefe provisional de la diplomacia israel¨ª, hab¨ªa confesado a EL PA?S en Madrid su optimismo sobre el proceso de paz.

Igualmente afectado se mostraba el palestino Ziad abu Zayyad, ex miembro del Gabinete de Arafat y que ya antes de la Conferencia de Madrid (1991) dirig¨ªa la revista en hebreo Gesher (Puente), desde la que se defend¨ªa la necesidad del di¨¢logo entre las dos comunidades. "Esta cumbre es la ¨²nica soluci¨®n. A Arafat no le queda otro remedio que acudir", repet¨ªa desde Jerusal¨¦n, intentando contrarrestar las voces de quienes en las calles de Gaza y de las ciudades cisjordanas ped¨ªan al presidente palestino que no viajara a Sharm el Sheij.

A uno y otro lado del paso de Eretz, en la frontera entre Gaza e Israel, la tentaci¨®n de no ceder es grande. Los palestinos de a pie se han visto defraudadados por unas negociaciones que no parecen tener fin, las expectativas de un Estado mutilado y un Gobierno, el de la Autoridad Palestina, que est¨¢ lejos de satisfacer sus ansias de participaci¨®n. El d¨ªa a d¨ªa parece dar la raz¨®n a los sectores m¨¢s duros, los islamistas y los disidentes de la Organizaci¨®n para la Liberaci¨®n de Palestina, que nunca creyeron en un proceso de paz en porciones.

"Israel s¨®lo entiende el lenguaje de la fuerza", repiten, tras enumerar los numerosos incumplimientos que han seguido a cada uno de los acuerdos (Oslo, Wye, Sharm el Sheij).

En esas circunstancias, ?qu¨¦ significa un acuerdo m¨¢s? Salen a la calle porque no tienen nada que perder. Y adem¨¢s se ven arropados por sus hermanos ¨¢rabes en las calles de Amm¨¢n, El Cairo o Rabat, y se resienten el doble lenguaje que durante a?os ha mantenido la comunidad internacional sobre un conflicto, que, para complicar m¨¢s las cosas, pone en juego los altamente simb¨®licos lugares santos de Jerusal¨¦n.

Tambi¨¦n Barak tiene al enemigo en casa. Los ultraortodoxos jud¨ªos, que reclaman una tierra b¨ªblica que no deja espacio para quienes no comparten su religi¨®n, y sobre todo, los colonos de los asentamientos jud¨ªos, que ven en peligro los asentamientos establecidos en territorio palestino durante las dos d¨¦cadas pasadas, saldr¨ªan perdiendo con la paz. Han encontrado en la violencia de los ¨²ltimos d¨ªas una justificaci¨®n para encastillarse.

Cumbre ¨¢rabe

Con una cumbre ¨¢rabe convocada el pr¨®ximo s¨¢bado en El Cairo, Arafat tiene la constante tentaci¨®n de resistirse a las presiones y poner a los dirigentes de los 21 pa¨ªses de la Liga frente a la responsabilidad de que respondan a sus declaraciones grandilocuentes de apoyo.Ser¨ªa todo un triunfo para los l¨ªderes d¨ªscolos: el iraqu¨ª Sadam Husein, el libio Muammar el Gaddafi e incluso el yemen¨ª Al¨ª Abdal¨¢ Saleh. Pero la mayor¨ªa, con Hosni Mubarak a la cabeza, no quiere entrar en aguas turbulentas.

Barak, por su parte, afronta una dura elecci¨®n pol¨ªtica: el poder o la paz. Dif¨ªcilmente obtendr¨¢ ambos. Perdido el apoyo de la coalici¨®n que le llev¨® al poder, es cuesti¨®n de d¨ªas el que se vea abocado a unas elecciones anticipadas. La salida de un Gobierno de uni¨®n nacional, sabiamente pospuesta hasta despu¨¦s de la cita de Sharm el Sheij, cerrar¨ªa el paso a la paz, al menos en el futuro inmediato. La inevitable entrada del l¨ªder del Likud, Ariel Sharon, alejar¨ªa las posibilidades de di¨¢logo.