Banderillas, toreo y pasi¨®n
Para empezar a ver torear hubo que esperar hasta el cuarto toro. ?Qu¨¦ ocurri¨®, entonces, en los tres primeros? Pues que los banderillearon, que para eso el cartel estaba formado por matadores avezados en el arte, entraron en re?ida competencia, es un decir, en cada uno de los tres primeros astados con un saldo m¨¢s espectacular que otra cosa: destac¨® un par de Padilla al segundo, de dentro a fuera, mientras que cuarte¨® discretamente en los otros dos; El Fandi coloc¨® una buena moviola al primero tras un intento fallido y Espl¨¢ gan¨® la carrera hacia las afueras al tercero, que ten¨ªa muchos pies.En cuanto a otras formas de toreo, las hubo, pero distantes de la emoci¨®n que caracteriza a lo aut¨¦ntico. Espl¨¢ estuvo porfi¨®n ante el derrotar constante de su enemigo, Padilla desarroll¨® una labor recia ante un toro que embest¨ªa rebrincado y se cay¨® por falta de fuerzas, por lo que opt¨® por el medio pase encimista y a grito pelado.
N¨²?ez / Espl¨¢, Padilla, Fandi
Toros de Marcos N¨²?ez, de media arrancada; 2? y 4?, inciertos; 3? y 5?, con genio; mejor el 6?.Luis Francisco Espl¨¢: media trasera (ovaci¨®n y saludos); dos pinchazos y media (petici¨®n de oreja, ovaci¨®n y saludos). Juan Jos¨¦ Padilla: pinchazo, estocada desprendida y dos descabellos (ovaci¨®n y saludos); estocada baja (dos orejas). El Fandi: estocada trasera baja (oreja); bajonazo (dos orejas). Enfermer¨ªa: Juan Jos¨¦ Padilla asistido de contusi¨®n en la zona cervical que precis¨® de posterior estudio radiol¨®gico. Se guard¨® un minuto de silencio en memoria del coronel Antonio Mu?oz Cari?anos. Plaza de Ja¨¦n, 17 de octubre. 3? corrida de abono. Un tercio de entrada.
Lo de El Fandi fue harina de otro costal: el toro, aboyancado, sin fijeza y mal lidiado, cambi¨® en banderillas, donde desarroll¨® fuerza y genio. El granadino intent¨® someterlo por bajo, pero perdi¨® la partida despu¨¦s, cuando no fue capaz de librarse de enganchones y toreando en l¨ªnea y hacia fuera; los adornos, pueblerinos, surtieron seguro efecto.
Seg¨²n iban las cosas, el tercio de banderillas dur¨® tres toros, hasta que en el cuarto Espl¨¢ quiso torear. F¨¢cil en el segundo tercio, empez¨® por alto, prob¨® por naturales y consigui¨® dos series con la derecha sometiendo la embestida; menos mal, porque no hubo m¨¢s, ya que el anovillado enemigo se qued¨® corto y derrotando.
Tras esta cicatera dosis de toreo, vino la porta gayola de Padilla que, antes de empezar la faena, se encar¨® con un espectador invit¨¢ndolo a bajar o a callarse, chuler¨ªa, no por habitual, menos reprobable. Se inflam¨® la pasi¨®n, porque el toro ten¨ªa genio y Padilla se pele¨® por bajo, sigui¨® toreando seg¨²n andaba y recet¨® una serie de reban¨¢s, el¨¦ctrico y en movimiento perpetuo. Se aquiet¨® en unos naturales y se vio apurado ante la codicia del toro que se lo llev¨® por delante, cayendo de mala manera. Fue conducido a la enfermer¨ªa de donde sali¨® raudo para matar.
Fandila salud¨® al sexto con dos largas cambiadas, dos ver¨®nicas arrodillado, varias de pie y media otra vez de rodillas. Quit¨® por lopecinas, se asom¨® al balc¨®n en el primer par, se le cay¨® el viol¨ªn, lo puso despu¨¦s y remat¨® con un par por los adentros. Juventud, divino tesoro: la sola enumeraci¨®n cansa.
Brind¨® al p¨²blico muleta al hombro y sable en mano, cual mariscal en desfile, y tore¨® inquieto por naturales y m¨¢s reposado con la derecha hasta recortar peligrosamente el recorrido y terminar en un barullo al que sigui¨® un desplante y, todav¨ªa, algunos molinetes de rodillas. Demasiadas revoluciones.
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