La Filmoteca recupera el ritmo feliz de Xavier Cugat en su centenario Un ciclo re¨²ne las pel¨ªculas de la ¨¦poca dorada del m¨²sico catal¨¢n
Con su perrito chihuahua en una mano y su batuta en la otra, la jovial expresi¨®n de Xavier Cugat sigue siendo una imagen feliz de los a?os dorados de Hollywood. Un ciclo de la Filmoteca Nacional recupera ahora -cuando se cumple el centenario de su nacimiento- las pel¨ªculas en las que particip¨® este director de orquesta catal¨¢n, un rey del glamour que falleci¨® en 1990 con su Rolls-Royce enterrado en un garaje de Barcelona.
Xavier Cugat y su orquesta formaron parte de pel¨ªculas como Fin de semana, de Robert Z. Leonard (1945), interpretada por Ginger Rogers y Lana Turner; Bailando nace el amor, de William A. Seiter (1942), con Fred Astaire y Rita Hayworth, o Escuela de sirenas, de George Sidney (1944), con Esther Williams y Red Skelton. Todas ellas, junto a otras como Una rosa al viento, de Miguel Iglesias (1984), se proyectar¨¢n en la Filmoteca para conmemorar el nacimiento del que fuera "rey de la rumba", uno de los m¨²sicos que m¨¢s contribuy¨® a la difusi¨®n y popularizaci¨®n en Estados Unidos de los hasta entonces desconocidos ritmos latinos.Ayer, dentro de este ciclo y junto a la proyecci¨®n de Escuela de sirenas, se celebr¨® en el cine Dor¨¦ (sala de proyecciones de la Filmoteca) una mesa redonda sobre Cugat y sus a?os dorados de Hollywood. En ella participaron el cantante y actor Javier Gurruchaga, el escritor Vicente Molina Foix ("yo en realidad era m¨¢s fan de una de sus mujeres, Abbe Lane, que era muy guapa y muy inteligente"), la actriz M¨®nica Randall y su bi¨®grafo, Luis Gasca. Todos recordaron ayer a este caricaturista y director de orquesta, que en el cine casi siempre se interpret¨® a s¨ª mismo, y cuyos ojos achinados y perpetua sonrisa acompa?aron a solistas como Frank Sinatra (Cugat fue de los primeros que apostaron por La Voz), Bing Crosby, Jorge Negrete, Dean Martin o Jerry Lee Lewis.
Cugat desembarc¨® en Hollywood en 1920. Tocaba el viol¨ªn para amenizar las pel¨ªculas mudas y trabajaba como caricaturista para Los Angeles Times. As¨ª conoci¨® a Valentino. "Yo", recordaba Cugat en una entrevista a Terenci Moix, "fui a hacerle una caricatura y me dijo: 'estoy rodando una pel¨ªcula, Los cuatro jinetes del Apocalipsis, y necesito bailar un tango. Organ¨ªzame una orquestita'. As¨ª llegu¨¦ a Hollywood, la orquesta se llamaba Cugat y sus Gigol¨®s".
Cugat trabaj¨® durante tres a?os en club de Chicago para Al Capone ("todos los clubes de Estados Unidos estaban bajo la mano de la Mafia", dec¨ªa el m¨²sico), se cas¨® cinco veces y sus an¨¦cdotas son incontables (aunque Luis Gasca asegura que en la leyenda de Cugat hay tantas verdades como mentiras). En su libro Cugat (Ediciones del Im¨¢n, 1995), Gasca escribe: "Cugat mira perplejo una Espa?a de bingos cuando ¨¦l so?aba con casinos fastuosos, un pa¨ªs de pantalones anchos y ca¨ªdos como los de Cantinflas, cuando a ¨¦l se los cortaba el sastre de Al Capone. Franela gris antracita, con raya blanca muy fina. Y la pipa en la comisura de los labios. Y el chihuahua sustituyendo al viol¨ªn de sus a?os mozos. Y las rubias cubiertas de visones y armi?os, subi¨¦ndose al podio de su orquesta en el Waldorf Astoria, para premiarle con un beso, al sonar el ¨²ltimo acorde del Bim, bam, boum".
Babelia
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