El parto de Ibarretxe
Ha necesitado varias semanas el lehendakari Ibarretxe para alumbrar el lema de "su" manifestaci¨®n. No se conoce exactamente cu¨¢l fue la fecha del nacimiento, que se hizo p¨²blico el martes. Se desconoce si el ni?o ha estado unos d¨ªas en la incubadora antes de ser presentado en sociedad. Pero, desde luego, lo que no se puede decir es que haya llegado ufano y rollizo. "Paz / ETA no" es tan d¨¦bil que uno teme que va a ser demasiado fr¨¢gil para una vida tan dura. Se trataba de buscar un emblema que facilitara, se supone, el consenso entre los dem¨®cratas y ha salido una criatura que parece m¨¢s preocupada en no ofender a ETA que en servir de bandera de enganche del activismo democr¨¢tico contra el terrorismo. Ni siquiera la palabra "contra" cabe en este rostro presuntamente unitario. Pero el lehendakari y el PNV son as¨ª. Hay quien, desde el prejuicio favorable, considera que con este parto han hecho un gran esfuerzo. A juzgar por lo que ha costado, no hay ninguna duda.La eterna blandura del lehendakari facilita el rechazo de los que, desde el prejuicio desfavorable, s¨®lo buscan razones para no ser vistos a su lado. El PP apela a razones morales para no acudir a la manifestaci¨®n, lo que sorprende en un partido que se ha distinguido por no reparar en pragmatismo y oportunismo. Resultar¨ªa m¨¢s convincente que dieran razones pol¨ªticas, que, sin duda, las pueden tener. Pero Rajoy prefiere recrearse en la suerte: acudir a la manifestaci¨®n ser¨ªa "un grav¨ªsimo error inadmisible moralmente". Un modo de atacar dos objetivos a la vez. Si es inmoral manifestarse al lado de Ibarretxe, el PSOE, acudiendo a la manifestaci¨®n, se pone del lado de la inmoralidad. Cuando entre partidos pol¨ªticos se acude a argumentos morales, como m¨ªnimo hay pocas ganas de entenderse.
El PSOE va a la manifestaci¨®n, seg¨²n dicen sus dirigentes, para estar al lado de los ciudadanos. Los socialistas no dudan del car¨¢cter oportunista e interesado de la convocatoria de Ibarretxe, como parte de un plan de resistencia numantina en el Gobierno vasco. Pero la condescendencia con el PNV les permite un ligero desmarque del "aznarnacionalismo" (Jes¨²s Caldera), conforme a una estrategia conducente a reconstruir el gozne que los malos vientos rompieron antes de la tregua. Antes de que "se descompusiera el entramado de las experiencias de la sociedad industrial", para decirlo al modo de Ulrick Beck, el PSOE, muy implantado en una clase obrera que se reconoc¨ªa activamente como tal, hab¨ªa consolidado un espacio pol¨ªtico con entidad propia, m¨¢s all¨¢ de la cuesti¨®n nacionalista. Pero este espacio se ha diluido, como casi todos los referentes culturales de la sociedad industrial, y el PSOE tiene muchos problemas de navegaci¨®n en Euskadi, porque es casi imposible evitar la polarizaci¨®n PNV-Gobierno del PP.
La decisi¨®n del PP de no participar en la manifestaci¨®n del s¨¢bado coincide con la detenci¨®n de los presuntos asesinos del doctor Mu?oz Cari?anos. El Ministerio del Interior -no sin ambig¨¹edades- dio a entender que da al comando Andaluc¨ªa por desarticulado. Hay un acento optimista en la pol¨ªtica informativa de la lucha antiterrorista que responde al deseo de alimentar la esperanza de una ciudadan¨ªa desasosegada por un terrorismo que siembra el p¨¢nico haciendo irreconocibles los l¨ªmites de la nebulosa del terror. Pero hay tambi¨¦n en este mensaje una raz¨®n m¨¢s de fondo: la creencia de que se puede acabar con ETA por m¨¦todos estrictamente policiales.
La novedad de la pol¨ªtica antiterrorista del Gobierno es que est¨¢ hecha a contrapelo de las estrategias seguidas desde 1977. La imposibilidad de acabar con ETA s¨®lo por la v¨ªa policial y la aceptaci¨®n impl¨ªcita -por una extra?a raz¨®n naturalista- de que no pod¨ªa haber Gobierno vasco sin el PNV han sido dos t¨®picos, mil veces repetidos y nunca cuestionados, que hermanaron a los Gobiernos de UCD y del PSOE. La estrategia del PP milita contra ambos. Y la alternancia en el Pa¨ªs Vasco forma parte de su propia pol¨ªtica antiterrorista. Estos dos ejes de su pol¨ªtica -equivocados o no- rompen muchos an¨¢lisis convencionales. Por eso a los dem¨¢s partidos les resulta dif¨ªcil posicionarse en funci¨®n de ellos. El peligro es que el Gobierno se emborrache de su propia estrategia y acabe crey¨¦ndose, como Kaplan, que "el consenso es el caballo de Troya del mal, porque enfrentarse al mal implica la voluntad de actuar con audacia e implacabilidad que el consenso -que pretende satisfacer a todos- hace imposible". Partos como el del lehendakari, sin duda, fomentan estas fantas¨ªas.
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