Empatados
Concluidos los tres debates de televisi¨®n programados, y a menos de tres semanas de las elecciones para acceder al cargo supuestamente m¨¢s poderoso de la Tierra, Al Gore y George Bush andan t¨¦cnicamente empatados en las encuestas, con una ligera ventaja para el candidato republicano, que quiere ocupar el sill¨®n que su padre cedi¨® a Clinton ocho a?os atr¨¢s. En tan apretada situaci¨®n importa mucho para el resultado final el 5% de votos pronosticado para el candidato verde, Ralph Nader. Gore y Bush van a desatar una lucha sin cuartel hasta el 7 de noviembre en los Estados clave para capturar ese escaso 8% de ciudadanos a¨²n indecisos, pero que proclaman su voluntad de acudir a las urnas. El debate de ayer result¨® el m¨¢s vivo y los sondeos apuntan a que Gore lo gan¨® por puntos. Aunque los debates no han servido para decidir el resultado electoral, s¨ª han permitido resaltar que Gore y Bush, pese a sus m¨²ltiples coincidencias (incluido su apoyo a la pena de muerte), representan dos opciones pol¨ªticas diferenciadas, aunque ninguna constituya una nueva gran visi¨®n de nada. Ambos tratan, de modo distinto, de resolver problemas concretos, fundamentalmente los de las clases medias en una ¨¦poca de bonanza econ¨®mica sin igual, de la que Gore no ha sabido por el momento sacar suficiente partido, pese a haber sido el vicepresidente durante los ¨²ltimos ocho a?os. Se ha dedicado a presentar su programa y a atacar a Bush como gobernador de Tejas, el Estado de la Uni¨®n que menos gasto dedica a la sanidad p¨²blica.
La pol¨ªtica sanitaria, junto a la educativa y la escala de la reducci¨®n de impuestos, se han convertido en ejes centrales de esta campa?a. ?Por qu¨¦? Gore dej¨® ayer entrever claramente la raz¨®n al apuntar al envejecimiento de la poblaci¨®n, la consecuente reducci¨®n en el n¨²mero de padres con hijos j¨®venes y, a la vez, un nivel como nunca antes (90%) de estudiantes en los centros p¨²blicos. Ahora bien, para poder aplicar estos programas, Bush o Gore, en la Casa Blanca, necesitar¨¢n del concurso del Congreso, y las elecciones para renovar la C¨¢mara de Representantes y una tercera parte del Senado parecen tan re?idas como las presidenciales.
Los programas son la parte previsible. Pero un presidente de EE UU tiene que estar, ante todo, preparado para afrontar los imprevistos, casi todos ellos en el tablero mundial. Para estos menesteres, Bush, al menos como candidato, no sobresale, aunque ha mejorado su imagen, mientras el experimentado Gore proyecta menos simpat¨ªa, pero mucha m¨¢s seguridad. Los acontecimientos han llevado la pol¨ªtica exterior a los debates, con Gore m¨¢s moralista y Bush menos intervencionista y menos dispuesto a salvar al resto del mundo en nombre de la democracia. Sin embargo, coinciden en algunos aspectos b¨¢sicos, con su apoyo casi incondicional a Israel y su intenci¨®n de aumentar el gasto militar, una enorme diferencia respecto a una Europa que habla de autonom¨ªa militar, pero no de c¨®mo sufragarla. Sobre todo, Gore y Bush est¨¢n de acuerdo en una idea b¨¢sica para los pr¨®ximos cuatro a?os y bastante m¨¢s all¨¢: Estados Unidos es la mayor potencia mundial, y debe seguir si¨¦ndolo.
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