Ama Rosa, escritora ARCADI ESPADA
Cuando Carolina de M¨®naco, es un decir, estampa su firma debajo de un perfume nadie piensa que se ha convertido en perfumista. Por contraste, desde hace semanas tenemos que soportar hasta el hast¨ªo, hasta el hast¨ªo mismo de escribir -y de leer- este art¨ªculo, la evidencia de que Ama Rosa (d¨¦jenme llamarla con un palito de m¨¢s) se ha convertido en escritora. Impert¨¦rritas, las secciones de cultura de todos los peri¨®dicos y de todos los noticiarios est¨¢n tratando como delito de lesa literatura los apuros de Ama Rosa. Por primera vez, que yo sepa, desde la aparici¨®n de Sabor a hiel y seguramente desde su propia aparici¨®n en este mundo, alguien llama escritora a Ama Rosa.Como no pod¨ªa ser menos, hemos sido los periodistas, grandes denominadores comunes, los autores del prodigio. Aunque de inmediato se han apuntado al an¨¢lisis novelistas, poetas, dramaturgos. Uno invoca a Borges, el otro a Celaya, el de m¨¢s all¨¢ a Shakespeare. En casa, invocamos a Pla. Malamente, por supuesto: Pla no plagi¨® nunca. Pla copi¨® directamente. A fuego vivo, a destajo. Copi¨® a Robert Robert -como un d¨ªa de un diario lejano demostr¨® Ferran Toutain-, copi¨® gu¨ªas de viaje y se copi¨®, sobre todo, a s¨ª mismo. Hizo muy bien en cobrar dos o tres veces sus art¨ªculos: pagan poco. Y a Robert, el costumbrista, a¨²n le pagaban menos, por lo cual el gesto planiano tiene un aire estupendo de venganza p¨®stuma.
Lo cierto es que Ama Rosa jam¨¢s se hab¨ªa visto en tales compa?¨ªas. Y su libro, sagazmente retirado del mercado por Editorial Planeta, nunca pudo aspirar a lo que es ya hoy mismo: un codiciado objeto de culto -yo mismo lo quisiera- sobre el que en fecha no muy lejana empezar¨¢n a desfilar las termitas en plan de doctorarse.
He de confesar que me equivoqu¨¦ con Ama Rosa. Cre¨ª que no hab¨ªa actuado con inteligencia el d¨ªa que habl¨® del error inform¨¢tico para justificar el p¨¢rrafo de Danielle Steel o el de ?ngeles Mastretta. Entonces cre¨ªa que habr¨ªa sido mucho mejor que contestase: "?Y a m¨ª qu¨¦ me cuentan! ?Le pregunten al negro, ustedes!". Cre¨ª que una respuesta de esa naturaleza la habr¨ªa elevado al cielo de la posmodernidad y del pastiche, la habr¨ªa hecho la reina del requiebro y del chot¨ªs. Pero en vez de ese camino, opt¨® por comportarse como una ganadora del Premio Planeta: "No, no sab¨ªa nada. Ha sido una aut¨¦ntica sorpresa".
Es decir, opt¨® por comportarse como una escritora. List¨ªsima. Ahora las p¨¢ginas de cultura de los diarios siguen hablando de ella. Y cualquier d¨ªa va a pasar esto. Una entrevista. Empieza preguntando el periodista. Yo mismo, que adoro las entrevistas.
-Ama Rosa, ?qu¨¦ les dir¨ªa a la se?ora Steel y a la se?ora Mastretta?
-Mire usted. ?Sabe qu¨¦ les dir¨ªa...? Les dir¨ªa simplemente que explicaran de d¨®nde copiaron ellas los p¨¢rrafos. Toda la literatura, ya lo sabr¨¢ usted, es un inmenso hipertexto. Otra cosa: si tuviese que adscribirme lo har¨ªa entre los escritores que buscan su inspiraci¨®n, antes que en la vida, en la literatura.
Basta. Es posible que yo ahora les d¨¦ ideas. Pero hasta el momento, nadie, ni uno solo de los lectores de Ama Rosa, la ha denunciado por estafa. ?Qu¨¦ estafa? ?Es que alguna de esas gentes cree que Carolina de M¨®naco fabrica sus perfumes? ?Es que alguno de los clientes de Ama Rosa -unos 100.000, seg¨²n aseguran- habr¨¢ comprado su libro para saber c¨®mo escribe Ama Rosa? ?Es que alguno lo habr¨¢ le¨ªdo?
Muchos libros, como muchas bragas, se compran por la marca. Por la marca que exhibe el lomo. Ahora se lucen los lomos de bragas, desbordando el pantal¨®n bajo. Me contaron una historia. Madre e hija de 14 a?os en un sal¨®n burgu¨¦s.
-?Mam¨¢, d¨®nde est¨¢n las bragas de Christian Dior?
-Est¨¢n sin planchar, ?para qu¨¦ las quieres?
-Mam¨¢, es que esta tarde voy a la discoteca.
-?Hija! ?Ahora mismo te quedas en casa!
-Mam¨¢, si es que es la marca...
En efecto, no hay cuidado. No es sexo. No es escritura. Desde el punto de vista de la escritura Ama Rosa contin¨²a completamente virgen y as¨ª morir¨¢, probablemente.
La que da pena es la literatura, coqueteando como una zorra con Ama Rosa.
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