El rey, el puerto y la muerte
Observaba Borges que los momentos memorables suelen prescindir de frases memorables: "Un hombre a punto de morir quiere acordarse de un grabado entrevisto en la infancia; los soldados que est¨¢n por entrar en la batalla hablan del barro o del sargento". De ser esto cierto, Carlos V estuvo sembrado el 12 de noviembre de 1556, cuando, al pasar el puerto de las Yeguas, dijo: "Ya no franquear¨¦ otro puerto sino el de la muerte. Y no es mucho que tierra tan buena y sana como la de Yuste cueste cara de alcanzar".La v¨ªspera del feliz aserto, Carlos hab¨ªa llegado al pueblo cacere?o de Tornavacas tras dos meses de singladuras y caminos polvorientos, procedente de Flandes. Gotoso y agotado, se hosped¨® en el n¨²mero 23 de la calle Real y ech¨® cuentas: entre ¨¦l y su anhelado monasterio de Yuste -lugar elegido como "reposadero imperial" tras abdicar en Felipe II- se interpon¨ªa la sierra de Tormantos, estribaci¨®n de Gredos que es divisoria entre los valles del Jerte y del Ti¨¦tar; si Su Majestad hubiera dispuesto de un autom¨®vil, como hay Dios que hubiera dado un rodeo por Plasencia -r¨ªo Jerte abajo y r¨ªo Ti¨¦tar arriba- e tutti contenti, mas no hall¨¢ndose a¨²n en saz¨®n el invento de Benz, ello hubiera supuesto alargar en 100 kil¨®me-tros y cuatro jornadas un viaje que, la verdad, ya le estaba cargando.
Carlos (es fama) decide atajar por el monte siguiendo un abrupto sendero de cinco leguas: o sea, de 28 kil¨®metros. Ordena reclutar en Tornavacas unos cuantos paisanos corpulentos, algunos de los cuales le preceden con picos y palas a fin de nivelar el camino en los sitios peores, mientras otros transportan al emperador sobre una silla o a hombros. As¨ª, tras siete horas de penosa marcha, llega al castillo de Jarandilla, donde el conde de Oropesa lo recibe y lo aloja hasta febrero de 1557. Y es que, despu¨¦s de tantas fatigas para arribar al monasterio jer¨®nimo de Yuste en una sola jornada, resulta que sus dependencias a¨²n no estaban listas.
El camino hist¨®rico nace, pues, en Tornavacas, en la cabecera del valle del Jerte. Bajando por la calle Real y dejando a la izquierda la burlona picota en que los reos eran anta?o expuestos a la verg¨¹enza, saldremos del pueblo por entre bancales de cerezos y soberbios nogales, para enseguida pasar a la margen izquierda del r¨ªo Jerte e ir ganando altura, piano piano, por robledales y espesos casta?ares. En menos de tres horas, cruzaremos la garganta de los Tres Cerros por un puente de corte hispanorromano, con rasante en lomo de asno y dos ojos asim¨¦tricos, zigzaguearemos por la ladera contraria y remontaremos la garganta de las Yeguas o del Hornillo hasta coronar, a unas cinco horas del inicio, el puerto de las Yeguas (1.559 metros), un vasto prader¨ªo con vistas de escalofr¨ªo sobre el Jerte y el Ti¨¦tar. Aqu¨ª caben dos opciones: desandar el camino, o bajar a Jarandilla y pernoctar en el castillo de los condes de Oropesa -hoy parador de turismo-, tal cual hizo el emperador.
A 10 kil¨®metros de Jarandilla se halla la que fue, en palabras de fray Jos¨¦ de Sig¨¹enza, "la celda de aquel gran monarca: para reli-gioso, harto espaciosa; para quien tanto abarcaba, harto peque?a". El sill¨®n articulado de gotoso, un atril, una ballesta, la tan tra¨ªda y llevada silla de manos... Poca cosa queda en Yuste de aquel poderoso se?or del que ahora se celebra el V Centenario. La solana desde la que, dicen, Carlos pescaba sin necesidad de bajar al estanque, es un buen lugar para azorrarnos al resol oto?al y cavilar en las iron¨ªas del destino: andaba el rey apurado por llegar a Yuste y le dieron un plant¨®n de tres meses; buscaba un lugar saludable, y fue a morir en tierras pal¨²dicas; deseaba yacer para la eternidad en Yuste y su hijo le construy¨® la tumba de El Escorial. Qui¨¦n sabe si antes de expirar, la madrugada del 21 de septiembre de 1558, en vez de acu?ar otra frase c¨¦lebre, no pidi¨® anzuelo y gusano. No somos nadie.
Ocho horas de oto?o
D¨®nde. Tornavacas dista 216 kil¨®metros de Madrid y tiene r¨¢pido acceso yendo por la carretera de A Coru?a (A-6) hasta Villacast¨ªn, para seguir por la N-110 hacia ?vila y Plasencia. Hay autobuses de la empresa Cevesa (tel¨¦fono 91 539 31 32; estaci¨®n de M¨¦ndez ?lvaro) para ir a Tornavacas, y de Auto-Res (tel¨¦fono 91 551 72 00) para volver a Madrid desde Jarandilla, si acabamos aqu¨ª la excursi¨®n.Cu¨¢ndo. Caminata de unas ocho horas -28 kil¨®metros-, tanto si se llega hasta Jarandilla como si se regresa a Tornavacas desde el puerto de las Yeguas, con un desnivel acumulado de 700 metros y una dificultad alta por su gran longitud. Oto?o es la mejor ¨¦poca para disfrutar del cambiante colorido del follaje de los casta?os, los robles, los nogales y los cerezos que tapizan el valle del Jerte.
Qui¨¦n. Rafael Serra es autor de Las sierras de Gredos y B¨¦jar (Anaya), una de las muchas gu¨ªas en que se describe esta senda. Una variante m¨¢s corta se hallar¨¢ en Rutas y paseos por lagunas y gargantas de Gredos (Sua Edizioak), de Javier S¨¢nchez y ?lvaro Barrero.
Y qu¨¦ m¨¢s. Cartograf¨ªa: hojas 13-23 (Cabezuela del Valle) y 13-24 (Jara¨ªz de la Vera) del Servicio Geogr¨¢fico del Ej¨¦rcito, o los mapas equivalentes (576 y 599) del Instituto Geogr¨¢fico Nacional.
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