Bessa Lu¨ªs
La semana pasada estuvo en el C¨ªrculo de Bellas Artes de Madrid, dentro del programa de actos dedicado a Portugal, Agustina Bessa Lu¨ªs. El lector se preguntar¨¢ qui¨¦n es esta se?ora. En un breve texto escrito con ocasi¨®n de la publicaci¨®n en Espa?a de sus Cuentos impopulares (Alianza Tres, 1982), dec¨ªa de s¨ª misma: "Mi llegada a Espa?a es como un regreso demorado en el carro del tiempo. De aqu¨ª, de los campos zamoranos, parti¨® mi madre a los cinco a?os. Ten¨ªa una boina escocesa con una pluma verde, blas¨®n de mi raza de papelista. Mis primeras lecturas fueron en lengua castellana. No el Quijote, como todo el mundo, sino relatos llenos de acontecimientos desgraciados y felices coincidencias". Nacida en 1922 en Vila Me?, Portugal, de padre portugu¨¦s y madre espa?ola, hoy es un referente obligado en literatura portuguesa. Ha publicado decenas de novelas, teatro, un libro de viajes... En Espa?a, adem¨¢s del t¨ªtulo mencionado, se han traducido una de sus obras maestras, La sibila (Alfaguara, 1981), y Fanny Owen. Todas descatalogadas. La figura del novelista vocacional es la del que concibe y realiza su obra con arreglo a su propio criterio. No busca halagar a un p¨²blico sino, por el contrario, crear un p¨²blico al crear su propia obra. No busca escribir lo que el p¨²blico pide sino que sea el lector quien elija lo que ¨¦l escribe. No es del agrado de la gente del negocio de la cultura, pero resulta imprescindible para que la novela siga siendo un arte y no un negocio formal. Es, en fin, un personaje singular que, en una sociedad como la actual, necesita de un ego casi enfermizo para seguir su camino sin ceder un mil¨ªmetro de lo que es consustancial con su arte. Y si, a pesar de su empe?o, no obtiene el logro so?ado, la obra maestra, su esfuerzo es lo suficientemente generoso como para no da?ar a nadie m¨¢s que a s¨ª mismo, a diferencia de otros iluminados que andan por el mundo sacrificando inocentes en el altar de sus convicciones pol¨ªticas y religiosas.
?Qu¨¦ pretenden ese hombre o esa mujer que ponen su vida en el altar de la novela? ?Buscan la gloria de los h¨¦roes o la derrota del tiempo? En mi opini¨®n responden a una necesidad previa a cualquier forma de ¨¦xito p¨²blico: intentan ordenar su experiencia por medio de sucesivas representaciones de la vida. Eso es todo. Lo que ofrecen al p¨²blico no es, por tanto, una mercanc¨ªa desechable sino el sentido ¨²ltimo de su actitud ante el mundo, expresado en ficciones. Pero indirectamente aspiran a ser una referencia, por eso el lector les sigue. S¨®lo aquellos que hayan alcanzado en ese empe?o la m¨¦dula de la vida alcanzar¨¢n esa forma de inmortalidad que consiste en pervivir en el futuro. Sin duda, esto es la gloria, pero convendr¨¢n conmigo en que casi siempre llega tarde y casi nunca en vida del autor. Lo cual demuestra cu¨¢l es el verdadero motor de su obra. Por eso la mayor¨ªa de los narradores de hoy en d¨ªa quiere el ¨¦xito inmediato: para disfrutar de una apariencia de eternidad en vida; la gloria, para un escritor de vocaci¨®n, es, sobre todo, un horizonte de incertidumbre y exasperaci¨®n.
?Cu¨¢ntos de los novelistas contempor¨¢neos de Jane Austen o de Daniel De Foe siguen vivos? Nadie los recuerda, es como si no hubieran existido. El lector bienintencionado de hoy anda perdido en el bosque de los ¨¦xitos tratando de hallar el caldero de oro de la gran literatura, pero a menudo los ¨¢rboles no le dejan ver el bosque. Bessa Lu¨ªs conoce el secreto del caldero y lo ofrece con su obra. Se ha destacado en su pa¨ªs por lograr expresar literariamente la conciencia del ser humano a trav¨¦s de la fisicidad de las cosas y del ser humano mismo. Es decir: escribi¨® sobre el hecho de ser de una manera plena. Cuando los exitosos mueran de ¨¦xito y nadie los recuerde, ah¨ª seguir¨¢ siempre viva, singular, como un emocionante milagro literario, Agustina Bessa Lu¨ªs.
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