Los unos y los otros
Dice el presidente Aznar que tal vez no se echara de menos a M¨¢ximo Casado en la manifestaci¨®n de Bilbao. Lo dice en respuesta a Xabier Arzalluz, quien declar¨® no haber echado de menos al PP en la misma. No parece que el recientemente asesinado M¨¢ximo Casado fuera del PP. S¨ª era militante de CC OO, organizaci¨®n que s¨ª estuvo en Bilbao. Tampoco fueron militantes del PP los tambi¨¦n asesinados por ETA, e igualmente mencionados por Aznar, Fernando M¨²gica, Enrique Casas y Fernando Buesa. Como quien se endosa una capa y visti¨¦ndosela adquiere una naturaleza, as¨ª el presidente Aznar hace de las v¨ªctimas su sayo y pronuncia solemnemente: las v¨ªctimas soy yo. Esta vez el rey no parece ir desnudo. Tampoco es que lleve encima el manto de la Virgen del Pilar. Pero una intocable sacralidad parece revestirlo en esa su aparici¨®n victimista, de modo que todo lo que diga a partir de entonces se convierte en dogma o en una sanci¨®n incontestable. El presidente Aznar parece haber encontrado una nueva fuente de legitimaci¨®n del poder y de su ejercicio. Pobres v¨ªctimas.Las cr¨ªticas vertidas por los populares contra los socialistas por su participaci¨®n en la manifestaci¨®n de Bilbao son de una torpeza infinita. No se comprende que un partido que proclama a diestro y siniestro que quiere gobernar en Euskadi con los socialistas utilice contra ¨¦stos ese mal estilo que anta?o se utilizaba con las criadas que se hab¨ªan equivocado. No quiero decir que quienes en realidad se equivocaron fueron los populares al no asistir, pues una reflexi¨®n puramente estrat¨¦gica me ha llevado a la conclusi¨®n de que las cosas estuvieron bien tal como fueron. Pero esas llamaditas al orden posteriores, tras haber tomado previamente su decisi¨®n sin discusi¨®n alguna y a golpe de sacra inspiraci¨®n, me llevan a los demonios. Esos deditos amonestadores de quien posee la autoridad y la f¨®rmula verdadera s¨®lo subrayan una actitud jer¨¢rquica: unos silban la melod¨ªa y otros deben seguirlos con pasitos de baile.
Pero, en realidad, lo que subyace tras esa torpe pol¨¦mica y tras la diferente actitud de socialistas y populares ante la manifestaci¨®n de Bilbao, es una diferente disposici¨®n de unos y otros hacia la futura gobernaci¨®n de Euskadi. ?Estar¨ªan los populares dispuestos a gobernar con los nacionalistas en caso de que estos rectificaran su rumbo y rompieran definitivamente con Lizarra, o es un gobierno de coalici¨®n en exclusiva con el PSE la ¨²nica alternativa que contemplan? Las actitudes ¨²ltimas de los populares me llevan a pensar que su repertorio se acaba en esa f¨®rmula bipartidista, y ellos sabr¨¢n por qu¨¦. Cierto que la alternancia es la prueba del nueve en sociedades democr¨¢ticas normalizadas e indicio precisamente de su normalidad, pero resulta m¨¢s que dudoso que este pa¨ªs de nuestros dolores sea a¨²n un pa¨ªs democr¨¢tico normalizado. Cuando nuestro problema prioritario es una violencia ciega que atenta contra todos los principios democr¨¢ticos y pone en peligro la solidez de las propias instituciones, tal vez no sea la alternancia la soluci¨®n prodigiosa sino la unidad. Yo no me opongo a un gobierno de coalici¨®n PP-PSE, que igual resulta ser el ¨²nico posible en nuestro horizonte, pero creo que nuestro gobierno id¨®neo en la situaci¨®n actual ser¨ªa uno de concentraci¨®n o, en su defecto, uno que propiciara un pacto de legislatura entre las diversas fuerzas pol¨ªticas en algunos puntos cruciales.
S¨¦ la dificultad de llegar a alcanzar alguna de estas f¨®rmulas, porque junto a las dificultades de los unos est¨¢n las dificultades de los otros, las de los nacionalistas democr¨¢ticos. No las equiparo, pues Lizarra fue un paso grav¨ªsimo para la convivencia democr¨¢tica y as¨ª lo he manifestado aqu¨ª desde el d¨ªa mismo en que se hizo p¨²blico ese acuerdo. Hoy parecen detectarse atisbos hacia su desactivaci¨®n, al margen de las tonter¨ªas que digan algunos burukides y de la inconsistencia de las fintas barrocas del se?or Ibarretxe. Pero las boquitas floridas cuentan poco ante los hechos, y los hechos har¨¢n que esas boquitas se vuelvan correctas. Y sabemos bien cu¨¢les son los hechos, es decir, qu¨¦ es lo que el PNV ha de hacer para dejar Lizarra. Si esos hechos se dan, la composici¨®n del gobierno, una vez celebradas las elecciones que urgen, deber¨ªa propender hacia esas f¨®rmulas de unidad. S¨ª, se?ores populares, y por ah¨ª los socialistas les est¨¢n dando una lecci¨®n.
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