Incumplimientos
Cuando uno se compromete con algo, hay que cumplirlo. ?sta es una de las ense?anzas que el sistema educativo quiere transmitir a los estudiantes. Pero para ello hay que empezar por que los responsables de gestionar los centros p¨²blicos, en este caso de Madrid, den ejemplo y cumplan sus promesas. En agosto de 1999, nuestro colegio, el CP Pr¨ªncipe de Asturias, ubicado en el campus de la Universidad Aut¨®noma de Madrid, recibi¨® la buena noticia de que por fin, y s¨®lo con seis a?os de retraso, se iba a construir el comedor que se ven¨ªa solicitando. En el documento constaba que la obra entrar¨ªa en la programaci¨®n econ¨®mica de 1999.Desde que la notificaci¨®n, firmada por el subdirector territorial, Antonino de Paz, lleg¨® a la direcci¨®n del centro hasta hoy ha pasado m¨¢s de un a?o, y ante las preguntas del equipo directivo del centro, la respuesta es que tampoco est¨¢ programado para este curso. No hay derecho. No podemos consentir que un proyecto aceptado por la propia Administraci¨®n haya quedado una vez m¨¢s en el caj¨®n del olvido. Y no son admisibles argumentos de que han cambiado los responsables y ahora la decisi¨®n est¨¢ en manos de la Comunidad de Madrid.
Ha pasado mucho tiempo desde que se produjeron las transferencias y la actual Direcci¨®n General de Centros de nuestra flamante Administraci¨®n auton¨®mica tiene recursos suficientes para acometer esta obra. Necesitamos el comedor. No podemos seguir dando de comer a nuestros casi quinientos hijos e hijas en un gimnasio que no re¨²ne, seg¨²n los informes de la rama sanitaria de esta misma Administraci¨®n, condiciones para ello. No podemos seguir sin tener un lugar adecuado para desarrollar las ense?anzas de educaci¨®n f¨ªsica porque sea prioritario, l¨®gicamente, dar de comer a los ni?os.
?C¨®mo pueden los responsables educativos seguir insistiendo en la importancia de los h¨¢bitos de salud, entre otros, los alimenticios -importancia que compartimos- y tener a este centro durante tantos a?os en unas condiciones que no solamente no educan en esos h¨¢bitos, sino que, por el contrario, desarrollan en nuestros hijos e hijas conductas como las de hablar en un tono de voz absolutamente deformado? Y ello porque la ac¨²stica de un gimnasio ocupado simult¨¢neamente por doscientas personas, con el ruido de bandejas, cubiertos y platos, obliga a ello, o que les fuerza a tener que comer en tan s¨®lo un cuarto de hora para que puedan atenderse los tres turnos que son necesarios para dar de comer a todo el alumnado.
El dinero estaba comprometido y nuestro centro necesita el comedor. Hay que cumplir lo que uno promete.- Elena Mart¨ªn Ortega y tres firmas m¨¢s, del Consejo Escolar del CP Pr¨ªncipe de Asturias. Madrid.
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