?Precariedad contra temporalidad?
La reforma laboral que en 1997 pactaron los empresarios y los sindicatos quer¨ªa dar respuesta a la necesidad de las empresas de una mayor flexibilidad laboral para hacer frente a la nueva situaci¨®n de competencia. Esto permitir¨ªa generar mas empleo y -principal preocupaci¨®n sindical- permitir¨ªa dar mas estabilidad a los contratos laborales. Hay que recordar que en esas fechas uno de cada tres trabajadores por cuenta ajena ten¨ªa un contrato temporal, normalmente de muy corta duraci¨®n.Se negoci¨® un nuevo tipo de contrato indefinido (fijo), subvencionado por el Gobierno durante dos a?os en principio, el cual, puesto que las organizaciones empresariales y tambi¨¦n el Gobierno, sosten¨ªan que la causa de la elevada temporalidad del empleo en el caso espa?ol era debida al alto coste del despido improcedente de un trabajador, rebajaba la indemnizaci¨®n por despido de cuarenta y cinco d¨ªas por a?o trabajado a treinta y tres.
Se subvencionaron los nuevos contratos con casi trescientos mil millones de pesetas anuales, que permitieron la transformaci¨®n de antiguos contratos temporales en fijos del nuevo tipo, con menos derechos para el trabajador.
Ahora, el Gobierno a trav¨¦s de su ministro de trabajo en unas declaraciones el d¨ªa 24 en Barcelona, insiste en la necesidad de una nueva reforma laboral que abarate el despido para todos los contratos nuevos como forma de acabar con la temporalidad, que es la misma que antes de la reforma laboral de 1997: hay un trabajador temporal de cada tres, lo que a su vez es m¨¢s del doble que la media de los pa¨ªses de la Union Europea, que ronda el 13%.
?A qu¨¦ responde este empecinamiento del Gobierno en repetir una f¨®rmula que no ha funcionado? No voy a cometer el prejuicio de pensar que a cualquier gobierno no le importe el bienestar de una parte de sus ciudadanos, aunque en este caso sean los que tengan menos poder.
Pienso que su persistencia en esa posici¨®n para luchar contra la temporalidad de los contratos laborales se debe a su creencia -no demasiado fundada- de que el mercado laboral espa?ol sigue el modelo te¨®rico denominado de los Insiders y Outsiders. Para este modelo, los trabajadores con contrato fijo ser¨ªan los Insiders, indiferentes a la marcha de la econom¨ªa, que no afectar¨ªa a su empleo, sino al de los Outsiders, que ser¨ªan los trabajadores no fijos, despedidos cuando la econom¨ªa fuese mal. Las demandas ya fuesen salariales o de derechos sociales de los trabajadores fijos no tendr¨ªan en cuenta las posibilidades de la econom¨ªa, puesto que las consecuencias s¨®lo las sufrir¨ªan los trabajadores con contratos temporales. Este comportamiento har¨ªa el mercado laboral r¨ªgido a las necesidades del mercado.
Por eso los empresarios buscan la flexibilidad (cuantitativa) contratando un porcentaje muy elevado de sus plantillas temporalmente y el gobierno plantea que la forma de reducir la temporalidad en la contrataci¨®n es reducir los derechos de los trabajadores fijos y, en concreto, el coste del despido.
Sin embargo, una nueva reducci¨®n del coste del despido no reducir¨¢ la temporalidad porque el modelo descrito no se cumple en la realidad espa?ola.
En primer lugar, porque no es cierto que los trabajadores fijos no se preocupen de los temporales. Casi todas las familias tienen en su seno un desempleado o desempleada, o un empleado (joven) con contrato temporal y con pocas posibilidades de mejorar su situaci¨®n en el futuro. Los j¨®venes cada vez tardan m¨¢s en poderse emancipar.
En segundo lugar, los sindicatos han demostrado en los acuerdos de 1997 su capacidad para defender el inter¨¦s de los trabajadores fijos y de los temporales; de los empleados y de los desempleados. En tercer lugar, porque el modelo ni se ha cumplido con los acuerdos de 1997, que como hemos visto no han servido para disminuir la temporalidad, ni se cumpli¨® tampoco en la ¨²ltima fase de destrucci¨®n de empleo vivida en Espa?a a principios de los a?os noventa: entonces se destruy¨® masivamente empleo fijo en lugar de destruirse el temporal.
Antes de interferir en la negociaci¨®n que sindicatos y patronal deben tener para mejorar la contrataci¨®n temporal, el Gobierno deber¨ªa cumplir con su obligaci¨®n de vigilar la legalidad de los contratos temporales y hacer lo posible por mejorar la formaci¨®n y la investigaci¨®n, que es lo que realmente puede mejorar la competitividad de las empresas y con ello la situaci¨®n del empleo temporal.
Hay que insistir en que los trabajadores son un activo para las empresas y para la econom¨ªa del pa¨ªs y no un coste a minimizar.
Como esta reforma laboral tampoco acabar¨¢ con la temporalidad en la contrataci¨®n, el a?o pr¨®ximo se volver¨¢ a pedir un esfuerzo en el que se abarate el coste del despido hasta hacerlo nulo, de manera que la f¨®rmula propuesta de acuerdo con la visi¨®n gubernamental es: para terminar con las diferencias entre trabajadores fijos y temporales, hag¨¢moslos a todos temporales, que es lo que significa el coste nulo del despido.
Para esa soluci¨®n, el Gobierno y las empresas no necesitan hacer ning¨²n esfuerzo de imaginaci¨®n.
Joan Lerma ha sido presidente de la Generalitat Valenciana.
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