Un proyecto tecnol¨®gico y pol¨ªtico que une a 17 pa¨ªses
Guerra fr¨ªa
La Estaci¨®n Espacial Internacional (ISS) est¨¢ formada ahora por tres m¨®dulos, que suman 81 toneladas de masa y 43 metros de longitud, y da una vuelta a la Tierra cada hora y media, a 390 kil¨®metros de altura. El primer segmento se lanz¨® al espacio en noviembre de 1998 y la construcci¨®n en ¨®rbita continuar¨¢ hasta 2006. Un total de 17 pa¨ªses, incluida Espa?a a trav¨¦s de la Agencia Europea del Espacio (ESA), participan en la ISS, aunque sus socios principales sean Estados Unidos y Rusia, tanto por las aportaciones tecnol¨®gicas y econ¨®micas como por la importancia que la relaci¨®n pol¨ªtica entre ambas potencias tiene en todo el proyecto. El coste total supera los 60.000 millones de d¨®lares (unos 12 billones de pesetas), que algunas estimaciones han aumentado a 100.000 millones.La estaci¨®n, un conjunto de m¨®dulos (de los diferentes socios) y estructuras que, cuando se termine en 2006, ocupar¨¢ una extensi¨®n similar a un estadio de f¨²tbol, tiene una larga historia de dise?os, redise?os, pol¨ªtica, recortes presupuestarios, retrasos y duras cr¨ªticas sobre su utilidad.
Todo naci¨® hace 16 a?os, cuando el entonces presidente de EE UU, Ronald Reagan, lanz¨® el desaf¨ªo de construir una base orbital apabullante antes de 1994. En aquel momento se bautiz¨® la estaci¨®n como Freedom (Libertad) y el coste rondar¨ªa los 8.000 millones de d¨®lares. Pero los plazos se dilataron, los presupuestos se dispararon y los planos se encogieron durante los a?os siguientes. Pero, sobre todo, acab¨® la guerra fr¨ªa y el gran enemigo (due?o de la ¨²nica estaci¨®n espacial, la Mir) se convirti¨® en amigo. Rusia entr¨® as¨ª en el programa de la estaci¨®n espacial. La labor de redise?o y, en los ¨²ltimos a?os, el incumplimiento de fechas por parte de Rusia ha motivado los grandes retrasos del programa, calificado por el semanario The Economist como "un derroche monumental de tiempo y dinero".Los cr¨ªticos del proyecto recuerdan que la aut¨¦ntica frontera que merece la pena de semejante esfuerzo espacial es la Luna, o incluso el viaje tripulado a Marte. La NASA y los defensores de la ISS insisten en justificar la construcci¨®n de la enorme base como laboratorio cient¨ªfico donde realizar experimentos de biolog¨ªa, de nuevos materiales y de medicina. Pero, como ha recogido The Economist, "tampoco tiene mucho m¨¦rito cient¨ªfico la estaci¨®n; de hecho, pocos cient¨ªficos -aparte de aquellos cuya vida depende de ella- tienen una palabra amable que decir acerca de la empresa, ya que los robots ser¨ªan capaces de hacer muy bien todos los experimentos propuestos por menos dinero y con menos riesgo de vidas humanas".
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