"Yo soy de aqu¨ª; ella no"
Rick Lazio, candidato republicano al Senado, naci¨® en 1958 en el centro de Long Island. Rick, en su caso, no significa Richard, sino Ricardo: sus padres, cat¨®licos, eran italoamericanos arquet¨ªpicos, relativamente acomodados gracias a un negocio de recambios de autom¨®vil. De peque?o coleccion¨® cromos de b¨¦isbol, de adolescente toc¨® la guitarra en un grupo de rock, estudi¨® Derecho, se cas¨® con una joven tambi¨¦n cat¨®lica de ascendencia irlandesa llamada Patricia y trabaj¨® durante a?os como ayudante de fiscal de Distrito.Es un neoyorquino de pura cepa. Y, sobre todo, no es Hillary Clinton: "Yo soy de aqu¨ª, ella no; a m¨ª no me conoc¨¦is, pero a ella s¨ª, y demasiado".
La ideolog¨ªa de Lazio constituye un misterio. Ha sido congresista durante dos legislaturas, y a¨²n nadie ha conseguido descubrir qu¨¦ piensa en realidad. Fue colaborador del derechista radical Newt Gingrich, hace s¨®lo seis a?os poderoso l¨ªder parlamentario y hoy relegado a un piadoso olvido, pero a veces ha votado con los dem¨®cratas; apoya el derecho al aborto, pero ha votado leyes para restringirlo al m¨¢ximo. A juzgar por su biograf¨ªa pol¨ªtica, es oportunista, tiende a unirse a la mayor¨ªa y, en campa?a, practica algo parecido al f¨²tbol italiano: se cierra y busca el punto d¨¦bil del adversario.
Su mayor ¨¦xito electoral hasta la fecha, la victoria en 1992 sobre el viejo congresista dem¨®crata Thomas Downey, define el estilo de Lazio. Downey hab¨ªa ocupado el esca?o durante nueve legislaturas y disfrutaba de una gran ventaja en los sondeos. Pero Lazio descubri¨® sus debilidades (hab¨ªa aceptado viajes gratuitos y su cuenta parlamentaria sol¨ªa estar en n¨²meros rojos) y las pregon¨®, como si fueran delitos grav¨ªsimos. Gan¨® y destroz¨® la reputaci¨®n de Downey.
Algo parecido est¨¢ haciendo ahora; se presenta como la ¨²nica opci¨®n. Los neoyorquinos, dice, no pueden elegir a alguien como Hillary Clinton. Tras su sonrisa de ni?o esconde el car¨¢cter de un luchador callejero.
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