El debate que evitaron los dos candidatos
A juzgar por los discursos que Bush y Gore pronunciaban durante las elecciones primarias, cab¨ªa pensar que uno de los argumentos de la campa?a final ser¨ªa el debate sobre el control de la compra y la venta de armas. Nada m¨¢s lejos de la realidad: los dos candidatos evitan la cuesti¨®n para prevenir da?os mayores en las urnas. Hace unos pocos meses, Al Gore hablaba a diario de la necesidad de introducir medidas dr¨¢sticas en el mercado de las armas para reducir el n¨²mero de actos violentos con balas de por medio. El candidato dem¨®crata propon¨ªa toda una revoluci¨®n con la posibilidad de instaurar una licencia de armas que los m¨¢s radicales consideraban un aut¨¦ntico atentado contra el sacrosanto derecho a poseerlas. Sin embargo, Gore se enfrenta a una realidad electoral que no le permite correr semejante riesgo: algunos de los Estados en los que necesita votos imperiosos tienen un alto porcentaje de ciudadanos con armas. El lunes, Gore hizo una escueta referencia al debate con la promesa de actuar "con sentido com¨²n", pero "sin infringir los derechos" de nadie.
En todo caso, el vicepresidente trataba de contrarrestar la diatriba lanzada en los ¨²ltimos d¨ªas por el actor Charlton Heston, presidente de la todopoderosa Asociaci¨®n Nacional del Rifle: "Los patriotas de nuestro pa¨ªs ganaron la independencia gracias a las balas y ahora tenemos que defender esa libertad en las urnas. La nuestra es una guerra santa", lleg¨® a decir Heston antes de pedir el voto para W. (como se conoce a Bush).
El candidato republicano tiene sus razones para alejarse de la controversia: su posici¨®n pro-armas es tan extrema que cualquier ampliaci¨®n ir¨ªa en contra del "conservadurismo compasivo" que promueve en su campa?a. Bush es, al fin y al cabo, el gobernador que firm¨® la ley que permite a los tejanos llevar armas ocultas tras 125 a?os de prohibici¨®n; despu¨¦s ampli¨® esa ley para que pudieran llevarse pistolas en la cartuchera en iglesias y hospitales.
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